Ariana Harwicz, escritora argentina radicada en Francia, escribió su primera novela, Matate, amor, en 2012, y desde un principio ella intuía que allí había una obra de teatro que de algún modo, encerrada, habitaba en ese el libro. En 2018, Érica Rivas, una de las actrices argentinas más talentosas de su generación, bajo la dirección de la enorme Marilú Marini, dieron vida finalmente a la versión escénica de esa novela y se armó un triángulo perfecto.
Matate, amor, que luego de una gira europea llega este fin de semana a Rosario con dos funciones en el Centro Cultural Parque de España (CCPE, Sarmiento y el río), tiene como protagonista a una mujer herida de la que dicen que su femineidad está alterada en su manera de amar, de desear, de romperse el cuerpo, de arrojarse sucia, de tomar un fusil, de no tener piedad con nadie, sobre todo con ella misma.
Con el clima de un thriller campestre, esta mujer–cazador a la que le duele la maternidad, habita una casa con salida al bosque donde vive un ciervo. Allí, ella sola aunque esté con su familia, intenta salvarse de no ser nada, intenta dar con su verdadera lengua en medio de una serie de preguntas que interpelan desde la pluma filosa de Harwicz, desde su postura radical sobre algunos temas que parecían «intocables», desde una violencia que habita en un lugar insospechado y políticamente incorrecto, desde su crítica frontal a los lugares comunes en torno a la maternidad y a la familia, corrida de cualquier posibilidad de romantización.
Desde la primera lectura
“Lo que me convocó fue este texto que es maravilloso, con el que me encontré casi cuando lo editó por primera vez. Cuando lo leí, pensé de inmediato que algo debía hacer con él. Me pareció muy alucinante. Después de un tiempo y de mi interés, Ariana me convocó, quiso conocerme, sabía que yo estaba con ganas de hacerlo, y cuando la conocí ella me encantó, me dijo que los derechos estaban liberados y así finalmente estrenamos. Es un texto que me convoca pero no porque yo piense lo mismo. Siento que es un texto que abre el debate, que dice cosas importantes; es un texto de ficción con la potencia que tiene Ariana como escritora”, contó la actriz Érica Rivas acerca de este material que sumó, entre más, el singular aporte en el diseño de movimiento de la bailarina, actriz y coreógrafa Diana Szeinblum, luces de Iván Gierasinchuk, diseño de video escénico de Maxi Vecco, vestuario de Mónica Toschi, escenografía de Coca Oderigo, diseño de sonido de Jesica Suarez, diseño de maquillaje y peinado de Emmanuel Miño, diseño gráfico de Juan Gatti y asistencia de dirección de Fiamma Carranza Macchi, con producción general de Érica Rivas y Marilú Marini.
“Ariana tiene un estilo muy particular y muy bello de escritura, y llevar esta novela al teatro también fue todo un tema, un trabajo de adaptación muy hermoso que hicimos con Marilú. Pero sobre todo me parece que es un texto necesario de decir, de escuchar en este momento cuando parece que se está necesitando reforzar aquellos derechos conseguidos, seguir defendiéndolos. En ese sentido, es una obra que abre una serie de preguntas de las cuales nosotras tampoco tenemos las respuestas, incluso son preguntas que nos interpelan a nosotras mismas y que se las trasladamos a los espectadores”, destacó la actriz con una vasta carrera tanto en el teatro como en el cine y la televisión.
Una mujer extranjera
También autora de La débil mental (2014), Precoz (2015) y Degenerado (2019), respecto de los aspectos más provocadores del texto de Ariana Harwicz, entre otros su puesta en debate sobre la maternidad, la actriz planteó: “Lo que ella plantea no tiene nada que ver con lo que se dice que tiene que ser y algunos siguen sosteniendo, entonces esta inconformidad es estructural en la obra. Ella es una mujer extranjera que está hablando desde la campiña francesa, y que sostiene algo que ella piensa y por lo tanto lo pone en discusión porque ese entorno no la entiende e incluso espera otra cosa de ella. Se refiere a estos roles que tienen que ver con la maternidad, con todo lo confrontativo que significa realmente ser madre, y no solamente eso sino también con su pareja. De cómo nos sentimos las mujeres frente a eso, de no pertenecer a ninguna de las estructuras que existen pero que están formadas para nosotras, de cómo se hace para poder vivir en un mundo con una cabeza como la de esta mujer, que no es Ariana pero al mismo tiempo es ella, porque el personaje tiene mucho de Ariana y tiene mucho de todas nosotras”.
Y sumó: “Más allá de lo que cuenta, es fundamentalmente una comedia; Ariana es una mujer que tiene un humor maravilloso que le permite decir todas estas cosas con humor, más allá de lo crudo, tajante, filoso y tremendo que pueda resultar y eso es algo que a mí me interpela”.
En el mismo sentido que la autora, la actriz habló acerca de la teatralidad que propone el texto que encontró en el trabajo de movimiento de Diana Szeinblum un camino a recorrer. “Es un texto, como la mayoría, que está hecho para ser leído en soledad, en ese momento tan único e íntimo, y pasarlo al teatro fue un desafío pero es una obra que tiene, como el texto, mucha acción y se vuelve muy física. Ella es una mujer que está físicamente implicada con su cuerpo, con lo que le pasa a su cuerpo. El hecho de haber sido madre hace poco hace que tenga su cuerpo muy vibrante, en ese sentido fue muy importante el aporte de Diana que es una coreógrafa extraordinaria y puso allí su forma de mirar el mundo y lo escénico que es desde el movimiento pero también desde la actuación, dado que compartimos métodos porque fuimos ambas alumnas de Augusto Fernándes y eso facilitó mucho las cosas. Pero todo se potenció porque Diana y Marilú son bailarinas, entonces el cuerpo aparece en un primer plano, todo el tiempo diciendo cosas y en movimiento”.
“Esta obra nunca es igual, el encuentro con cada público también la modifica. No es lo mismo hacerla en Buenos Aires, que hacerla en España o en Berlín (escenarios que transitó recientemente), o incluso que hacerla en Rosario. Siempre rebota de otra manera y yo lo puedo sentir. Y como actriz es un proceso alucinante porque siento que estoy haciendo la obra con todos los que están ahí en la platea, voy sintiendo lo que va pasando, son cosas muy fuertes de las que se hablan y muchas veces hay enojos, malestares y también risas. Incluso mucha gente que leyó la novela me dice que no encontró el humor pero está, y aparece cuando lo ponés a resonar en vos”.
Referente del Colectivo de Actrices Argentinas y militante feminista desde hace muchos años, incluso mucho antes del debate y la militancia en las calles por la aprobación de la Ley del Aborto Seguro, Legal y Gratuito en el país, Rivas analizó el presente donde, desde algunos sectores, se intenta recortar derechos ganados: “La lucha feminista para mí tiene muchísimos años. Nosotras, las mujeres de mi generación, recogimos y acompañamos una lucha que venía desde hace mucho, incluso mucho más allá de la militancia por la Ley del Aborto. Es algo que se viene armando, es un movimiento, y como todo movimiento se mueve, cambia, y esto de los derechos que conseguimos o los que aún están en disputa, siempre son cosas que hay que seguir defendiendo, que hay que seguir peleando y reclamando. Hay que seguir peleando siempre para que sigan existiendo, que sigan estando garantizados. Y en el mismo sentido es interesante este texto porque lo que hace es remover estructuras que tienen que ver con coas como la maternidad que parecían inamovibles”.
Y profundizó: “Este texto desactiva eso de la maternidad como algo intocable, eso de que la mujer se realiza al tener hijos que todos sabemos que es una falacia, algo que cualquier mujer que ha sido madre lo sabe, tiene la certeza de que no es así. Ariana plantea que le pasa en el cuerpo a esta mujer que acaba de ser madre y que intenta ser escritora. Hay un texto que a mí me gusta mucho de la obra, donde ella está con el marido viendo las estrellas y todo el tiempo él le está diciendo cómo son los nombres de esas estrellas y quiere que ella mire la Luna y las estrellas y ella está con el nene agarrado a la teta supurando leche, con ese cuerpo que está como en ebullición. Él le habla de un universo que a ella le es ajeno, ella tiene allí otro universo que la está mirando con dos ojazos, que quiere la teta, que la muerde, y que ella no sabe cómo hacer para quererlo, porque incluso por momentos hasta tiene ganas de matarlo, porque eso también es parte del amor. Por supuesto que de ahí a matarlo de verdad, claramente hay una gran brecha. Lo importante es que nunca las mujeres pudimos decir esto que nos pasa; siento que es la primera vez, al menos para mí es la primera vez, que se dice de este modo, porque pareciera que las mujeres siempre tenemos que ser algo que no somos”.
Para agendar
Érica Rivas presentará este fin de semana en Rosario Matate, amor, con dos funciones en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), que de este modo sigue con los festejos por sus treinta años. Tras su presentación de este sábado con entradas agotadas, la última será este domingo a las 20. Anticipadas a través del sistema http://www.1000tickets.com.ar y en boleterías del CCPE, de 15 a 19, o bien desde una hora antes de la función.