Lisandro Enrico heredó su nombre de la admiración de su padre por don Lisandro de la Torre. Cree que semejante impronta ayudó a marcar su vida política, que se inició, recuerda, cuando era muy pequeño. «Mis amigos jugaban al fútbol y yo leía sobre historia, sobre lo público, tenía ese interés», recuerda en diálogo con El Ciudadano el senador por el departamento General López y designado ministro de Obras Públicas de la gestión de Maximiliano Pullaro.
En 1995, recién llegado a Rosario, se acercó a un Ateneo del radicalismo y se afilió al partido que lo cobijaría hasta el día de hoy. «Lo elegí porque el radicalismo es un partido amplio para quienes entendemos que la persona es el centro de la acción política», razona. Al poco tiempo conoció a Maximiliano Pullaro, con quien forjó una amistad en su época de estudiante y junto a quien planeaban tomar la Defensoría del Pueblo si Carlos Menem lograba imponer su proyecto de re-reelección. Hoy se ríe de aquella determinación, pero sirve para entender el grado de idealismo de aquellos jóvenes radicales recién llegados a Rosario.
Para la gestión como ministro, más allá de las complicaciones que pueda suponer la intención del gobierno nacional de frenar la obra pública, se plantea dos premisas: vincular la infraestructura al eje productivo y profundizar la transparencia.
—¿Cómo fueron tus inicios en la política?
—Fue una vocación de niño. Algo que me gustó desde chico, desde que tenía 8 años. Mis amigos jugaban al fútbol y yo leí sobre historia, sobre lo público, tenía ese interés. Además de que me llamo Lisandro por Lisandro de la Torre, mi papá era un latorrista. Él era demócrata, pero se alejó del partido en la época de (Ricardo) Molina, de (Horacio) Thedy, en los 70. Ese nombre te marca un poco, ¿no?
En 1995 empecé a militar, me acerqué a un Ateneo de Santiago y San Juan, tenía 19 años y estaba estudiando abogacía en la Universidad Católica, donde no había militancia política. En el Ateneo estaban Fabián Peralta y Mónica Peralta. Recuerdo que me afilió Fabián en la panadería Cristal, de calle Paraguay.
—¿Por qué elegiste el radicalismo?
—Lo elegí porque el radicalismo es un partido amplio para quienes entendemos que la persona es el centro de la acción política. Es un partido que tiene amplitud. El peronismo es un partido con otra orientación, los partidos de centroizquierda y de centroderecha también. El radicalismo es más amplio. Y ahí empecé. Siempre en los comités, no en la facultad. Y a los 24 años me eligieron concejal en Venado Tuerto. A mi actual esposa la conocí en una campaña política. La política atravesó toda mi vida.
En 1997 lo conocí a Maxi, al poco tiempo de haber empezado. Ese mismo año tuve mi primera candidatura a concejal en Venado Tuerto. En ese grupo éramos muchos del sur y empezamos a militar juntos.
La primera reunión que tuvimos en la Juventud Radical fuera de Venado Tuerto fue en Labordeboy. Ese día, año 1998, estaba Maximiliano Pullaro, pero también estaba Gisella Scaglia, el otro día publicó el diploma que le habían dado ese día. Nunca más nos vimos y ahora nos reecontramos en esta circunstancia. En esa época no existía el PRO ni el Frente Progresista.
—¿Cómo fue madurando la relación de confianza que tenés con el gobernador electo?
—Con Maxi luchamos juntos siempre. En una época nos reuníamos en una Esso que estaba en 9 de Julio y Oroño, en la ápoca del proyecto de re-reelección de Menem, que era como una afrenta constitucional. Y nos habíamos preparado para que si eso ocurría íbamos a tomar la Defensoría del Pueblo, que estaba en Oroño y Zeballos, a manera de protesta, como en la vieja época del radicalismo. Éramos militantes, pensábamos en no irnos hasta que no bajaran el proyecto. Éramos tres, ¿cuánto podíamos a llegar a durar ahí adentro? Después finalmente no se concretó el proyecto de Menem, se ve que se enteraron de lo nuestro (risas).
Maxi siempre fue de una política de mucho trabajo. De estar, de recorrer. De insistir, de ir, de ser muy solidario con los correligionarios. Siempre fue de ir, estar acá, allá. Mi vida política fue más de estar en Venado Tuerto, en el departamento General López, pero él hizo una carrera política en toda la provincia.
—Vas a estar a cargo de un área estratégica del gobierno, ¿qué es lo que hablaste hasta el momento con el gobernador electo?
—Maxi Pullaro quiere un gobierno activo, presente, que dé respuestas. Y un Ministerio de Obras Públicas que también tenga ese nivel de presencia en el territorio, con obras vinculadas a la producción, que caminen juntas esas dos cuestiones. Nuestra provincia es fuerte, grande y tiene espalda, porque es una provincia tienen un gran tejido productivo y económico, industrial y comercial. EL gobierno tiene que tratar de alentar ese tipo de miradas, no ponerles piso, no perseguirlos ni mirar para otro lado. Maxi siempre planteó eso: que el eje de producción e infraestructura tienen que caminar juntos. La obra pública tendrá ese enfoque. Después también, no porque haya un manto de sospecha sobre nadie, sino porque es una necesidad de los tiempos y una demanda de la sociedad, la gestión de obra pública tiene que empezar a tener a partir del gobierno de Maxi Pullaro un estándar de calidad vinculado a la transparencia. O sea, tiene que empezar a darse ese sello de calidad en la obra pública santafesina. No es que esté diciendo que tal empresa o tal política no son transparentes. Digo que a partir de ahora la sociedad tiene que saber, ver, tener información, tiene que enterarse, con la mayor transparencia posible.
—¿Eso cómo se logra?
—Se logra aplicando estándares, con procedimientos abiertos, con más publicidad. Cuando ustedes puedan como medio enterarse de todos los oferentes que se presentan en una obra, por pequeña o grande que sea, si quieren, pero si no que sepan como llegar a esa información, donde verla. Cuando empiecen a hacerse públicas algunas resoluciones de parte de las áreas de obra pública. Cuando el Estado empieza a tomar medidas con aquel funcionario o empleado que se mandó una macana y se instale de esa manera. Es una buena práctica tener un programa de integridad y que también las empresas vayan teniendo esos mismos estándares. Así como a veces hay un estándar ambiental en la obra pública, tiene que haber un estándar de transparencia en la obra pública.
—¿Cómo se aplica todo eso?
—Nosotros vamos a crear una Dirección de Transparencia de Gestión, que va a encargarse de eso. Transversalmente a todas las áreas ministeriales empezamos a construir ese estándar institucional en esta área. En todo el gobierno, pero en la obra pública merece una confección especial. Cómo seleccionás oferentes, cómo licitás, cómo publicitás, cómo informás, cómo permitís la participación, es importante.
Los ciudadanos tienen que tener la posibilidad de conocer cómo el gobierno invierte el dinero de la gente. Si en la Argentina no hay mal uso de los fondos públicos, los fondos tienen que alcanzar. El dinero de la gente, de los impuestos, tiene que estar lo más transparentado posible. Queremos que cada uno puede acceder, aunque sea desde su celular. ¿Van a licitar una reparación de la autopista? Bien, ¿cuáles empresas se presentaron?, ¿cuánto ofrecieron?. La Dirección de Vivienda y Urbanismo emite 3.500 resoluciones por año. Bien, ¿dónde se publican? En ningún lugar, bueno, ésto hay que hacerlo público, sacando las cuestiones que son personales. Pero es un estándar de calidad institucional que en la obra pública tiene que darse, y la gente en esta elección lo puso muy de moda. Vemos que hubo un castigo muy grande al kirchnerismo a nivel nacional, además de las causas judiciales, y hubo todo un planteo de parte del candidato Milei respecto de ésto.
Licencia
Enrico se propone asumir como senador provincial y luego tomarse licencia y mudarse a la Casa Gris para jurar como ministro de Obras Públicas de Santa Fe. “Dejo el lugar de senador porque no puedo ejercer los dos cargos. Me da licencia la Cámara y me reemplaza la senadora suplente, que va a ser la única mujer en el recinto”, explicó. “Me acaban de elegir senador hace tres meses y decirle a la gente que renuncio me parece una falta de respeto a los ciudadanos de mi departamento. Acepto la convocatoria del (electo) gobernador (Pullaro) para ocupar un espacio, que será por el tiempo que defina. Puede decirme ‘hasta acá llegamos’ y designar a otra persona, en ese caso deberé volver a ocupar la función para la que me eligió la gente”, resumió en Radio 2.