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Encuentro iluminado por el rock

El sábado más de 15 mil personas se dieron cita en el Hipódromo del Parque Independencia para disfrutar de la primera edición del evento en el que tocaron 18 bandas en una jornada que contó con múltiples actividades

“¿Es impresión mía o el ambiente es más luminoso, más descontracturado que el de otros festivales?”, se preguntaba el bajista de una banda rosarina que, tras haber terminado su show, disfrutaba junto su pequeño hijo y su pareja, en medio del público, del recital que en ese momento daba Guasones, al tiempo que los fanáticos de la banda agitaban banderas y coreaban las letras de memoria, ritual característico del público stone de Argentina. “Es cierto, a mí me dio la misma sensación, hay menos reviente, más luminosidad”, le respondía un colega suyo, guitarrista del ambiente del rock de la ciudad que paseaba con una gaseosa en la mano.

El hecho de que en el Festival Bandera, que se desarrolló el sábado en el Ovalo del Hipódromo del Parque Independencia, se hayan montado tres escenarios, con amplios pasillos para que la gente circule, y grandes espacios donde sentarse, charlar y descansar, daba lugar a un ambiente distendido, cómodo. Pero la luminosidad que la charla refería era otra: el público, diverso en cuanto a gustos pero joven en su mayoría, explotaba cuando sonaba su banda favorita y luego paseaba, charlaba, comía y tomaba algo, esa especie de tensión nerviosa que muchas veces flota en los encuentros masivos, esta vez, parecía estar ausente.

La jornada que llegó a reunir a más de 15 mil personas había comenzado en plena tarde, bajo un sol radiante, cuando la gente lentamente que se iba acercando, se sentaba en canastita, esperaba por sus bandas favoritas o se entretenía recorriendo el predio. Con el correr de las horas la convocatoria crecía y el clima festivo se hacía cada vez más evidente.

Entre los primeros shows de la tarde estuvieron los de Matilda y Alto Guiso, bandas locales que luego fueron secundadas por otro conjunto de la ciudad como es The Killer Burritos, cuyo líder y cantante, Coki Debernardis, demostró su carisma de rockero de toda la vida cantando una de sus canciones subido a las vallas que separan el escenario del público. Al final de la tarde, con la mayoría del público dentro del Hipódromo, fue el turno de bandas como El Kuelgue y Dancing Mood.

Pasadas las nueve de la noche, bajo las luces de los reflectores, Los Espíritus, prometedora banda que parece renovar la mística del rock reciclando sonidos y motivos de los años setenta, acercaba muchísima gente alrededor del escenario. Se los escuchó con mucha atención y entusiasmo y fueron más que aplaudidos. Miss Bolivia, en simultáneo, daba quizás el concierto más eufórico de la noche: desde el escenario, exclamaba consignas feministas como “Ni una menos, vivas nos queremos” –que de hecho forman parte de sus letras– y su público, compuesto mayoritariamente por chicas jóvenes, ponía el grito en el cielo. Se levantaron y agitaron, más de una vez, los pañuelos verdes de la campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y también se vieron un par de pañuelos naranjas que claman por la separación de la Iglesia y el Estado.

Cuando un rato más tarde actuaba Babasónicos, una banda ya legendaria que se sigue renovando, el evento conseguía su broche de oro: mucha gente fue casi exclusivamente a verlos a ellos, a pesar de haberlos visto, dos meses atrás, en el Salón Metropolitano.

Finalmente, la parte más festiva tuvo su lugar cuando tocó la Delio Valdez, que hizo su show de cumbia de percusión y orquesta de vientos ya pasada la media noche.

¿Qué es hoy un festival de rock? Principalmente un lugar de encuentro, diversión y esparcimiento: abundaron los puestos de comida, bebidas y de merchandising y bajo una de las tribunas del Hipódromo, incluso, se habían montados barberías, espacios de realidad virtual y hasta máquinas de video juegos, las famosas “maquinitas” que fueron furor en los noventa. También es un lugar de desahogo y pertenencia, como lo dejaron en claro los seguidores de Guasones –entre sus banderas, podía verse una con la inscripción Ciudadela, localidad de la provincia de Buenos Aires– y de disidencias y expresiones de luchas colectivas de la época como quedó demostrado con Miss Bolivia.

Una productora local se había propuesto armar un festival de rock de gran magnitud, como hacía alrededor de diez años no sucedía en la ciudad, y con el apoyo del municipio y la provincia lo llevó adelante con gran entusiasmo: alrededor de 15 mil personas disfrutaron de dieciocho bandas tanto locales como nacionales en esta primera edición de Bandera, que al parecer se piensa repetir en los años siguientes.

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