El titular de la Asociación Industrial de Panaderos Rosario, Gerardo Di Cosco, analizó la situación del sector y advirtió una caída de entre un 20 y 25 por ciento en las ventas de panificados. Según el dirigente, el aumento en las tarifas de servicios sumado a la retrotracción del mercado interno se reflejó en una suba de un 20 por ciento en los despidos y el cierre de locales. El aumento de personal no registrado es otra de las aristas de una crisis que el sector atraviesa desde el año pasado.
—¿Cuál es el balance del sector en 2016?
—Interanualmente las ventas cayeron entre un 20 y 25 por ciento. La situación cada día se complica más. Es preocupante que la gente no pueda comprar pan. Históricamente nuestra industria jamás expulsó mano de obra. Hoy hay panaderías que están echando personal y redujeron horas extras. También hay muchas que cerraron su venta al público y se convirtieron en clandestinas al fabricar dentro de su propiedad, evadiendo impuestos y teniendo personal en negro.
Todos los miércoles nos reunimos y nos vamos enterando de empleados despedidos. Hay cerca de un 20 por ciento menos de personal. Se nota cuando comienza a haber muchos curriculums en la calle. Hacía tiempo que no ocurría y hace tres meses volvieron a circular.
—¿Qué expectativas tienen para el 2017?
—Ninguna. La única es que este gobierno cambie pero de verdad, no sólo en el slogan. Lamentablemente uno vislumbra que cada vez va a ser peor mantenerse. Creo que si el gobierno no cambia las políticas económicas este año va a ser peor o igual que el año pasado.
—¿Cuáles son los principales problemas a solucionar?
—Los tarifazos nos perjudicaron mucho. Hay casos de hasta un 500 o 600 por ciento de aumento en la luz y gas. Eso se suma a la gran caída del consumo con un mercado interno retraído. La gente no tiene dinero y eso lo sentimos. La primera semana de febrero tuvimos que retocar el precio después de 8 meses e incrementar entre un 8 y 12 por ciento todos los productos. Aumentar significa vender menos pero no tenemos alternativa. La gente está resignada, viene con el mismo dinero y lleva menos productos. En los barrios es donde más se siente la caída de las ventas. Los empelados se quedaron sin trabajo, cerraron fábricas, y entonces no pueden comprar.
Otro de los temas es el aumento del trabajo en negro. En noviembre hicimos un relevamiento con el Ministerio de Trabajo y sobre 100 empleados de panaderías encontramos 70 no registrados. La mano de obra irregular es un problema histórico del sector pero está cada vez más acentuado y aumenta la diferencia entre los que estamos en orden y los clandestinos.
—¿Cómo es la relación con las grandes centrales obreras?
—Tenemos relaciones con la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa) y con el Sindicato de Obreros Pasteleros y Confiteros de Rosario. Tenemos buena relación. Las panaderías son negocios de familia y nos conocemos todos. En abril comienzan las paritarias. Siempre hemos llegado a un acuerdo. Vamos a ver qué pasa este año que será el más duro, pero comprendemos la necesidad de los trabajadores.
—¿Cómo analizan la gestión de Cambiemos durante el primer año de gobierno?
—Mala. No hay ningún indicador económico que diga que el país va a mejorar, al menos para la industria y el consumo. Queremos que se reavive el consumo interno. Cuando la gente tiene dinero, gasta y se mueve el círculo del mercado.