La Fiesta del Milagro de Salta es una celebración religiosa que, este año, generó ruido por la invitación al presidente Mauricio Macri. Allí, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, le enrostró al jefe del Estado el contraste entre su promesa de campaña de «Pobreza cero» y la situación social que deja en todo el país, pero en el norte en particular, sobre el final del mandato. «Los pobres no son una molestia, son una oportunidad. Por eso, Mauricio, has hablado de la pobreza, llévate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son respetuosos. Merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos. Vale para todos, hermano. Nada más, gracias», descargó el prelado este sábado.
La invitación para que Macri asista a la celebración del Señor y la virgen del Milagro, santos patronos de la provincia, había desatado polémica en la curia local. El presbítero Raúl Méndez, cercano al obispo Cargnello, lo había dejado en claro: era «una provocación» que aceptara. Sugirió, entre sus pares, que el presidente «los dejara tranquilos». Que resuelva «los graves problemas en que nos embarcó», completó el religioso su enojo por la presencia presidencial.
El presidente fue el principal blanco del reproche eclesiástico en la histórica Catedral salteña, pero no el único. Varios de los presentes fueron aludidos. En el acto estaban Juliana Awada acompañando a su esposo, el gobernador –y candidato a vicepresidente en la fórmula con Roberto Lavagna– Juan Manuel Urtubey, el senador Esteban Bullrich y el secretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani. El malestar de los curas flotaba en el aire, entre ellos.
Macri sólo presenció la misa. No participó de la procesión, a la que también fue invitado.
La festividad del Milagro convoca todos los años a miles de peregrinos que en septiembre llegan a la ciudad de Salta desde todo el país e incluso de naciones limítrofes. La situación social y económica la cruzó de lleno este año.
«Quiero agradecer la presencia del señor presidente. Así como hemos palpitado el sentido de la Iglesia, él es el signo de la patria. Quiero decirle lo siguiente: usted le dijo a todos los argentinos que se había sentido golpeado y en el clima de ese golpe, voy a hablar de corazón a corazón. Quiso venir aquí. Ha venido a un buen lugar, a encontrarse con el Señor. Y Dios no hace las cosas mágicamente, sino que transforma el corazón y provoca la libertad», dijo Cargnello en el inicio de las palabras dirigidas a Macri.
«Y lo que voy a decir vale para todos», aclaró el arzobispo aunque su principal destinatario era el jefe de la Casa Rosada. «Aquí tenemos también un candidato a vicepresidente, que es nuestro Juan Manuel (Urtubey), dos candidatos a gobernador, el señor intendente, el señor vicegobernador. Cuando empezó, usted dijo «voy a luchar por la pobreza cero». ¿Qué puede decir Salta ahora? Le da rostros a la pobreza», les dijo a todos los presentes.
«Recordar una cosa que vale para todos: los pobres no son una molestia, son una oportunidad. Los pobres son maestros. Por eso, Mauricio has hablado de la pobreza, llévate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son respetuosos; merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos. Vale para todos, hermano. Nada más, gracias», concluyó, seco, el arzobispo de Salta.
Macri, tras la misa, salió por la parte de atrás de la Catedral de la capital salteña, al cabo de un recorrido por el edificio histórico. Cuando llegó, unas pocas personas lo habían saludado con el eslogan del «Sí, se puede»