La palabra smog es un acrónimo de las inglesas smoke –humo– y fog –niebla–, también conocida como «niebla contaminante». Es lo que, en estos días, caracteriza las madrugadas en Rosario. Un factor atmosférico combinado con otro humano, peligroso para el hábitat y que persiste pese a las denuncias: la quema de pastizales en las zonas de islas por parte de productores agrícolas y ganaderos. En resumen: contaminación del aire asentada en un ataque al ecosistema del frágil humedal del Delta del Paraná.
La combinación de humo y niebla es objeto de varios estudios. Numerosos estudios científicos advierten sobre las modificaciones que introducen en el ambiente a causa de la absorción de luz solar, los cambios de temperatura a diferentes alturas y el comportamiento de las nubes.
No es sólo molestia
El smog tiene consecuencias graves, como por ejemplo la posibilidad de causar problemas respiratorios, especialmente en personas que tienen asma, o dañar las membranas pulmonares con su correlato de malestar, tos e irritación de garganta. Algunas investigaciones apuntan sobre su potencial cancerígeno.
Hay presencia de humo en el ambiente por incendios en islas del Paraná. Se recomienda:
-No realizar actividad física al aire libre.
-Tomar mucho líquido.Ante cualquier malestar, consultar con un médico. pic.twitter.com/GWccPrzkox
— Centro Integrado de Operaciones Rosario (@CIOR_Rosario) June 10, 2020
La Municipalidad recomendó por eso, este martes y en especial por la mañana, «no realizar actividad física al aire libre». Justo cuando la flexibilización de las restricciones para contener la pandemia de covid-19 permiten retomar un sano ejercicio en medio de tantas complicaciones por el virus.
Incendios en las islas: el viernes se reunirán autoridades locales, nacionales y de Entre Ríos
Los cambios y los peligros
El fenómeno atmosférico es natural, los incendios en las islas, en este caso, no. Fueron una práctica ancestral entre pobladores de las islas como método de renovar pasturas para el ganado. Pero se hacían en pequeña escala. Con el corrimiento de la frontera agrícola, el traslado de animales a territorio insular –facilitado por el puente a Victoria– y el inicio de explotaciones agrícolas con el consecuente desmonte, esas acciones pasaron a ser un riesgo para el equilibrio del medio ambiente. El humedal frente a Rosario es frágil y cambiante, pero se adapta si no se lo acorrala. Se transforma con bajantes y crecidas del Paraná, se recupera de los incendios naturales, pero está en peligro si se tensa la cuerda.