La gusta definirse como un historiador de la música rosarina. Sergio López atesora la historia de la Trova local, en cuya colección hay recortes de diarios, revistas, fotos, pósters, afiches, volantes, entradas donde asoman los inicios de Juan Carlos Baglietto, –incluso en su etapa de payaso Tolón– Fito Páez, Adrián Abonizio, Rubén Goldín, Lalo de los Santos, Silvina Garré, Jorge Fandermole y grupos como Irreal, Pablo El Enterrador, Acalanto, Los Korus, Carpanta, Melipal, Madrigal, Graffiti, Certamente Roma, Identikit, Poxi Beat, Degradé, Macaferri & Asociados, Vilma Palma, Los Vándalos y Punto G, entre otros. Incluso, este inquieto fan de la Trova, a quien Goldín apodó Oscar Peta –“Porque voy a todos lados con mi carpeta a cuestas”, se ríe–, fue guardando firmas, autógrafos y dedicatorias de cada uno de los músicos. Incluso, López, de 54 años, guarda algunas cintas en vivo de la década del 80 de distintas presentaciones, junto a reportajes publicados en los diarios Rosario, La Capital, Democracia y las míticas revistas Risario, Canta Rock y Humor.
López tiene, además, una recopilación de la “prehistoria” del rock local. Una carpeta contiene material que comienza en el año 1964, donde se encuentran los anuncios y recortes del grupo Los Caimanes. La dedicatoria de su tecladista, Juan Manuel Acosta, rememora la vida social en el Rosario de aquellos años: “Tenía 19 años, la clase media estaba fuerte, lo que permitía que hubiera bailes los sábados y domingos. En todo barrio había un club donde se bailaba, incluso con tocadiscos, en tiempos que cuando se salía se iba al cine, a cenar y a bailar y si en una de esas se daba, a dormir con alguna chica…”, cuenta. Y muestra de aquellos años son también las notas a Los Gatos Salvajes de Litto Nebbia.
El material histórico de Oscar Peta, es material de consulta de músicos interesados e incluso sirvió para los documentales VHS, Rock rosarino de los años 80, de Patricio Coronel, y Raíces en el Aire, del periodista Daniel Briguet sobre la historia de la Trova.
“Es un orgullo que todo lo que fui guardando en años pueda ser mostrado a las nuevas generaciones, que todo esto tenga una utilidad”, dice López mientras despliega un programa en la que se anuncia a Pablo El Enterrador en el teatro Olimpo, con la letras de los temas. Y, además, prolijamente doblado, el programa con el que Fito Páez presentó en Rosario El amor después del amor.
Además de los recuerdos de la Trova y cada uno de sus integrantes, López en los comienzos de los años 70 trabajó como “plomo” cuando distintas bandas llegaban a los clubes de Rosario como Unión y Progreso, Sportivo América o Servando Bayo: “Siempre estaba ahí, una vez que hice de iluminador de Gianfranco Pagliaro me las rebuscaba para no perderme ningún recital. Cuando pude trabajé de plomo y así trabé amistad con muchos que luego fueron mis amigos, como Adrián Abonizio, Baglietto, el Topo Carbone, Charly Bustos o Lalo de los Santos, toda gente buena, de perfil bajo; con Fito siempre me costó más llegar a él, siempre se mostró más distante…”.
“Pero también recuerdo los recitales de Vox Dei, Pastoral, Vivencia, Alma y Vida, Invisible, cuando venían a los clubes de Rosario, los conocía a todos personalmente una época hermosa”, rememora Peta.
Siempre con su carpeta bajo el brazo, cuenta que una mañana iba y venía en busca de una firma que aún no tenía, la de Luis Alberto Spinetta. López lo vio desde arriba del colectivo en Corrientes y Rioja y se tiró con el coche en movimiento: “Casi me mato, pero el Flaco estaba ahí, en la esquina, paraba en el hotel Presidente; le mostré mis recortes de La La La, el trabajo que hizo con Fito y casi se cae de espaldas. Me abrazó, me firmó y me dijo: «Uy, vos estás más loco que yo». Me acuerdo que caminaba por la Peatonal llorando. Verlo al Flaco, sentir su abrazo afectuoso, algo inolvidable”, dice y se vuelve a emocionar.
Vecino del barrio Tablada, López era un adolescente cuando fue a su primer recital. Se hizo en la escuela República del Perú, de Alem al 3000: “Ese día tocó una banda de Villa Gobernador Gálvez, Té Caliente, y después Vía Véneto, la primera banda de Juan Carlos Baglietto”, recuerda. “Después de ese recital no paré más, me agarró el raye. Me metía en todos lados y fui guardando de cada uno algo y cuando me di cuenta se me fue de las manos: tengo una docena de carpetas repletas”, asegura López.
Y hay que creerle: muestra una en la que guarda los recortes de diarios donde se informaba del asesinato de la abuela y la tía de Fito Páez, en octubre de 1986.
“Un día –agrega el coleccionista– salté un tapial porque ví que habían tirado un montón de diarios. Los junté y separé las informaciones referidas a la música y las fui pegando en cartulinas”, dice. Sin embargo, su trofeo más preciado era un diploma con la firma de todos los artistas que tocaban en Rosario: “Una vez entraron a mi casa y se llevaron algunas cosas y entre ellas un enorme pergamino con firmas y dedicatorias de músicos amigos y de algunos que vinieron de afuera como los Quilapayún, Cacho Tirao, Markama, además de Carpanta, Madrigal, Melipal, Acalanto, Fito Paéz, Juan Carlos Baglietto, Ethel Koffman, Myriam Cubelos, Lalo… No cabía más y alguien me lo robó, porque nunca más lo encontré”, apunta con tristeza.
Alguna vez, en los 80, Sergio López, junto a otros seis rosarinos, integró el Club de Fans de Xuxa, la actriz y cantante brasileña, que tuvo su programa infantil entre los años 1986 y 1992: “Ìbamos a todos lados, Mar del Plata, Mendoza, Córdoba, al Canal 13 a Telefé, la tuve acá”, asegura mientras lleva la palma de su mano a un centímetro de su rostro. Sin embargo, se queda con la amistad que cultivó con Juan Carlos Baglietto al que visita cada vez que vuelve a la ciudad.
A la hora de definirse por sus canciones preferidas, López no duda y enumera sus preferidas: “Las que escribió Abonizio que interpreta Juan, como De regreso, Mirta o El Témpano, también La vida es una moneda, de Fito y de él siempre me gustó El amor después del amor y Mariposa Technicolor, recuerdo cuando la grabó en la sala Lavardén”, dice, mientras muestra otras de sus joyas, entradas del recital en el estadio cubierto de Newell’s del Rosario Rock 83: “En ese disco quedaron grabadas versiones antológicas como El Témpano” cantada por Ethel Koffman, o Vieja Rata de Silvina Garré, y Yo no permito por Juan y Litto Nebbia…Un tiempo glorioso”, concluye López, verdadero arqueólogo de la música rosarina.