En 12 horas, los que se hacían los desentendidos incineraron sus agendas para desfilar por el Mercado Central en la cumbre convocada por Unidos y Organizados (UyO) que, con su homenaje ritual a la derrota de Néstor Kirchner en 2003, logró recuperar –al menos por un rato– la centralidad ultra-K.
El atardecer del jueves de la semana pasada, antes de que los caciques de UyO se encerraran a negociar la ruta del show, los candidatos no tenían previsto ir: Daniel Scioli no lo tenía agendado, Sergio Urribarri y Diego Bossio avisaron que no, Florencio Randazzo andaba con otro plan y Juan Manuel Urtubey ni estaba al tanto. Jorge Capitanich, hiperactivo, era el único confirmado.
El viernes, el murmullo de la presencia de Cristina de Kirchner y una tenaz ronda de llamados revirtieron el vacío inicial que pudo ser dramático para el dispositivo ultra–K. Al final, unos –según los organizadores– 15 mil militantes devolvieron este domingo al kirchnerismo una postal de masividad y vitalidad.
En paralelo, UyO –el espacio que Cristina lanzó en 2012 como una expresión purista y sectaria– recuperó el centro de la escena híper-K al lograr que los candidatos del dispositivo oficial –salvo Randazzo y Urtubey– desfilen por el acto.
Como un truco de magia demasiado obvio, Randazzo –que avisó que tenía una “impostergable” cuestión familiar– y Urtubey tienen programada una actividad juntos en Salta durante esta semana.
En el tránsito, La Cámpora cedió los instantes de mayor visibilidad. Capitanich quedó a cargo de la apertura y operó como lazarillo de Scioli, mientras que Carlos Zannini le ganó la pulseada a Andrés “Cuervo” Larroque y se quedó con el centro mayor: el micrófono único y último en el acto de cierre.
Gerenciamiento
El secretario de Legal y Técnica apuesta hace tiempo a convertirse en la figura que gerencia UyO, oficio que hasta ahora encarnaba La Cámpora con Larroque como brazo operativo. Por ahora, esa variable cambió. En el planeta K, la agrupación vía “joystick” que apadrina Máximo Kirchner es el imán de todas las críticas –en particular del peronismo convencional– y su repliegue es táctico. Fue una de las concesiones para darle volumen a la cita ultra–K.
Zannini replicó ayer el tono cristinista al poner el foco sobre la militancia joven –“lo único nuevo son ustedes, lo demás son caras gastadas”– y revisitó 2003 al decir que el establishment quería un balotaje entre Carlos Menem –»el innombrable”, que en 2011 fue pegado a la boleta de Cristina– y Ricardo López Murphy. “Pero les salió un grano en el culo que fue Néstor Kirchner”, dijo Zannini.
El “Chino”, de histórico perfil bajo, fue el orador central en el acto por el 24 de marzo en la ex Esma y el domingo, con tono combativo y giros taquilleros, cerró el encuentro de UyO donde pidió a los militantes “ser grandes interpeladores de cuanto candidato aparezca”.
Zannini confirmó un principio general cristinista: la presidenta no tiene, todavía, sucesor preferido.
Todos juntos
En ese territorio de incertidumbre se movieron, ayer, los variopintos aspirantes del FpV. De Scioli a Urribarri y el santafesino Agustín Rossi, de Bossio al vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, que pujan, al igual que el matancero Fernando Espinoza, el titular de la Afsca, Martín Sabbatella, Fernando “Chino” Navarro o incluso José Ottavis, para entrar en la ruleta grande de la fórmula bonaerense.
La diversidad K juntó a todas las tribus de todo tamaño y origen –de La Cámpora a Kolina, Miles, Nuevo Encuentro, el Evita y, entre otros, Los Hijos de Juana, con expresiones de la JP y delegados de intendentes y gobernadores– y les dio pantalla a actores como Carlos Castagnetto, vice de Desarrollo Social, el titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina, el intendente Julio Pereyra, Luis D’Elía y Milagro Sala. Y Amado Boudou, que se paseó sonriente y con look casual, mientras José Ottavis, fan de las camperas con motivos bélicas de las que alguna vez le reprochó Kirchner en persona.