El domingo termina el Mundial de Rusia. Ya conocemos el primer finalista, la Francia de Didier Deschamps le ganó con lo justo a Bélgica y se ganó el pasaje a la tan ansiada final. Resta saber con quién se medirá para conquistar la Copa del Mundo. Puede ser Inglaterra o Croacia, cualquier cosa puede pasar en 90 minutos de juego.
Lo que no puede pasar en las tierras de Putin es amar libremente. O al menos, algunos y algunas no pueden hacerlo. Rusia es uno de los más de 70 países en donde enamorarse de una persona del mismo sexo, mantener relaciones fuera de las entendidas como “tradicionales”, está prohibido. Incluso, en el año 2013 sancionaron una ley contra la “propaganda homosexual”, a través de la cual se prohíbe y se multa económicamente a cualquiera que en público hable, luche, muestre o insinúe cualquier cosa que esté relacionada a la homosexualidad. Expresiones de amor, charlas de café donde se mencione el tema, posar con la bandera del Orgullo Gay, son algunos de los ejemplos. Ni hablar publicidades televisivas, gráficas, o en la web, no hay contenido inclusivo, todo es represión.
Y todo esto, no sólo cabe para los ciudadanos rusos, sino para cualquier persona que esté en dicho territorio. Una locura, más que nada viviendo en el siglo XXI.
Pero el amor es más fuerte, como dice la canción. Y la lucha por los derechos también. Por eso, seis activistas LGBT que pertenecen al grupo The Hidden Flag, desafiaron a Putin y aprovechando que el país está en boca de todos por el Mundial, decidieron denunciar esta situación de censura y exclusión, de una manera muy particular e ingeniosa: formando con camisetas de selecciones la bandera del Orgullo Gay.
A plena luz del día y delante de las propias narices de las autoridades rusas, pasearon por distintos lugares emblemáticos con la camiseta de España (roja), Holanda (naranja), Brasil (amarilla), México (verde), Argentina (azul) y Colombia (lila). Seis países. Seis colores que juntos formaron un arcoíris, símbolo de lucha. De una lucha que nunca va a ser silenciada.
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