De punta a punta de una noche de cien minutos de duración, la belleza, la sensibilidad y el testimonio se reunieron más allá de las formaciones y los estilos para añadir otro gesto de audacia de este espacio cultural al tender puentes entre lo popular y lo académico.
Sin forzar los territorios sonoros y, en cambio, generando un cruce virtuoso que bien podría sintetizarse a partir de la simplificación de apreciar música de la buena en desmedro de la otra, el Encuentro de Música Popular de Rosario regaló otra función para su rica historia.
Música argentina para cuerdas, propuesta estrenada en marzo pasado para acompañar la memoria en un nuevo aniversario del golpe cívico-militar perpetrado en 1976, llegó naturalmente a esta cita colectiva ya que varias de sus voces populares conforman el staff fundador y continuador del proyecto que está festejando dos décadas de actividad.
La Orquesta de Cámara bajo la batuta del pianista Lucas Querini y con su dotación de violines primeros, violines segundos, violas, violoncellos y contrabajos, añadió las percusiones de Juancho Perone y la guitarra de Marcelo Stenta, para abismarse en el repertorio folclórico y de la canción con una delicada y cuidada puesta.
Sobre esa base inspirada y elaborada, las voces de Myriam Cubelos, Aldana Moriconi, Martín Neri y Julián Venegas fueron capaces de completar un entramado donde la excelencia habla una lengua popular sin pedir permiso, sin tener que subirse a un banquito o maquillarse para la ocasión.
Toda esa formación instrumental y vocal (con canto solista, en dúos, y cuarteto, según lo demandara el programa previsto) funcionó como tributo, evocación y actualidad en torno a obras de Raúl Carnota, Chacho Muller y Jorge Fandermole hasta llegar al final con “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez.
El canto maestro de Cubelos inauguró el segmento primero leyendo “Plan de exterminio” de Eduardo Galeano y luego entonando «Esencia de mi pueblo», primero de la trilogía de Carnota que continuó Neri (tras narrar “Dame la mano” de Paco Urondo con su sobrecogedora estrofa “Arderá el amor; arderá su memoria, hasta que todo sea como lo soñamos, como en realidad pudo haber sido”) y «Pecado de juventud», y cerró Moriconi con «Gatito e’ las penas».
El tramo dedicado a Muller reunió a «Pescadores de mi río» (sobre arreglo de Juan Quintero y cantado por Moriconi), el triunfo «Mariano el abanderado» (que Cubelos prologó con otro escrito de Galeano), el lirismo de Venegas para «Ay, Soledad» y un encendido Neri sobre la huella «Pampa gringa».
La dupla Neri-Cubelos abrió el segmento Fandermole (“otro honor”, dijeron a dúo, con «Oración del remanso»), Venegas navegó con «Chamarrón de proa», mientras que con Neri compartió «Huayno del diablo» (que en su hechura añade a Lucho González) y con Moriconi hizo «Sueñero».
Después de “La muerte duplicada”, texto del rosarino Jorge Riestra, la totalidad del elenco se unió para «Yo vengo a ofrecer mi corazón», sumando a la mesa a un Fito más allá de su recorte serial.
Pero antes de esa actuación de fondo, la refinada propuesta de Saba-Chiodi en piano y vientos introdujo sabiamente esa atmósfera donde la música es una sola y brumosa caricia que burla casillas y denominaciones.
Primero en dupla con una nueva lectura en torno «Saramani» (pieza que la pianista creó como homenaje a Sara Mamani) y enseguida integrando a Perone en la percusión para otro tributo, en este caso, al fallecido percusionista Rodolfo Sánchez con la hermosa zamba «Años después», compuesta por Chiodi.
Otras dos obras de Saba: «Malambo libre» (también título de un disco que está cumpliendo 20 años) que compartió con Perone y el huayno «Sol y luna», en este caso en trío, fueron más que un aperitivo sino una magnífica puerta de entrada a lo que llegaría instantes más tarde.
La clausura de este cumpleaños que merecería una audiencia más nutrida volverá a tener sede este sábado en el Teatro Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque España con una propuesta cuyo plato saliente es el homenaje a la pianista, autora y formadora Hilda Herrera.