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Entre alegrías y tristezas

Bares de avenida Pellegrini y otros de zona norte se colmaron de hinchas que se juntaron a ver el partido

Otra vez hubo festejo en Arroyito. La desolación del estadio de Arsenal tuvo su contraparte en los bares de la avenida Avellaneda, a pocas cuadras del Gigante. Los hinchas de Central celebraron el triunfo. Distinto fue el escenario en avenida Pellegrini, epicentro elegido por los simpatizantes rojinegros, que terminaron mascando bronca por la derrota.

El taco de Germán Herrera que infló la red en el complemento desató la locura y todo fue festejos hasta el final. La floja versión que ofreció Newell’s no dejaba dudas a los hinchas: el triunfo iba a ser canalla.

En el bar Heisenberg, ambientado al estilo de la mítica serie norteamericana Breaking Bad, no cabía un alfiler. Su tradicional chapa de cervecería artesanal se esfumó durante la hora y media que duró el partido.

Pasaban los minutos y el partido no ofrecía nada, sólo algunos avances leprosos que poco preocupaban a los hinchas canallas. Había tiempo para las charlas. “Se escuchan los gritos de los jugadores, que triste que se haya jugado en Buenos Aires y sin público”, dijo un joven mientras daba pequeños sorbos a su vaso de cerveza, ilustrado con el rostro de Walter White.

Del otro lado de Rosario, en el bar El Paso, todo era rojinegro. Los hinchas celebraban cada avance del equipo de De Felippe como si fuese un gol, aunque esto estaba lejos de suceder.

Con poco para rescatar terminó el primer tiempo. Desde Heisenberg, el minimarket La Previa y el bar Ribereño, la gente canalla salió a la calle a cantar y hacer sonar los bombos. También desplegaron banderas y tiraron pirotecnia.

El entretiempo también dio para chistes. Un veterano hincha que tenía un gorro de Central con el rostro de Juan Domingo Perón fue abordado por las cámaras de televisión para que analice el primer tiempo. “Ohh no sos peronista, sos de Newell’s y macrista”, le cantaban sus amigos cerveza en mano ante el enojo del hombre, que se identificaba con el movimiento justicialista.

La vuelta a la mesa trajo una rápida alegría. Herrera puso el 1 a 0 temprano y de ahí en más sólo hubo lugar para el festejo. Un hincha incluso se animó al “fondo blanco” con una pinta cuando Central se puso en ventaja. La alegría valía los 100 pesos que consumió en segundos.

Poco después llegó el 2 a 0 de Fernando Zampedri y la avenida Avellaneda explotó ante un Gigante que parecía lamentarse de no poder cobijar a la gente que cada fin de semana lo rebalsa.

Los que no se lamentaban eran los encargados de los bares. “Pago otra ronda”, fue la frase que más se escuchó desde que Central se puso arriba. Salían pintas, porrones y botellas de vino tinto como un fin de semana de verano, quizás más todavía.

Los hinchas salieron a la calle antes de que termine el partido. La caravana comenzó frente al Gigante pero se expandió por toda la zona norte. También en barrio Pichincha y, como siempre, fue el Monumento el lugar elegido para la concentración.

En Pellegrini todo fue desazón, cientos se volvieron a su hogar con la tristeza propia de un duelo perdido, aunque dejaron la vida en el bar.

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