Hablar del amor, de las diferencias, pero sobre todo de la aceptación como algo inevitable de la vida que llega tarde o temprano. En la novela El hijo eterno, el escritor brasileño Cristóvão Tezza retoma estos temas de una manera transversal, al punto que ese texto adquirió la forma de una pieza teatral para un solo actor que luego de estrenada en Brasil llegó a la Argentina protagonizada por Michel Noher, con adaptación del español Bruno Lara, traducción de Gabriela Rosas, dirección de Daniel Herz (también director de la versión brasileña) y producción de Jean Pierre Noher, el padre del protagonista.
La obra, que se presentó en el porteño Centro Cultural San Martín y que ahora emprendió una gira por otros escenarios que la trae este viernes a Rosario, pone en tensión la relación entre un padre primerizo y su hijo, un hecho que la vuelve universal, al tiempo que muestra la disyuntiva de ese hombre que necesita luchar con las decepción y el pánico que la llegada de ese hijo puede traer, haciendo foco en el desafío de las propias limitaciones personales frente a lo diferente.
El de la escena en solitario puede ser un lugar desafiante y peligroso, pero el actor Michel Noher, que por estos días brilla en la novela 100 Días para enamorarse (Canal 5) con su personaje de Fidel, aceptó ese desafío. “Es muy placentero recibir buenas devoluciones cuando uno se expone tanto en escena, estando solo, apenas con una silla pero con una gran historia por detrás. Es una especie de nudismo teatral: está el cuerpo, la historia y la imaginación; sólo con eso podemos irnos muy lejos para contar 25 años en la vida de una persona en apenas una hora”, dijo Noher, quien reconoce que el presente es un año en el que me tocó “hablar de la aceptación”.
En términos de pensar lo diferente como una posibilidad, esta especie de gran monólogo interior que enfrenta el personaje describe momentos de la historia de este padre primerizo.
“El personaje es un padre en los años 80 que tiene un hijo con Síndrome de Down; es la historia de cómo este padre empieza a transitar desde el miedo y el desconocimiento profundo hacia el amor, que en definitiva es el gran tema del que habla la obra, sobre todo en la dificultad que tenemos los seres humanos a la hora de amar a otro ser humano por lo que es y no por lo que nos gustaría que fuera o que se parezca a nosotros; allí la obra se vuelve universal porque lo que se plantea se puede trasladar a cualquier otro tipo de relación interpersonal: de pareja, familiar, de hermanos o paterno filial como en este caso”, analizó.
Relato atípico
“La de la obra es la relación de un padre con su hijo, y es un vínculo poco habitual en general, porque no estamos acostumbrados a este tipo de relatos; hay muchos textos acerca de la maternidad, sobre la mujer, pero no tanto sobre el vínculo entre un padre y su hijo”, expresó el actor acerca de esta obra que llegó a sus manos a partir de una idea de su propio padre, el actor Jean Pierre Noher, ahora productor del espectáculo.
“Cada obra y cada personaje tienen sus propias energías que van atrayendo aquellas energías que les son afines; la obra está basada en una novela brasileña que es autobiográfica, que prácticamente es la historia real de la vida de Cristóvão Tezza, el autor. Cuando el grupo de teatro Actores del Aura, que es un grupo de Río de Janeiro con más de veinte años de trayectoria, decidió tomar ese texto para llevarlo al teatro, quien lo adaptó, Bruno Lara, también es padre de un chico con Síndrome de Down. A partir de esto, mi viejo ve la obra hace unos años en Brasil pero no se anima a decirme nada porque justo estaba por nacer mi hijo; recién me propuso hacerla después de su nacimiento y acá estamos. Por eso siento que es real que en la obra hay algo que tiene que ver con padres e hijos y relaciones de mucho afecto que están todo el tiempo circulando”, expresó Noher, quien está nominado al premio ACE como mejor actor en una obra para un solo personaje por este trabajo.
Momento único
“Hay algo muy bello que pasa en el teatro que tiene que ver con lo colectivo, con algo que es único y efímero; venimos haciendo la obra en Buenos Aires hace cuatro meses a sala llena, y lo mismo está pasando en la gira. Y cada función es diferente, pero no por cómo estoy yo ese día, sino por la gente que viene a verla: se arma un diálogo que va más allá de las palabras, que es muy potente”, expresó. Y continuó: “Es un gran desafío porque es un texto muy poético, muy literario; recuerdo que la primera lectura me emocionó mucho pero no podía imaginarlo en un escenario, porque muchas veces lo literario va en contra de la teatralidad. Sin embargo, ahora es el público el que se conmueve: el que es más cercano a la temática, como los docentes especiales, o familias que atraviesan la misma situación que se cuenta en la obra, e incluso han venido a verla chicos con Síndrome de Down y embarazadas que esperan hijos con Síndrome de Down, y las devoluciones siempre son de mucho agradecimiento, porque ver la obra es una manera de enfrentar los miedos que aparecen en una situación como la que atraviesa mi personaje”.
“En muchos pasajes de la obra se habla de una especie de pretensión de normalidad que en realidad no existe —expresó el actor—. La temática nos atraviesa un poco a todos porque todos, alguna vez, nos enfrentamos a una relación en la que el otro parece decepcionarnos. Finalmente, la empatía con el personaje se vuelve inevitable, porque uno quisiera que sus circunstancias fueran distintas a las que son, y cuando finalmente acepta lo que le pasa, se convierte en esa persona que siempre quiso ser”.
Otra historia de amor
Michel Noher es Fidel en 100 Días para enamorarse, la exitosa tira de Underground que se ve de lunes a jueves por Telefé, y que se queda con el rating del primer time. Allí se dirimen una serie de problemáticas de la agenda cotidiana que van desde la diversidad sexual, a la identidad de género, pasando por una gran variedad de conflictos interpersonales poco tratados en tevé. Fidel es un profesor de literatura progresista y amado por sus alumnos, recientemente separado y con un hijo, que se enamora de otro hombre. “Es un tiempo en el que me tocó hablar de la aceptación. Por un lado, el de la obra, es un hombre que tiene que aceptar las circunstancias de su vida y de ese modo poder crecer, y Fidel es un hombre que tiene que aceptar las cosas que siente y que lo sorprenden porque jamás las esperaba; es algo que le cuesta mucho porque es su lucha interna. A Fidel siempre lo vemos tan bien parado frente a su clase, siempre es tan interesante lo que plantea, y lo que me maravilla del personaje es que independientemente de esa buena intención para con los demás, con ese deseo de que los chicos crezcan y maduren en muchos sentidos, le cueste tanto aplicar todo eso a su vida; eso es lo más lindo y lo más real que tiene”.
Para agendar:
El hijo eterno se presenta el viernes, a partir de las 21.30, en el Teatro de la Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza, donde también se venden las entradas a precios populares