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Entre la crónica y el humor, Miguel Rep dibujó la vida de Messi en su nuevo libro 

Por Alejandro Duchini (@aleduchini)


“Messi se percibe como un pibe que se lleva bien con todos, salvo con Países Bajos y Francia. No parece un muchacho que quiera molestar, y por eso lo imaginé como el extraterrestre”, dice el dibujante Miguel Rep, autor de Messi – Nacido extraterrestre (Planeta), que en algún punto se puede comparar con su serie sobre los molestos: Evita – Nacida para molestar y Diego – Nacido para molestar. El libro -con prólogo de Hernán Casciari- acaba de aparecer en librerías y se destaca por su originalidad, ya que cuenta la vida de Messi a través de dibujos geniales, textos cortos pero contundentes y mucha imaginación y humor.

No es la típica biografía que describe nacimiento, crecimiento, etc., del personaje. En estas 167 páginas el dibujante nos entrega un trabajo de colección, basado en datos que investigó su hermano, el periodista Jorge Repiso. Para entender mejor de qué se trata lo ideal es leer el libro. Pero por si acaso, va esta entrevista con el autor, que aprovecha para recordar a uno de sus mejores amigos y maestros: Roberto Fontanarrosa.

-¿Qué te llevó a elegir a Messi como personaje?

-Cuando (Gonzalo) Montiel hace el gol en la final contra Francia empecé a pensar el librito, que nunca tuvo como finalidad la serie molestar. La duda era qué le ponía: ¿nacido para campeón, nacido para triunfar, para winner? Pero eso no va con la mentalidad del humorista: uno siempre, como humorista, acompaña algo de la ambivalencia del triunfador que también fracasa. Y Messi tiene momentos de fracaso y de pérdida. Le cuesta que la abuela lo meta en Abanderado Grandoli, le cuestan los pinchazos. Hay voluntad por crecer, por aprender, por ser humilde hasta hoy. Pero eso conlleva a otra faceta del héroe, que se ve en el “salí pa’ allá, bobo” o en el Topo Gigio o en el “ganamos, la concha e’ su madre” o en la renuncia a la Selección. Este libro es hijo de la tercera Copa, del goce que tuve viendo la final, porque salvo después del tercer gol a Croacia nunca tuvimos relajo en el Mundial.

-¿Por qué extraterrestre?

-Porque es también un extraterrestre de nuestro sistema AFA, de nuestro sistema barra brava: nunca tuvo que soportar esas barras en el vestuario que sí tuvo que soportar Maradona. Messi es también un capitán tardío. Al no estar en el sistema del fútbol argentino se convierte en un extraterrestre de la tierra argentina. Y a la vez es un campeón del mundo muy veterano: 35 años. Quizás el campeón más postergado. Es un personaje más universal, los niños lo adoran, le sienta bien UNICEF.  A Maradona UNICEF lo hubiera echado por drogón. Por otro lado, al tratarse de dibujos, uno puede potenciar cosas.

-¿La sombra de Diego estará siempre al lado de Messi?

-Tienen muchos parecidos, pero a Messi le falta jugar contra Inglaterra. Siempre existen las comparaciones, más si sos el mejor del mundo, sos 10, sos argentino, sos petiso, sos zurdo. ¡Cómo no comparar tantas coincidencias! Además, Argentina es muy de comparar. El periodismo y la hinchada son de comprar. Lo lindo, más que la comparación, son los eslabones. Hay una relación entre esos pies de los años 80 y estos de los 2000. Pero en los libros que hice sobre Diego y Leo no comparo, sino que doy testimonio de lo que me parecen ellos, que son los mejores de su tiempo, cada uno en su contexto. Porque no es lo mismo triunfar desde la villa que ser de clase media baja. No es lo mismo ser ídolo en Argentinos Juniors o Boca que en Barcelona. Hay comparaciones que no se pueden hacer y otras tienen que servir, como cuando comprás los aportes de Freud y Young.

-¿Sobre qué otro nacido para molestar o extraterrestre te gustaría dibujar?

-Charly, tal vez. Porque es generador de mucha argentinidad de imágenes y de textos. Sería un libro más gordo que el de Diego o Messi. Aparte por el acompañamiento generacional que me dio Charly.

-¿Sos mejor dibujando fútbol o jugándolo?

-Me faltó potrero en la infancia. Al fútbol lo aprendí por la tele y a partir del Mundial 78, que despertó un fervor en mí que no estaba programado. Hasta entonces no tuve una pasión futbolística. Luego me volví como un dibujante de goles, tal vez por la frustración de no jugar bien al fútbol. El fútbol me sale mejor en el dibujo que en la cancha.

-¿En qué momento se te dio por dibujar sobre fútbol?

-Trabajando en Página 12, cuando me codeaba con periodistas como Pedro Uzquiza, Juan José Panno, Ezequiel Fernández Moores, Daniel Lagares, en la época del Mundial de Italia ‘90. Veía los partidos y después dibujaba los goles. Quería hacer como radiografías de los goles, pero en joda. Página 12 me dio libertad, porque no había infografista, y yo descubrí algo que no abandoné hasta hoy. Después lo hice para Estados Unidos ‘94.

-¿A qué equipo del fútbol argentino seguís?

-Me gusta ver los partidos de los mundiales. Ahora espero con ansias la Copa América y las Eliminatorias. No me vuelvo de cabotaje, no soy un sediento del cabotaje. No me interesa ir a la cancha ni ver los partidos. Soy adicto a los partidos continentales o de mundiales. Ni siquiera me desespera el Inter de Miami.

-Uno de los pioneros en cuanto al humor gráfico, el fútbol y la literatura fue Roberto Fontanarrosa. ¿Lo conociste, no?

-Lo recuerdo como un amigo. Vivimos juntos muy buenos momentos presenciales pero también otros que sirvieron como formación estética y hasta ética. El Negro siempre fue un gozador, aunque también era un amargo, un tipo que vivía mucho el presente, con un humor de lo festivo. El Negro no se quejaba nunca y eso era patente con su enfermedad. Era un gran laburante, un gran rutinario y a la vez era como ese tío jodedor. Eso se trasladó a nuestra amistad, porque con el tiempo compartimos muchas cosas: viajes, jodas, boludeces. Lo admiro primero como dibujante, porque es el dibujante que modifica las reglas, y después como cuentista, que es su herencia al mundo.

-¿Llegaste a estar en la recordada Mesa de los galanes?

-Si, pero me callaba la boca porque no entendía de qué hablaban. El humor de los rosarigasinos era tan cínico… Tenían como un afecto desde el cinismo, algo que se vislumbra también en la cancha. Como cuando a pesar de que lo quieren al número 7, si se manda un cagada lo putean y a la semana recomponen al amor. El Negro podría haber visto más mundiales, haber jodido más con Doña Rosa y hasta hubiese hecho un libro mejor sobre Messi.

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