Enseñar a dividir a través de una plataforma a distancia, aprender a editar videos para los alumnos, replanteos, amigarse con nuevas tecnologías, fueron algunos de los desafíos que los docentes tuvieron que afrontar a lo largo de la pandemia y, al celebrarse este sábado el Día del Maestro, coinciden en que este año y medio que pasó puso a prueba su creatividad.
“Cuando nos atravesó esta pandemia todos tuvimos que aprender algo bueno y valioso”, aseguró Eugenia Clidas, maestra de escuela primaria en un colegio privado de la ciudad La Plata.
Clidas qué fue lo “más lindo” de esta experiencia: “Comprobar cómo pudimos acercarnos un poco más con nuestros alumnos con mensajes y saludos directos a través de los teléfonos. Que ellos vean que yo estoy de este lado fue muy enriquecedor”.
Eugenia armó videos para los días patrios con fotos que le enviaban sus alumnos; enseñó la división en forma virtual; editó videos donde ellos se veían y después los compartió con su familia, entre muchas actividades que se iban enriqueciendo sobre la marcha. “Empatizar con el otro, ponerse en el lugar del otro”, resumió.
Por su parte, Mariana Maggio, directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y especialista en educación, también narró su experiencia: “El camino recorrido fue de un aprendizaje profundo que se dio tanto en el plano de las políticas como en el de las instituciones, individual y colectivamente. Un aprendizaje que se produjo a la vez que se ensayaba y se corregía al ritmo de condiciones que aún hoy, en septiembre de 2021, continúan modificándose en formas que no necesariamente podemos anticipar”.
La autora de “Educación en pandemia” explicó: “Las circunstancias generaron condiciones para que hubiera un aprendizaje que en algún sentido podemos decir que era necesario”.
“No solamente en utilizar determinadas tecnologías, sino en vivir la experiencia que ofrecen los entornos tecnológicos desde una perspectiva de expansión y de riqueza de mayores oportunidades”, marcó, y dijo que espera que esta experiencia «no sea algo temporal”: “Imagino que este aprendizaje se va a quedar con nosotros”.
Para la especialista “las prácticas de la enseñanza comienzan a dar cuenta de las experiencias vividas del año anterior y de la búsqueda de diseños que comprenden las posibilidades de la virtualidad a la vez que se abren a una cierta experimentalidad”.
“Creaciones más originales, una mirada más enfocada en la colaboración entre pares y flexibles, son el reflejo de un período de profundo aprendizaje por parte de la docencia en un tiempo corto pero intenso”, aseguró.
También la comunicación entre los docentes entre sí se vio alterada: “El intercambio en la sala de profesores se diluyó”, observó Maggio, pero destacó que “surgieron otros encuentros y formas de colaboración que tuvieron lugar en la virtualidad, que no sólo fueron altamente valorados por los docentes, sino que generaron procesos diferentes respecto del trabajo docente”.
El análisis de la investigadora coincide y se apoya en la vivencia de muchos docentes del país durante este tiempo particular de pandemia.
Paula Tisera, por su parte, es maestra de nivel inicial del Instituto Labarden de la ciudad de Buenos Aires y contó, en similar sintonía: “Fue un desafío enorme trabajar con niños de 4 y 5 años, ya que en educación inicial hay un fuerte anclaje de la tarea desde lo corporal”.
También así lo consideró Valeria Giménez, docente de nivel primario en un colegio de Viedma, en Río Negro: “Dar clases en pandemia fue un desafío grande. Este proceso de virtualización trajo un fuerte replanteo del trabajo docente y la forma en que veníamos enseñando hasta ahora. Amigarnos con las nuevas tecnologías y adecuar nuestra actividad docente en forma compartida entre alumnos, familia e institución, fue otro gran desafío y una gran experiencia”.
Sobre el retorno a la presencialidad, Valeria lo define como “maravilloso” para todos: “Realmente era algo que nos estaba haciendo mucha falta”.
Maggio subraya al respecto que “la soledad física del trabajo realizado en el hogar se transformó en una fuerza emergente colectiva que puede ser el inicio de formas pedagógicas renovadas”, y destacó que “las y los docentes tuvieron que volver a aprender mientras hacían esfuerzos inmensos por seguir enseñando y desarrollaban su propia vida en medio de la incertidumbre”.
Y agregó que la pandemia –con todo su dolor y sufrimiento– hizo que “se tomara conciencia del valor de las escuelas, a la hora de sostener la organización familiar”.
“La fuerza que tiene la escuela, en una sociedad tan compleja que nos toca vivir, para intervenir críticamente en la sociedad. Es la escuela la que sigue garantizando eso y lo seguirá siendo”, valoró.
“También nos enseñó a estar más atentas a la diversidad y a las diferentes oportunidades. Es necesario mirar con mucha seriedad las deudas en materia de inclusión digital y trabajar para que este derecho esté garantizado, y cómo. Nos quedó claro forma parte del derecho a la educación”.
Maggio destacó respecto de la conmemoración del 11 de septiembre, la segunda en pandemia, que es diferente a la primera: “Este día dedicado a la docencia es especial, porque emerge en el horizonte una docencia como acción colectiva, como acción colectiva a la hora de encarar las prácticas de la enseñanza Y yo creo que eso, a la hora de la complejidad es una gran noticia”.
En tanto, desde Rosario, Paula del Cura coincidió con sus colegas. “La pandemia nos trajo algunas dificultades, pero muchísimos aprendizajes”, dijo la docente de segundo grado de la Escuela Almafuerte. Y valorizó: “El trabajo colaborativo y conjunto que pudimos hacer, priorizando que el niño o la niña se pueda conectar. Y a lo pedagógico se sumó el apoyo solidario”.