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En su primer año de cupo laboral trans, la UNR superó el 5% prometido con 4 ingresos nuevos

Se anotaron 172 personas y después de un proceso de selección entraron tres mujeres y un varón trans. La norma decía tres, pero hubo decisión para ir más allá. La política universitaria repara una deuda histórica con el colectivo travesti trans.

Cuando Luciano Fabbri, Florencia Rovetto y el equipo del Área de Género y Sexualidades de la Universidad Nacional de Rosario tuvieron en sus manos las primeras 172 postulaciones del cupo laboral trans pensaron en cómo hacer para darle trabajo a todas. La política universitaria había sido anunciada en 2019 con la entrada de cuatro mujeres travestis y trans a cargos de gestión. Este año llegaba la implementación de la normativa, que en los papeles dice que hay que reservar el 5 por ciento del total de los ingresos de no docentes para las personas trans, travestis y transgénero. La traducción: tres ingresos anuales. En su primer convocatoria, el equipo de Área evaluó los expedientes y seleccionó a cuatro personas. Una más de lo establecido. Llevaron las cuatro historias al rector Franco Bartolacci, quien enseguida se dio cuenta y les dijo: “Si hubiese estado yo quedaban las 172”. Así, con los primeros cuatro ingresos por concurso, la UNR asignó más del 9 por ciento al cupo laboral trans: tres mujeres y un varón.

La presentación de los cuatro nuevos cargos fue este martes en la sede de gobierno de la UNR. En una ronda de unas 30 personas, autoridades de la UNR y del sindicato de no docentes (PUR), integrantes de Comunidad Trans Rosario y tres de las personas trans que entraron, compartieron experiencias y el porqué de la importancia de esta política pública. El cupo de la UNR tiene el nombre de Alejandra Gónzalez, trabajadora y activista trans de la Facultad de Ciencias Bioquímicas. En el círculo fue recordada por sus compañeras, quienes celebraron los nuevos ingresos.

En Argentina, las personas travestis y trans son una de las poblaciones más vulnerables, con una expectativa de vida de 35 a 40 años. El 95 por ciento no tuvo en su vida otra oportunidad laboral por fuera de la prostitución y el 90 por ciento no accedió nunca a un empleo en blanco. Los motivos son la exclusión, la discriminación y la violencia de la que son blanco desde la adolescencia. Por eso, las políticas de cupo no sólo son urgentes sino que constituyen una forma de reparación por parte de la sociedad, responsable de estos indicadores.

Los ingresos de este año fueron para tres mujeres trans y un varón trans. Gabriela Lucila Santili y Andreina Di Bruno trabajaran en Servicios Generales. María de Fátima Rodríguez Lara, enfermera, estará en el Área de Bienestar Universitario de la cual depende el Centro de Salud. Merlín Caminos será parte del equipo de comunicación del Área de Género y Sexualidades por su experiencia en diseño y realización audiovisual. Las tres mujeres trans superan los 40 años, con el objetivo de que sea una política reparatoria para las más grandes, que nunca accedieron a un empleo.

Fátima, tiene 47,  es enfermera egresada de la UNR y hace suplencias en el Hospital Provincial. “Pero nada efectivo en toda mi vida. Este es un trabajo transformador porque es muy difícil acceder a un trabajo. Estoy apta para competir en cualquier lugar porque me preparé durante muchos años. Y me encanta poder trabajar en el área de salud, que es donde voy a estar en el Centro de Salud 7 de Septiembre”, dijo en diálogo con El Ciudadano. Ella llegó a Rosario hace décadas desde Buenos Aires y toda su vida soñó con un empleo formal en el área para la que se preparó. Cuando vio la convocatoria, se anotó. Después llegaron las entrevistas hasta quedar seleccionada.

Andreina hizo el mismo proceso que Fátima. Presentó los papeles y pasó todas las intancias hasta ser una de las seleccionadas. Tiene 47 años y toda su vida fue trabajadora sexual. “Me fui de mi casa a los 16 años y siempre fue mi única salida. Este es mi primer trabajo legal, con un recibo de sueldo, una obra social. En mis tiempos en la calle no lo podía imaginar ni soñando. Como todo lo que pasa ahora, que nunca nos imaginamos. Toda mi vida tiré curriculum en todos lados pero nunca me llamaron. Por eso estoy super agredecida por haber sido seleccionada”, contó.

Para Gabriela el trabajo en la UNR es un rescate. Tiene 45 años y llegó a Rosario hace uno y medio desde Cañada de Gómez. “Vengo de una situación muy difícil. Llegué a rosario al hogar de Fátima por un problema de consumo problemático con la droga, estaba enferma y en situación de calle. Me rescataron, desde que estoy acá me siento rescatada y feliz, llenándome de amistades”, dijo. Va a trabajar en el Centro de Salud de la Siberia: “Yo me imaginaba que me iba a perder con los colectivos pero no, conozco la zona”.

Articulación feminista y universitaria

Florencia Rovetto, responsable del Área de Género y Sexualidades de la UNR, explicó que con estos ingresos se consolida la política de cupo de una manera más estable y orgánica. Cuando empezaron a trabajar sobre el tema eran pocas las universidades que lo habían incorporado en el resto del país. En pandemia se sumaron algunas más, algo que para Rovetto es reparador.

Para ella, la clave de Rosario fue el trabajo de articulación fuerte con el gremio APUR y con las integrantes de Comunidad Trans Rosario, la organización que pelea desde hace años por el cupo laboral trans. “No quisimos hacer una política vacía, marquetinera y sin criterio que no se aplicara en la realidad. Por eso tuvimos en cuenta la edad. Las feminidades seleccionadas son de más de 40 años para que sea reparatorio. También respetamos la proporción, se inscribieron dos tercios de mujeres travestis y trans y un tercio de varones trans, y seleccionamos de esa manera”, explica.

Tambièn destaca haber superado el cupo previsto. “Iban a ser tres por reglamento, que es el 5 por ciento de la planta del año anterior. Cuando vimos los curriculum e hicimos todo el proceso de evaluación, nos dimos cuenta que les cuatro tenían perfiles adecuados y necesidades importantes. Hablamos con Franco y decidió que entraran. Ojalá podamos correr ese límite cada vez más”, agregó.

Para Rovetto, el cupo debe ser acompañado por otras políticas. “Tenemos que trabajar para que las compañeras puedan terminar la secundaria y lleguen a la universidad. Queremos que sean parte de esta comunidad y que participen de la vida política e institucional en igualdad de condiciones. También que puedan acceder al centro de salud, la consejería de salud sexual y reproductiva, dar hormonas, y otras atenciones. Una las chicas que entró es enfermera y es un camino allanado para la atención de otras chicas trans. Además, es clave seguir trabajando en en proyectos de extensión y de investigación en territorio. No fallar en este camino feminista que nos planteamos como universidad es hacer cosas reales”.

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