Este jueves, cuando en Argentina se celebra el Día del Animal por la muerte de Ignacio Lucas Albarracín –pionero de los derechos animales–, más de 200 profesionales en veterinaria pedirán a Nación que les incluyan entre quienes pueden recetar cannabis y sus derivados. Con distintas acciones en redes sociales, que van desde compartir historias e investigaciones hasta hacer circular un petitorio online, intentarán sumarse al Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) recientemente abierto.
En el sur de Santa Fe hay 1.200 personas matriculadas que podrían especializarse en cannabis y sumar la planta a sus herramientas. En la región Rosario quienes ya trabajan en clínica y las familias de los animales contaron cómo les ayudó a El Ciudadano.
Más y mejor vida
Gabriel no quería que Diana, la perra que había rescatado en 2012, empezara a recibir quimioterapia por el tumor que le apretaba el corazón y uno de sus riñones. Él sabía cómo afecta ese cóctel de drogas porque acompañaba a su madre en un tratamiento parecido para ganarle la pulseada al cáncer de mama. Pero el tumor de Diana crecía y hacía que la perra no pudiera comer sin vomitar o dejara de lastimarse la piel intentando calmar el dolor con su lengua.
Después de dos años de corticoides, ecografías, laboratorios, análisis y visitas regulares a la veterinaria, Gabriel compartió su problema con una compañera de trabajo. Ella le contó que un familiar le hacía un tratamiento oncológico con aceite de cannabis a su perro y que los resultados eran muy buenos. Le pasaron el contacto del veterinario Piero Teruggi con quien charlaron de cómo el aceite podía mejorarle la calidad de vida y retrasar el avance del tumor.
“No tenía ningún tipo de prejuicio sobre el cannabis. Sabía de la lucha de las madres cultivadoras y las consecuencias que resultan de la prohibición del cultivo. Sé que la sola palabra «cannabis» puede ser conflictiva, pero los resultados son muy buenos”, dice Gabriel a El Ciudadano. Casi dos años después de prepararse para despedir a Diana, la perra tuvo pocas recaídas. Toma tres gotas al día, sale a pasear, come y mejoró. Recuperó pelaje y sigue yendo a los controles veterinarios. “Vive una vida feliz”, suma Gabriel, quien no descarta cultivar si necesitara del aceite.
Cannabis contra artrosis
Mocca llegó a la casa de Mariana y Rodrigo en el invierno de 2016 mientras los medios de comunicación hablaban de la primera ley de cannabis medicinal para personas en Argentina. Un grupo de proteccionistas de animales había visto a la galga afuera de una casa en la localidad de Álvarez a 30 minutos de Rosario. Estaba desnutrida y le costaba andar por las fracturas mal soldadas que había sufrido durante jornadas de caza en el campo. Con solo 5 años tenía artrosis. “Era un ex perro”, recuerda Rodrigo junto a El Ciudadano.
A Mocca la empezaron a cuidar para luego darla en adopción. Estaba “en tránsito”, como suelen decir en las organizaciones proteccionistas de animales. Los primeros días fueron difíciles. “Cuando entendió que nadie le iba a hacer daño durmió 2 días seguidos solo levantándose para comer”, dice Mariana. La artrosis, una enfermedad sin cura que ataca los cartílagos, era irreversible y le dolía al echarse y volverse a levantar. La pareja salió a buscar una forma de luchar contra ese dolor.
Además del tratamiento con pastillas indicado por su veterinario, Mocca empezó sesiones de fisiatría. También le dieron algunos aceites de cannabis importados y otros de factura artesanal que compraron en Rosario. Probaron con distintas dosis, pero al no haber un producto estandarizado nacional se les complicaba saber si funcionaba. Ahí conocieron a Terugi, veterinario especializado en cannabis. “Pasamos de lo amateur a lo profesional”, explica Rodrigo sobre la dosis y tipo de aceite que hoy ayuda a Mocca a salir a pasear, dormir y comer sin depender de analgésicos como el Tramadol que suelen complicar el aparato digestivo. En pocas semanas la galga dejó atrás un temblor en una de sus patas.
En el medio la pareja tuvo otros animales en tránsito. Estaban unos meses y conseguían una familia. Uno se quedó hasta hoy: Matute, otro galgo de Álvarez con una artrosis más avanzada que la de Mocca. Cuando lo llevaron a su casa tenía entre 4 y 5 años, su columna estaba muy comprometida y lloraba cada vez que intentaba moverse. Comía poco y le costaba dormir. La pareja puso a Matute en el mismo camino que Mocca y con el tiempo mejoró.
Hoy los dos animales tienen más de 10 años y con distintos ritmos y distancias salen a pasear todos los días. “El fisiatra nos dice que sin todo lo que hacemos él no podría caminar. Si le diéramos corticoides mejoraría un montón, pero le romperíamos el estómago. Eso impactaría en el sueño, apetito y a la larga le acortaría la vida”, dice Mariana. La pareja no tuvo miedo de usar cannabis. “Es una planta. Lo que esté en nuestro alcance para que mejorarles la calidad de vida lo vamos a hacer”, completa Rodrigo.
Paliativos cannábicos
Apolo está por cumplir 11 años. Al golden retriever que desde cachorro vive con María Belén le diagnosticaron leucemia en 2019 durante un chequeo. Tenía un quiste en la pata delantera izquierda, había perdido 10 kilos y estaba decaído. Su veterinaria, especialista en oncología, le dijo a María Belén que le quedaba un mes de vida. Aún así empezaron quimioterapia y le sumaron una dosis de aceite de cannabis para contrarrestar los síntomas habituales: vómitos, diarrea y sueño. Nueve meses más tarde el perro tenía el alta.
Ya más fuerte decidieron sacarle el quiste de la pata y descubrieron que todavía le quedan células cancerígenas en el cuerpo. En octubre la oncóloga le recomendó a María Belén no hacer de nuevo quimioterapia. “Es mejor que viva lo que le quede de la mejor manera posible”, le dijo e indicó que retomara la terapia con aceite. Hoy Apolo toma 7 gotas cada 12 horas. “Su estado de ánimo es muy alegre y juguetón. Es compañero, su apetito aumentó y volvió a caminar más”, cuenta María Belén a El Ciudadano y dice: “No sabía que era tan bueno e indispensable el cannabis. Hoy recomiendo mucho su tratamiento no solo en animales, sino también en personas”.
Cannabis, una salida del laberinto
Una mañana invernal de 2016, Fernando salió a trabajar y encontró un gato gris durmiendo en la calle, pero entendió que no la estaba pasando bien. Después de llevarlo al veterinario descubrió que el mestizo de unos 8 años tenía problemas respiratorios (rinotraqueitis felina), estaba ciego y había desarrollado dificultades en el laberinto, una parte del oído, que le daba vértigo y lo desorientaba. La causa, según charlaron con el veterinario, había sido un golpe.
Por su pelaje y en homenaje a la banda de metal donde Fernando canta –Silverheart (Corazón plateado)– el gato pasó a llamarse Silver. Entró a vivir con otras dos gatas: Luna y Mía. Silver pasaba la mayoría de las noches dando vueltas y llorando. Nadie dormía.
Para tratar el problema en el laberinto el veterinario inició un tratamiento con pastillas, pero Fernando notaba a Silver cada vez más perdido e irascible. Además, le habían advertido que no podía tomarlas mucho tiempo porque le iban a dañar el hígado. Un día, al escuchar que el cannabis podía ayudar, buscó otro profesional en veterinaria, Gastón Nielsen. “Empezamos dándole una gota por día. Al mes mejoró, se ubicó más con su comida, su agua y su caja. Pudimos descansar mejor”, cuenta Fernando a El Ciudadano.
Seis meses más tarde le subieron la dosis a 1 gota cada 12 horas, algo común en algunos tratamientos, según profesionales que usan el aceite en veterinaria. Hoy Silver tiene 13 años, pesa 4,5 kilos y convive mucho mejor con Fernando, Luna y Mía. “Dudaba que fuese a funcionar, ya que al probar medicamentos testeados no surtieron efecto, pero me sorprendió el progreso”, comparte Fernando.
Agradecen compartir
Durante toda la jornada del jueves habrá dos canales por Instagram con charlas de las dos organizaciones que buscan incorporar a la veterinaria al registro de quienes recetan cannabis en Argentina. Una es Veterinari@s Dedicad@s a la Terapia Cannábica de Rosario Argentina y la otra es Veterinarios Cannábicos Argentina. Ambas están en Instagram como @vedtcra y @veterinario_cannabicos_arg respectivamente.
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