Temprano se acabó la expectativa. Al menos para la Gobernación, tanto en la oposición como en el oficialismo. Y muy tarde quedó claro que la interna del frente Unidos para el Palacio de los Leones recién se resolvería en el escrutinio definitivo. Lo que no quedaba claro ni temprano ni tarde era la candidatura a intendente en el frente Juntos, donde Juan Monteverde se proclamaba ganador, pero desde el espacio de Roberto Sukerman esperaron hasta la medianoche para tener una certeza de lo que pasó en esta Paso provincial, en la que hubo porteños al por mayor desembarcando en Santa Fe, en un intento por adjudicarse triunfos que no parecen haberse cocinado al interior de la General Paz.
Un 65 por ciento de la ciudadanía dijo presente en las urnas, con lo cual ese 4 por ciento menor que la participación en los comicios de hace dos años no puede considerarse hartazgo de la ciudadanía en la democracia, ni en la clase política ni en la sucesiva convocatoria a elecciones en esta segunda mitad del año, que tendrá al menos cuatro sufragios consecutivos.
Cabeza a cabeza decían las encuestas que medían a Maximiliano Pullaro y Carolina Losada, referenciados en los presidenciables Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, pero muy temprano, con ambos candidatos a la Casa Rosada en los respectivos búnkeres de Rosario a la espera de la foto triunfal, quedó claro que el crédito de Hughes se imponía fácil sobre la ex periodista rosarina.
Las ahora omnipresentes mesas testigo todo lo determinan, parece. Así el tándem Carolina Losada-Federico Angelini reconoció la derrota, y apenas minutos más tarde Pullaro, en compañía de su jefe político-partidario Martín Lousteau, salió a aceptar que su triunfo era no sólo irreversible, sino lapidario.
Toda la campaña de Losada acusando a su rival de narco, subiendo la apuesta incluso a las propuestas de su referenta Bullrich en cuanto a la mano dura para combatir la inseguridad y el el narcodelito en Rosario, quedó claro que no pudo hacer mella en la figura del ex ministro de Seguridad del fallecido Miguel Lifchitz, cuya campaña fue impecable y quien nunca perdió la sobriedad en el discurso, sabiéndose ganador.
Losada, dueña de un carisma envidiable para una candidata, dilapidó sin embargo todo ese capital que acumuló en la elección anterior venciendo el mismo Pullaro en la disputa por una banca en el Senado nacional, encarnando a una dirigente política enojada, tal como sus publicistas le sugirieron, con el resultado conocido: una derrota aplastante.
En la vereda de enfrente, el peronismo no logró concitar la atención del electorado no enrolado en ese partido: era previsible el triunfo de Marcelo Lewandowski sobre sus tres rivales internos, aunque ninguna encuesta podía prever que el más votado de Unidos, Pullaro, duplicara en sufragios al crédito de la renovación justicialista santafesina.
Es verdad que, como dijo el propio gobernador Omar Perotti temprano, cuando aún no se conocía el resultado de las boca de urna ni de las mesas testigo, que en la noche de este domingo empezaba una nueva elección, pero también es verdad que la campaña de bajo perfil de Lewandowski, atribuida a la falta de fondos, y que no tuvo en cuenta elementos comunes para enfrentar al no peronismo, será difícil de encarrilar como opción competitiva hacia las generales de septiembre.
Perotti fue el más votado en su categoría, la interna de diputados provinciales, pero el justicialismo en su conjunto quedó por detrás de la sumatoria de Unidos, que para las generales presenta una lista muy competitiva, con figuras como José Corral, Clara García, Dionisio Scarpin y Antonio Bonfatti, en ese orden.
Si es verdad que Perotti apostaba que todos pierdan para ganar él, no salió como esperaba, al menos hasta este domingo. Es verdad que hoy comienza otra campaña para otra elección, pero con la gestión nacional del mismo signo jaqueada por males varios y con la cual no tiene la mejor sintonía no parece que pueda mejorar al punto de poder revertir la derrota.
Si en realidad el gobernador apostó a preservar lo preservable de su partido, como resultado en una gestión que tuvo como principal déficit la seguridad y que debió soportar pandemia y crisis económica, está por verse aún el desenlace el próximo 10 de septiembre.
A nivel nacional, el apoyo del ministro de Economía Sergio Massa a una candidatura de Lewandoswski, cuando el propio gobernador sostenía a su delfín Roberto Mirabella, quedó como una apuesta en suspenso: no hubo fondos que permitieran una visibilidad del ex periodista similar a la que tuvieron los principales candidatos de Unidos, y si de ahora en más esa exposición aparece no está claro si alcanzará para pelear el sillón de la Casa Gris.
En la vereda de enfrente, Larreta se anotó un buen punto en su campaña interna contra Bullrich: si bien discursivamente ya casi no hay matices entre las propuestas de la ex ministra de Seguridad de Macri y del alcalde porteño, la elocuente victoria de Pullaro le da un buen empujón a sus propias chances de llegar a las Paso nacionales con buenas posibilidades. Larreta tuvo su foto y Bullrich, sin asomar la cabeza, igual festejó por redes sociales.
A nivel local, en cambio, todo lo que fue cocinado temprano para el sillón del gobernador quedó en suspenso. El intendente Pablo Javkin, temprano, mandó a su aliada María Eugenia Schmuck a hablar frente a los medios de triunfos irreversibles en las categorías intendente, concejal y senador, cuando apenas se llevaban escrutados oficialmente unos pocos puntos y todo estaba por verse.
De igual manera, cuando subió al escenario la cara de preocupación del intendente, igual que las de sus colaboradores más cercanos, dejaban entrever que el discurso triunfalista no tenía el suficiente sustento, sólo el creer o reventar de las mesas testigo. Más tarde, su principal rival interno Miguel Tessandori, si bien discursivamente no reconoció la derrota y reclamó esperar al menos el 50 por ciento de los votos escrutados para expedirse, expresivamente dejaba entrever que la suerte para su candidatura estaba echada y que no podría imponerse.
Enfrente, temprano Ciudad Futura salió a marcar la cancha en un escenario sumamente parejo: anunció la victoria de Juan Monteverde sobre Roberto Sukerman, también basado en mesas testigo, cuando se llevaban escrutadas unas pocas mesas. Algunas horas después el ex ministro de Trabajo de Omar Perotti señaló que no podía reconocer un resultado cuando el escrutinio apenas había empezado. Igual, el escenario favorable al concejal como el elegido para enfrentar al oficialismo en septiembre parecía inamovible.
Ahora empieza, acá sí, otra elección, pese a que hay dos decenas de puntos de diferencia entre el frente Unidos y el frente Juntos,
Por fuera de las elecciones para los cargos ejecutivos, aunque el conteo de votos venía lento, podían entreverse otras conclusiones provisorias: Amalia Granata volvía a hacer una buena elección, como hace cuatro años, y quedaba tercera detrás de Perotti y Corral en el ranking individual; por el lado de la centroizquierda, Carlos Del Frade conseguía pasar a la general con expectativas de crecer a expensas de quienes votaron candidatos perdidosos en las principales coaliciones.
Todos ganan
Maximiliano Pullaro fue el gran elector de las Paso santafesinas con amplísima mayoría de los votos en la categoría Gobernador; vencedor en su interna, el radical y ex ministro de Seguridad es el mejor perfilado para suceder a Omar Perotti, y para ello deberá competir con Marcelo Lewandowski, previsible ganador en el peronismo pero relegado en la general. La victoria de Pullaro fue reconocida en parte como suya por su retadora Carolina Losada, con sorprendente rapidez –escrutado un ínfimo porcentaje de mesas– y ello aceleró el desaforado festejo a nivel nacional del dúo dinámico de Juntos por el Cambio. El presidenciable Rodríguez Larreta, que jugó con Pullaro, se sumó a la foto y anticipó ola amarilla opositora en todo el país. Bullrich, perdidosa con Losada, llegó a Rosario, se guardó pero saludó victoriosa en Twitter, donde todos son ganadores.