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Enredarse para liberarse

Por Laura Hintze.- Ayer por la tarde se llevó adelante en Rosario el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre en simultáneo con diversos países de América y España. ¿El objetivo? Vencer el “miedo al cambio”.

“Internet de todos para todos” podía leerse en una remera que daba vueltas entre unas cuantas CPU y otras tantas notebooks. La insignia bien resumía lo que estaba pasando en el primer piso del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC): el Festival Latinoamericano de Instalación de Software libre, que se llevó adelante a lo largo de toda la tarde de ayer. Lo mismo sucedía en diferentes puntos de América latina y España; un festival para que la gente conozca e instale en sus computadoras sistemas operativos abiertos y libres. En este marco, a lo largo de la jornada hubo instalaciones, muestras, charlas y contacto con Lugro, la comunidad de Software Libre local.

El Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (Flisol) estuvo organizado en la ciudad por el Grupo de Usuarios de Software Libre de Rosario (Lugro), con el objetivo de promover y difundir el uso de Software Libre. Durante todo el día se instaló y enseñó a utilizar Linux, además de cuatro charlas relacionadas con la temática. El encuentro estuvo respaldado por: Proyecto Lugro-Mesh, Libro Blanco sobre Software Libre, comisión directiva provincial de Amsafé y la Municipalidad de Rosario. Cabe destacar que Rosario es el primer municipio argentino en implementar una política activa hacia la adopción, difusión y publicación de software libre en la región.

Este tema suele pensarse alejado de lo que el común de la sociedad maneja, conoce y cree poder conocer. Sin embargo, las nociones de Software libre, cultura libre y propiedad intelectual –estas últimas dos entraron en debate público a partir de la existencia de internet– son nociones con las que se tiene que lidiar todo el día: “bajar” un CD, mirar una película en línea, usar el navegador Firefox porque es más rápido representa una decisión y una elección que en cualquier momento puede desaparecer. Por esa razón, el principal obstáculo que tiene la distribución del Software Libre es el miedo al cambio, y es por eso mismo que suelen organizarse encuentros como el de ayer. “Cuando se ve funcionando, la gente se da cuenta que los programas libres funcionan muy parecidos a los de Windows, a la vez que se pueden seguir preservando nuevos programas”, explicó Sebastián Criado, miembro de Lugro, la comunidad de usuarios de software libre de la ciudad.

“El Software Libre te da libertades que otros softwares no. El software que generalmente se usa es lo que nosotros denominamos privativo, porque utilizan licencias que te privan de muchos derechos que podrías tener. Como, por ejemplo, la posibilidad de usar el programa para lo que sea, de estudiarlo, saber cómo funciona, conocer su código fuente (su receta), modificarlo agregándole o sacándole cosas; y, además, la posibilidad de redistribuir esas modificaciones. Para nosotros, copiar es algo muy bueno, y la licencia Software Libre permite hacerlo. Nadie te va a decir nada por darle a otro un programa que bajaste de internet”, explicó Criado. En ese sentido, añadió que no es necesario querer modificar programas y códigos fuente para el uso del Software Libre, sino que sus beneficios pueden verse desde otras perspectivas, como por ejemplo, la falta de problemas con los famosos virus y hasta la posibilidad de no tener inconvenientes ni morales ni legales: “la mayoría de las personas y empresas utilizan Windows robado, ¿por qué hacerlo si existe un mundo libre que te permite distribuir, estudiar y modificar sin deberle nada a nadie?”.

Festivales como el de ayer se repiten varias veces al año. Desde la perspectiva de Sebastián, la gente está cada vez más informada. “Nosotros empezamos a organizar este tipo de eventos más o menos en el año 2000, y nadie sabía nada de lo que hablábamos. Antes queríamos que la gente entienda qué es el Software Libre en sí y por qué es buena su expansión. Ahora nos esforzamos para hacer ver que la utilización de esos programas es bueno, y que además hay un mundo más grande todavía”. Internet y el dilema de las violaciones al copyright han llegado a ser temas de debate en redes sociales y charlas de café, especialmente este verano con las leyes que se discutieron en Estados Unidos y el cierre de Megaupload. “Cuando pasan esas cosas empezas a replantearte cosas que antes no. Hablamos de libertad, neutralidad de la red, de pensar que vigilan permanentemente lo que hacés y navegás, que los Estados solicitan que se guarde la información de lo que hacés cada vez que entrás en internet”.

Es así como este debate comienza a mutar en una discusión en función de qué es la cultura libre; el eje del debate no es sólo el software sino otros bienes de la humanidad:  música, arte, libros. En ese sentido, uno de los esquemas que tiene más relevancia en cuanto a cultura libre es el de licencias Creative Commons (CC). Éstas nacieron de la mano con nuevos sistemas operativos y se expandieron contra las restricciones al acceso a otros bienes. “Es muy raro que Creative Commons haya podido existir sin que antes lo haya hecho una comunidad de Software Libre, sin que antes exista el concepto de elaborar una licencia que permita libertad a los usuarios y sin que se haya encontrado un beneficio que no sea netamente económico: hay beneficios sociales que antes no se ponían sobre la mesa porque estaban en control de grandes empresas”.

Creative Commons da lugar a varias alternativas sobre cómo hacer una licencia propia. Así, se puede elegir cómo compartir, bajo qué fines, si se puede modificar o no el trabajo, etcétera. Cada uno tiene su propia licencia para su propia obra, la persona tiene la oportunidad de decidir sobre su propia producción. “Eso queremos dar a conocer: que la gente tiene poder sobre lo que produce”, sintetizó Criado. Según él, con la utilización de CC pasa lo contrario a lo que muchos podrían creer. Las personas no eligen licencias ultra restrictivas, sino que arman licencias útiles para la sociedad. “Ésta es una nueva forma de pensar la cultura: en vez de verla de manera vertical, que te bajan lo que tenés que leer, escuchar, etcétera, ahora el mismo usuario que consume es el que produce. La cultura se genera y distribuye de manera mucho más horizontal”.

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