La equinoterapia es una herramienta de rehabilitación motriz que otorga grandes beneficios. Es por eso que desde hace años el grupo Adeir trabaja con chicos con discapacidades de este tipo y adultos mayores, a través del movimiento que realizan los caballos, con el equilibrio corporal que le exige a quien cabalga y la adrenalina que genera realizar una actividad no convencional, fuera de un espacio clínico.
Gracias al trabajo de su directora y de la voluntad de los padres que ven el progreso de sus hijos a diario, además de la ayuda gubernamental, hoy a las 12 inaugurarán el picadero cubierto en una porción del predio del ex Batallón 121 (Lamadrid 500). Este encuentro de hoy servirá como antesala de la carrera de la Copa Uta, que se llevará a cabo mañana en el flamante predio.
Liliana Fornés, directora de la escuela de la Asociación de Equitación Integral Rosario, dialogó con El Ciudadano y agradeció el esfuerzo de los padres que llevan a sus hijos a practicar equitación como modo de rehabilitación, y del gobierno provincial, como así también de las ONG que colaboraron con el picadero cubierto. “Hemos escrito cartas con el pedido a los últimos gobiernos durante siete años. Recién desde abril del año pasado estamos en el ex Batallón 121 y ahora, gracias a la gestión de Hermes Binner y de la consiguiente acción de Antonio Bonfatti y Silvia Tróccoli (esposa del gobernador y funcionaria de la provincia), podemos contar con este espacio cerrado. El picadero no es un lujo que nos damos, sino la posibilidad de que los chicos no interrumpan su tratamiento durante el invierno. El predio del batallón es muy grande, es hermoso, pero en invierno se complica continuar con las prácticas, sobre todo teniendo en cuenta la poca movilidad que tienen muchos de los que participan de las clases de equitación”, relató.
Es así como también recibieron donaciones varias de parte de Ospat, la obra social del personal relacionado con el turf, y los padres de la comisión pusieron manos a la obra para construir el picadero cubierto. “El sábado pasado estuvieron trabajando a destajo y la verdad que el esfuerzo de todos hoy ve sus frutos. Los chicos y los adultos que trabajan con los caballos seguirán con mejoras a diario”, apuntó Fornés.
La profesora explicó que el ejercicio con los caballos revela mejoras notorias en el caso de los que padecen de una discapacidad severa o leve en materia motriz.
“Al subirse al caballo tienen que aplicar el equilibrio de manera inevitable. Estamos hablando de una actividad a la cual acceden pocos, es decir, uno no se sube a un caballo a diario, está fuera de lo convencional. Entonces, desde ese punto, los chicos sienten una alegría particular. De ahí en más, al subirse, deben hacer equilibrio y el movimiento del caballo repercute en quien lo cabalga como si estuviera caminando por sus propios medios. Con todo lo que eso representa a nivel físico, psíquico y anímico”, describió.
A su vez, Fornés señaló que los que practican estos ejercicios ven con otra mirada su recuperación, ya que están fuera de un ambiente de clínica con kinesiólogos y demás. “Ahora ellos miran a sus especialistas desde arriba y no al revés, como sucede cuando son atendidos desde sus sillas de ruedas o camillas ortopédicas”, dijo.
Por otra parte, comentó que un gran porcentaje de adultos internados en el hospital psiquiátrico, cerca del predio, realizan parte de su tratamiento con caballos. “Para ellos es, en cierto modo, como volver a la juventud. Y está comprobado que el caballo, como coterapeuta, es un facilitador biosicosocial –expresó–. Inclusiva, cada jornada de práctica permite la comunicación con los otros usuarios de los caballos, una interactividad extra que otorgan estos encuentros, entre los casi 60 chicos que vienen, con o sin discapacidad motriz, además de los adultos”.