«Quiero encontrarlo», expresa Yolanda Medina al inicio de una entrevista con El Ciudadano que termina de la misma manera. «Quiero encontrarlo», reclama a lo largo de una charla donde reafirma una y otra vez su necesidad de dar con el paradero de Oscar, su hermano desaparecido por la última dictadura cívico militar. «Creo que la desaparición es la tortura más terrible que pudieron hacer estos asesinos. Necesito saber dónde está».
En los Tribunales Federales de Rosario se lleva adelante la causa Klotzman que investiga por primera vez los crímenes cometidos en la Quinta de Fisherton (San José de Calazans al 9100). Oscar Medina era militante del PRT-ERP y tenía 23 años cuando fue secuestrado de su casa en Villa Gobernador Gálvez la madrugada del 20 de octubre de 1976. Su caso y el de 28 víctimas más se investigan en este juicio que inició en septiembre de 2020 y cuyas audiencias se retomaron la segunda semana de febrero. Fue en esta oportunidad que declaró Yolanda. Este miércoles 24 de febrero continúan las audiencias.
«Lo buscamos por todas partes donde pensamos que nos podían dar una respuesta. Todos los días de mi vida me levanto esperando tener esa respuesta», expresa con la voz entrecortada. La mayoría de las víctimas era militante del PRT-ERP, lo que para los organismos de derechos humanos da cuenta del ensañamiento de los militares contra esta organización. Además, en esta elevación de la causa solo hay un sobreviviente: Fernando Brarda, quien durante mucho tiempo fue el único conocido.
Yolanda subraya lo que tuvieron que deconstruir sobre el accionar del Ejército y la Policía aquellos días: «Oscar ya había estado detenido cuando era delegado en los Talleres Filippini. Fue por un reclamo de pago a término. Se desató un conflicto gremial que terminó con su despido y sus compañeros hicieron un paro reclamando su reincorporación. Entonces la empresa lo acusó de agitador y el 28 de julio de 1974 se lo llevaron. Estuvo nueve meses en la cárcel y sufrió todo tipo de torturas. Ahí empezó una persecución feroz contra él y toda la familia. En octubre de 1976 fue detenido de nuevo, pero en ningún momento entendimos que eso era un secuestro. No lo creíamos, teníamos otra imagen del Ejército, así nos enseñaron. No sabíamos que el Ejército secuestraba, robaba, torturaba y hacía desaparecer a las personas. Creíamos que estaba detenido y cuando entendimos que era un secuestro fue desolador. Entendimos que no lo íbamos a encontrar, fue muy triste. Así empezamos nuestra búsqueda con mi madre Elisa».
Yolanda enumera los lugares donde buscaron a Oscar: el Destacamento 121, la Policía Federal y Tribunales Federales. En todos recibieron la misma respuesta: amenazas, desprecio o burlas. También buscaron ayuda en alguien que creían que había sido amigo de Oscar, el cura Eugenio Zitelli. «Nos dijo que se lo habían llevado en un operativo y que nos iba a ayudar a encontrarlo. Tan ignorantes fuimos, no entendimos que nos iba a ayudar el que era parte de los secuestradores. Él no podía ignorar lo que estaba pasando porque era el capellán de la dictadura», cuenta.
Zitelli fue capellán de la Policía de Santa Fe durante aquellos años. Murió impune en 2018 a pocos días del inicio del juicio que lo tenía en el banquillo de acusados: la megacausa Feced que investigó los crímenes cometidos en el ex Servicio de Informaciones -SI-, el centro clandestino de detención y tortura más grande de la provincia.
El primer lugar de contención que encontraron Yolanda y Elisa para encauzar su búsqueda fue Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Yolanda destaca su lucha y agradece la escucha y ayuda que recibieron. Familiares nació en septiembre de 1976 y fue una de las primeras organizaciones que reunió denuncias sobre las desapariciones.
Elisa fue además una Madre de Plaza de Mayo que participó de la ronda todos los jueves en Rosario. Falleció el 1 de mayo de 2009, luego de una vida de búsqueda inclaudicable y a meses del inicio del primer juicio de lesa humanidad de la ciudad.
«Con vida se los llevaron, con vida los queremos, fue la primera consigna que tuvimos. Me duele decir eso porque no pudo ser. Hoy quiero encontrarlo, quiero que los jueces hagan justicia y que los asesinos digan dónde los dejaron, qué hicieron con ellos. No quiero a ninguno de ellos con prisión domiciliaria porque están viejitos, ¡Nosotros también nos volvimos viejos y no tenemos a nuestros seres queridos! Sufrimos todo lo que ellos hicieron. Llevarse a nuestro Oscar fue lo más terrible que pudieron hacer. Quiero que digan dónde están los desaparecidos. Que paguen en la cárcel común como cualquier asesino porque además eran torturadores, violadores seriales y ladrones», manifiesta, vehemente.
Romper el silencio
Daniel Guibes es el segundo sobreviviente conocido de la Quinta de Fisherton pero su caso no se llegó a constituir en esta elevación. No era militante de ninguna organización y le llevó 40 años hablar sobre su secuestro más allá de su círculo familiar.
Como Guibes, hay muchos. «En los juicios siempre aparecen nuevas víctimas», afirmaron a El Ciudadano desde la Fiscalía antes de la última sentencia de lesa humanidad en la ciudad. Cuando se acercan a declarar, a contar lo que vivieron, ayudan a reconstruir el circuito del genocidio en la ciudad y colaboran en la búsqueda de información sobre los miles de desaparecidos.
A esas personas, Yolanda les dice: «Que ya no tengan miedo, pueden hablar. Entiendo el miedo porque con mi madre lo tuvimos pero hicimos una elección, cuando se llevaron Oscar se llevaron la mitad de la vida pero entre el miedo y la cobardía elegimos el miedo y salimos a buscarlo. Hay mucha gente que nos ayuda y puede decir a quiénes vieron en los centros clandestinos para que las familias sepan dónde estuvieron, que estuvieron con ellos. Les pido que hablen pero lo pido con mucho respeto, yo sé que muchos no pueden hablar por el trauma que les ha quedado. Ojalá pudieran superar todo pero es muy difícil. A partir de las torturas y desapariciones es otra la vida, cambió la nuestra para siempre».
Quinta de los Comandates
Héctor “Chinche” Medina también es hermano de Oscar. Quedó detenido en 1975, a los 17 años, por su militancia en el PRT y se convirtió en la persona más joven en estar a disposición del Poder Ejecutivo hasta que en 1984 recuperó la libertad. Como Yolanda, se sumó a la búsqueda de su hermano y en diciembre de 2020 declaró en la última audiencia del año por la causa Klotzman.
Ambos junto a organismos de derechos humanos, impulsan la búsqueda de los restos de Oscar y otros desaparecidos de la Quinta de Fisherton que podrían encontrarse en el predio donde funcionó el centro clandestino de detención denominado como La Quinta de los Comandantes, ubicado en Villa Gobernador Gálvez.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) llevó a cabo un relevamiento del lugar en agosto de 2020 y tiene previsto iniciar trabajos de prospección este año. En ese momento, Graciela Esperanza Villareal, ex detenida, reconoció esta Quinta como el lugar donde permaneció secuestrada en 1976.
La Quinta de los Comandantes se encontraba en un predio dependiente del Segundo Cuerpo de Ejército, ubicado en Ayacucho y Circunvalación, donde en los años del terrorismo de Estado utilizaron los generales Ramón Díaz Bessone y Leopoldo Fortunato Galtieri para reunirse con empresarios, dirigentes políticos, sindicales y autoridades eclesiásticas de la zona de Rosario.
Detalles de la causa
Lleva el nombre de Klotzman porque es el apellido del primer secuestrado en operativos que se llevaron adelante entre agosto y noviembre de 1976, aunque la mayoría ocurrieron durante la primera quincena de agosto de ese año. Cada uno de ellos expone características similares y se autodenominaron “operativos conjuntos” por la participación coordinada de integrantes del Ejército y de la Policía Federal.
El juicio está a cargo del Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario, integrado por Emilce Rojas, Eugenio Martínez y Osvaldo Facciano. En esta etapa de la pandemia por coronavirus, las audiencias serán mixtas entre virtual y presencial, cada 15 días. La próxima será el miércoles 24 de febrero. Si los testigos lo solicitan podrán declarar de forma presencial.
Es la primera vez que se investiga en la ciudad a miembros de la Policía Federal y un caso de apropiación y robo de identidad- la nieta recuperada número 103. Esperan que haya una sentencia ejemplar a mediados de este año.
En la causa hay cuatro imputados: Jorge Alberto Fariña, Federico Almeder, René Juan Langlois y Enrique Andrés López. El primero es retirado del Ejército Argentino, destinado al Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario y ya ha sido juzgado por crímenes de lesa humanidad; los demás son ex agentes de la Policía Federal Argentina delegación Rosario y afrontarán su primer juicio de este tipo.
Los imputados están acusados por los delitos de homicidio agravado, privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos agravados, asociación ilícita y supresión de identidad, sustracción, retención y ocultación de un menor de 10 años.
Todos los acusados se encuentran en prisión preventiva en modalidad de detención domiciliaria. Desde la elevación en 2015 se sucedieron tres suspensiones hasta su inicio en septiembre de 2020. En el transcurso fallecieron tres represores vinculados a la causa: Luis Paulino Coronel, Rubén Oscar Jaime y Juan Dib. Los tres eran integrantes de la Policía Federal.
Las víctimas son: Cecilia Beatriz Barral, Ricardo Horacio Klotzman, la nieta recuperada hija del matrimonio Klotzman-Barral, Juan Alberto Tumbetta, Edgardo Silva, Osvaldo Aníbal Matosky Szeverin, Fernando Patricio Brarda, María Laura González, Ricardo José Machado, Elvira Estela Marquez, Liliana Beatriz Girardi, Julio Adolfo Curtolo, María Teresa Latino, María Teresa Serra, Elvio Ignacio Castañeda, Alejandro Ramón Pastorini, José Ángel Alba, Herminia Nilda Inchaurraga, José Rolando Maciel, Elena Cristina Marques, Dante Rubén Vidali, Isabel Ángela Carlucci, Víctor Hugo Fina, Héctor Alberto González, María Teresa Vidal Martínez Bayo, Juan Carlos Lieby, Daniel Emilio Garrera, María Victoria Gazzano Bertos y Oscar Alberto Medina.