Lula Solís es oriundo de Arroyo Seco; la región lo vio crecer como artista, llegar al escenario mayor del Festival de Cosquín, ser elegido como revelación en el Festival Danzando a Chile y editar dos discos de estudio: Simple e Identidad. Así fue construyendo su carrera, esa que “nunca estuvo atada a lo más tradicionalista del folclore ni a la danza”, sino más bien a su renovación. Ahora, a dos meses de haberse radicado en Buenos Aires dejando atrás su trabajo en el Cotolengo Don Orione de General Lagos para apostar de lleno a su carrera musical, volverá a Rosario para mostrar su show, titulado Hasta hoy. “Es una plataforma que venimos trabajando desde mitad de 2015; que nos permite adaptarnos a distintos lugares, repertorios y formatos. Me permite hacer canciones que están en mis discos e ir incorporando nuevas o interpretaciones de otros autores que son nuevas en mi repertorio. El show es siempre distinto y actual”, explicó Solís sobre la presentación que tendrá lugar mañana, a las 21, en el ciclo acústico que se realiza en Pugliese (Corrientes 1530). La noche contará también con una exposición del fotógrafo y realizador audiovisual Diego De Bruno y la amenización de la DJ Selektor Danny Contreras.
Lula Solís es cantor, compositor e intérprete, al frente de un proyecto que aborda ritmos folclóricos tradicionales (chacareras, zambas, huaynos) con una instrumentación más cercana al rock, con guitarra eléctrica, bajo, batería y aires pop. Su repertorio incluye, además de temas de su autoría, reversiones del cancionero de Bersuit Vergarabat, Miguel Abuelo, León Gieco, Atahualpa Yupanqui y Carlos Vives, entre otros; una muestra de lo variado de su propuesta que se enmarca en lo que algunos denominan el “nuevo folclore”.
Artistas como Soledad Pastorutti, Abel Pintos o Los Nocheros supieron ser, o son para algunos, referentes de una mutación del folclore que ingresó a circuitos más comerciales ganando popularidad y elogios así como infinidad de críticas. “Hoy, la cuestión del nuevo folclore está un poco revuelta”, dijo Solís, quien se enmarca en esa búsqueda de abordaje de las tradiciones folclóricas desde una óptica más urbana, como él mismo señaló. “Hay referentes que están cumpliendo entre 15 y 20 años de carrera pero están mudados del folclore. Abel Pintos es el artista pop número uno de Argentina y Luciano Pereyra se enmarca en lo melódico, por ejemplo. Ellos son artistas jóvenes que, en su momento, respetaron algunas cosas del folclore tradicional y después se fueron mudando. Entonces, hay una nueva búsqueda. Ellos dejaron un espacio abierto para que lleguen otros”, aseguró.
Para el músico, cuyas letras hablan del amor y la igualdad, con “una carga social y de justicia importante”, la búsqueda de los jóvenes que abordan el folclore en la actualidad se ha vuelto más poética, prestando especial atención a la construcción escrita dotada de simpleza en lo instrumental, un plano influenciado por la ya incorporada instrumentación de guitarras eléctricas, bajo, batería y piano. “Tenés que sonar familiar a lo que se escucha hoy en día, no es lo mismo componer como lo hacía Atahualpa en su época que componer hoy con toda la influencia de música internacional. Nunca vamos a sonar igual ni vamos a hablar de lo mismo. Hoy, todo tiene un concepto más urbanizado. Todo eso hay que meterlo en un solo concepto, y darle a ese movimiento el nombre de «folclore joven» por más que el folclore sea un término que no tenga edad y que constantemente se esté renovando”.
Pero, para Solís, renovar no es mudar. “Sí estamos detrás de buscar cosas nuevas para el folclore; podemos reversionar «Chacarera de las piedras» (Yupanqui) poniéndole una guitarra eléctrica, un bajo, dándole un concepto renovado, pero eso no puede llevarnos a que querer hacer una balada pop latina con algo que estructuralmente y de raíz es netamente folclórico. Creo que cuidar eso es la tarea más difícil. La generación de músicos de hoy, que está tan mezclada entre el folclore y el rock, sufre eso de tener detrás al folclore de raíz tradicionalista y conservador, y mezclarlo con quienes están estudiando la danza y las diferencias de comunicación. Uno de los objetivos interesantes es dar a conocer el folclore en un público que no estaba acostumbrado”.
El cambio del que habla Solís pudo verse en la última edición del Festival de Cosquín, “donde hubo noches con artistas que en otras épocas hubiesen sido imposibles”, aseguro. “El último Cosquín fue renovador, dio esperanza, subió artistas que verdaderamente tienen una vara muy alta con la obra artística, no con lo comercial. No estuvo Abel Pintos ni Jorge Rojas, pero sí hubo otros artistas que vienen haciendo las cosas muy bien como Mariano Luque, Bruno Arias, Ramiro González y José Luis Aguirre, entre otros. El mensaje es que vienen cosas nuevas o hay que darle lugar a esas cosas nuevas que vienen. El mensaje que me dejó Cosquín fue el de una apuesta por subir el nivel: para volver a subir al escenario mayor tenés que hacer una obra que realmente se lo gane. No ser más popular, sino tener un concepto firme”.