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Parte compartida entre el buen manejo escénico de uno de los máximos exponentes del género urbano y la exquisitez de su banda, el concierto brindado mientras caía el sol en el escenario Samsung, uno de los dos principales entre los cuatro montados, tuvo todos los condimentos para sobresalir.
En una grilla en la que no abundan representantes de esta escena en los horarios y escenarios centrales, Trueno se encargó de hablar por toda una generación de artistas, con voz clara y fuerte. «Gracias por cambiarme la vida», dijo a sus fans, a modo de gran síntesis.
Al finalizar el set, cuando ya la noche se hacía presente, en el escenario Flow, el otro de los centrales, ubicado en el extremo opuesto, la actuación de Chano concitó la gran atención de un buen porcentaje del público, en gran parte producto de sus recientes problemas de salud.
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Parecía que se iba a tratar de un agridulce set, a juzgar por lo deslucido que sonó el artista en el inicio, con canciones de su cosecha solista, como «Amor y Roma», la referencial «Oración al sol», «Carnavalintro» y «Naistumitiu», entre otras; pero el anunció de la reunión de Tan Biónica que se iba a producir en minutos sacudió el ambiente.
Lo reveló luego del pasaje intimista con «Claramente» y se inició así una cuenta regresiva en las pantallas de cinco minutos, que fueron acompañadas con imágenes viejas del cuarteto comandado por Chano y su hermano Bambi.
Finalmente, los cuatro Tan Biónica aparecieron en el escenario bajo una lluvia de papel picado para entusiasmar al público, que cada vez se hacía más numeroso, con éxitos como «Ciudad mágica», «Ella», «Obsesionario en La Mayor» y «La melodía de Dios». El regreso prometió extenderse a un concierto en un estadio porteño, agregó Chano a la hora de los anuncios.
Con este clima, iniciado por Trueno y continuado por la vuelta de Tan Biónica, se llegó al momento de los dos cabezas de cartel de la primera jornada: la española Rosalía y el debut en suelo argentino de Drake.
La responsable de «Motomami» volvió a montar el espectáculo conceptual que había mostrado en agosto pasado en el Movistar Arena de Villa Crespo, pero el efecto no fue el mismo en el contexto multitudinario de un festival.
En un escenario completamente despojado y acompañada por un cuerpo de baile, la española puso gran parte de sus fichas en la teatralidad del montaje, pero la lejanía y el sonido que llegaba desde otros escenarios hicieron que naufragara, fundamentalmente, en los pasajes más intimistas. La necesidad de Rosalía de mostrar al detalle sus expresiones como parte de la dramatización que exige esta puesta hizo que termine actuando más para la cámara que para el público que tenía enfrente.
Por otra parte, el exceso de pistas grabadas, sobre todo aquellas con la voz de la propia Rosalía también dejaron un halo de frialdad, diametralmente opuesto a la buena sensación que aún persistía de su anterior paso por el país.
«Oh, mi Dios! Finalmente estoy en casa», exageró Drake en los primeros minutos de su performance, para luego insistir que era su «primera vez en Argentina» y finalmente aclarar que por ese motivo iba a abordar un repertorio que iba «a regresar al comienzo».
También con pistas grabadas, absolutamente solo en escena, el canadiense sí se ocupó de llenar el escenario con luces, gráficas, llamaradas, y humo; todo lo que una presentación festivalera necesita si quiere llamar la atención.
En ese contexto, Drake desgranó una buena dosis de hip-hop y rompió un poco la monotonía cuando revisitó algún antiguo hit, de corte más cercano a la canción pop, aunque sin abandonar la cultura rapera.
Mientras tanto, en el escenario Alternative, la banda texana Cigarettes After Sex hacía honor a su nombre con un puñado de canciones indie que invitaban al sueño. Y minutos antes, en el escenario Perry’s, Marilina Bertoldi mostraba una cara opuesta, con su rock sanguíneo y agudo.
Durante la tarde, la cantante sueca Tove Lo trajo pop electrónico del bueno y un mensaje de empoderamiento femenino y amor por el propio cuerpo.
Llamó la atención cuando, en medio de una interpretación, sin mediar explicaciones ni motivos aparentes, se levantó el vestido de red y el corpiño para dejar sus pechos al desnudo; un gesto celebrado por la chicas que formaban parte de la audiencia. Más tarde, se quitó el vestido y quedó por el resto del concierto vestida solo con una trikini.
Sin embargo, nada fue inocente y las respuestas llegarían mientras presentaba una canción «sobre aceptar y amar el cuerpo de cada uno», según explicó. Y completó: «A mí me llevó tiempo y ahora estoy aquí».
Más temprano, cuando el calor se hacía notar con fuerza en el predio por el que se estima que pasaron 100 mil personas a lo largo de toda la jornada, Dante Spinetta hizo caer en la cuenta a más de uno que es el gran «padre musical» de toda una legión de nuevos artistas urbanos; y encima dio pistas que la prestigiosa dinastía iniciada por su papá Luis Alberto continuará, cuando invitó a cantar con él a su hija Vida.
Tampoco faltó el Kidzapalooza, espacio dedicado a los más chicos, en donde actúan bandas y se llevan a cabo talleres de música con acceso a instrumentos propios de un grupo de rock, además de contar con pistas de skate y bicicletas, y un sector destinado al maquillaje.
Para este sábado, en el segundo día del encuentro musical, se espera la presencia de Tame Impala y Twenty One Pilots, como cabezas de cartel, además de Jane´s Addiction, The 1975, Usted Señalemelo, Catupecu Machu y Melanie Martínez, entre tantos.