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En todas las mesas se cuecen negociaciones

A poco más de un mes del cierre de listas, el Frente Progresista y el PJ buscan ordenar sus internas.

Por: David Narciso

Después de un diciembre agitado, con fuerte exposición pública de las diferencias internas que existen en los dos frentes político-partidarios, enero tiene una impronta pacífica. Los cruces verbales dieron paso a los afiches en las carteleras públicas, y las peleas mediáticas a las mesas de negociación. Es la etapa del “todos hablan con todos” que tiene a los operadores políticos haciendo turismo por las mesas de café y con una única condición para sentarse a conversar: que haya aire acondicionado.

Rubén Giustiniani no se bajó de su candidatura pero el escenario que se le presenta ya no parece ser el que existía antes del 28 de diciembre. Ese día la interna del socialismo hizo un viraje notable con la definición política del intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, encolumnándose junto al gobernador Hermes Binner y volcando a su favor todo el capital electoral construido en siete años de gobierno.

El senador nacional y su sector mantienen en pie la decisión de lanzar la precandidatura a gobernador el 5 de febrero. Enfrente, el gobernador Binner sacó a la calle definitivamente a su precandidato, Antonio Bonfatti: afiches, presencia en los medios y toda la vidriera que implica la gestión a su disposición.

La pelea entre los socialistas no es menor. Hay enojo en serio y a esta altura una única variable está definida: sólo una catástrofe podría forzar a Hermes Binner a bajar la candidatura de Antonio Bonfatti. Con ese panorama, los adversarios internos –y esto cuenta también para los radicales– deberán calibrar con exactitud los próximos pasos: una cosa es expresar que se quiere disputar poder y espacios al gobierno provincial y otra es hacerlo.

Todos se sienten legitimados dentro del Frente Progresista a pelear espacios, aunque en determinado momento cada actor tendrá que evaluar su peso específico. Es el caso de la interna del socialismo, que de tanto que le metieron pata al acelerador ahora llegó a un punto donde nadie sabe bien dónde termina. En el caso Giustiniani, sabe que ya no sólo están en juego las precandidaturas a gobernador e intendente de Rosario, sino que en esto de doblar la apuesta unos y otros todo el tiempo, también cayó sobre la mesa de juego la conducción partidaria que el senador nacional ejerce desde hace quince años.

Otro tanto pasa con el grupo Universidad de la UCR, que lanzó el desafío a Binner para que lo suceda el intendente de Santa Fe, Mario Barletta. Es evidente la dificultad que se le presenta en el intento de encolumnar a todo el radicalismo santafesino para disputarle poder al gobierno provincial, por más que éste sea comandado por dirigentes de otro sello político. La movida tiene sus riesgos, a lo que suma el complicado panorama nacional, en el que se agregó la muy sui generis disputa interna entre Ernesto Sanz, Ricardo Alfonsín y Julio Cobos.

Quedan poco más de 30 días para que el Frente Progresista resuelva sus entuertos, en particular los desafíos lanzados al liderazgo de Hermes Binner y la sucesión en la Municipalidad de Rosario.

En este último caso todas las expectativas están puestas sobre los pasos de Lifschitz, quien tiene que decidirse entre un tercer mandato que lo deje bien posicionado para disputar la Casa Gris en 2015 o su deseo de designar a un sucesor de su entorno. Las dificultades para hallar una figura propia con buena performance electoral y el paso del tiempo están inquietando a muchos socialistas: si finalmente Lifschitz resuelve que no será él, sostienen, se habrá perdido tiempo divino para “instalar” al sucesor.

Peronismo

Por el lado del peronismo las cosas no están mejores. Es tiempo de negociaciones cruzadas en las que el gobierno nacional tiene capacidad de influencia. Hoy hay tres sectores y muchos aspirantes a precandidatos. El más definido en este sentido es Agustín Rossi, referente ciento por ciento kirchnerista que viene exigiendo alineamiento completo del PJ santafesino con el gobierno de Cristina Fernández y con las directivas que surgen del Partido Justicialista nacional. Con todas las letras ya dijo Rossi que si esto no ocurre su opción es no participar de la elección primaria.

Rafael Bielsa arrastra una candidatura que, a diferencia de Rossi, depende de unas cuantas variables internas del PJ que todavía no están resueltas. Su aspiración es ser el candidato que englobe a kirchneristas y reutemistas bajo un mismo paraguas. Para lograrlo, espera las definiciones que tome en los próximos días el tercer sector del Partido Justicialista.

El tercer sector, por darle un nombre, reúne a reutemistas y obeidistas desamparados por su jefe político, perottistas rafaelinos y otros espacios a los que no consigue sintetizar el liderazgo de Agustín Rossi.

Este tercer sector está hoy intentando encontrar un candidato propio. No se siente representado por Rossi, pero tampoco quiere repetir la experiencia de 2007. Más allá del nombre de Bielsa, quieren que el trabajo político y los votos que se junten vayan a un punto de acumulación a futuro, que es lo que entienden que no pasó en aquella oportunidad, cuando después de la derrota el candidato derrotado se fue a su casa, Jorge Obeid al Congreso de la Nación y Carlos Reutemann se sumergió en su cómodo silencio senatorial. Ahora nadie sabe, afirman, si los 600 mil votos de 2007 son el piso de 2011 o si tienen que volver a remar desde cero para por lo menos alcanzar una cifra parecida.

El tercer sector tiene en Ricardo Spinozzi y el intendente de Rafaela Omar Perotti a sus mejores potenciales precandidatos. Pero ambos hace más de dos meses hacen campaña y no lograron grandes resultados en la instalación pública, en particular en los dos grandes centros urbanos, donde reside más de la mitad del electorado.

Si en los próximos días este tercer sector concluye que el candidato propio representa más riesgos que posibilidades concretas de preservar y ampliar espacios de poder dentro del PJ santafesino, es muy posible que use las últimas semanas antes del cierre de listas para negociar las condiciones del respaldo a la candidatura de Bielsa.

Lo único que parece seguro es que la interna del peronismo no estará marcada por dos corrientes antagónicas definidas en torno al kirchnerismo. La desaparición física de Néstor Kirchner, el repunte de Cristina y el paso al costado de Reutemann del Peronismo Federal, inducen a pensar que no hay más espacio para un candidato de posiciones anti K y que éste deberá ser como mínimo digerible para la Casa Rosada.

En tanto, se terminaron las chances de Jorge Obeid de ser candidato, no sólo por el veto de la presidenta de la Nación, sino porque Reutemann se declaró prescindente de lo que ocurra en la interna del PJ.

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