Por Miguel Passarini
“Hombre vertiente tiene cosas de La Organización Negra”. Con esta frase, el director y puestista Pichón Baldinu confirma que con su compañía Ojalá, que lleva adelante desde 2003 junto a Gabriela Baldini tras el vasto recorrido con De La Guarda, ha buscado otro camino. La confirmación de la construcción de ese nuevo y potente lenguaje, que abreva tanto en la poética de La Negra que brilló en el under de los 90 como en el esplendor y la magnificencia alcanzados por De La Guarda a nivel mundial una década después, tendrá lugar hoy y mañana en el Estadio Cubierto de Newell’s Old Boys (Parque Independencia), donde Hombre vertiente ofrecerá dos funciones diarias (a las 20 y 22 esta noche, y a las 21 y 23 mañana).
“Con La Organización Negra dimos los primeros pasos intentando romper con el teatro tradicional, con una propuesta oscura, industrial y algo agresiva, y al mismo tiempo muy excitante. Con Hombre vertiente retomamos parte de aquella oscuridad y la mezclamos con lo festivo que tenía Villa Villa, de De La Guarda. Y frente a la oportunidad maravillosa de volver a generar un nuevo espectáculo, ponemos en juego un lenguaje que afronta el desafío de nuevas ideas pero utilizando a favor todas esas experiencias anteriores”, detalló Baldinú a El Ciudadano, quien de este modo prueba por primera vez fuera de Buenos Aires su nueva criatura, concebida en 2008 y por encargo para la Expo Zaragoza, que cuenta con diseño de vestuario de Mariano Toledo y el reconocible universo sonoro compuesto especialmente por el talentoso Gaby Kerpel.
—¿Cuánto del pasado y cuánto de innovación hay en “Hombre vertiente”?
—Acá trabajamos con muchos de los elementos que desarrollamos en relación con el teatro aéreo cuando, en los 80, éramos “unos locos” que nos colgábamos del Obelisco. De algún modo, después, De La Guarda impuso ese tono de espectáculo pero a gran escala. Y, ahora, Ojalá propone otra cosa: tiene la decantación de toda esa experiencia y al mismo tiempo es un espectáculo fuertemente visual pero más lineal.
—Con lineal, ¿te referís a su estructura narrativa?
—Sí, porque introduce al espectador en una historia, la del personaje central que es un artista universal que, al mismo tiempo, le pasan las mismas cosas que al resto de los mortales. En su búsqueda por expresarse, por encontrar esos recursos, esas formas de narrar, se mete en sus propios laberintos y no encuentra la salida fácilmente porque, muchas veces, esos laberintos son opresivos y al mismo tiempo tienen su propia luz y energía. De alguna forma, ése es el viaje que narramos hasta que se hace la luz y se vislumbran las soluciones a los problemas planteados.
—Es una especie de viaje existencialista…
—Muy existencialista, y al mismo tiempo es una propuesta lúdica, visceral, como de ciencia ficción…
—Parece kafkiano; quizás ese personaje tenga algo del Gregorio Samsa de la “Metamorfosis”…
—Todo el espectáculo es una gran metamorfosis, porque al igual que Kafka en la obra se habla de un cambio, y es una metáfora acerca de la vida porque uno cambia, evoluciona, las experiencias te transforman. El personaje central de Hombre vertiente está en una constante búsqueda de sí mismo, al punto que literalmente se transforma en otros personajes que forman parte de él, que también son él. O bien, son versiones nuevas de él, y eso nos pasa un poco a todos a lo largo de la vida.
—El otro gran protagonista a nivel escénico es el agua…
—El agua es el elemento preponderante, más allá de que hay enormes coreografías aéreas superpuestas a proyecciones y todo un trabajo de conjunción de lenguajes y disciplinas, pero el trabajo con el agua es el que más sorprende, porque tiene una tecnología inventada por nosotros que alimenta una serie de juegos escénicos que atrapan a la gente y sobre todo a los más chicos, porque desafían las leyes naturales. Ése es un dato de este espectáculo: tiene un espacio para gente de pie, otro para gente sentada y un lenguaje que es accesible incluso para los chicos más pequeños, es un lenguaje muy de la “Play” que mezcla inocencia con oscuridad y fantasía.
—En la utilización del agua, que es un elemento muy complejo de trabajar, se revela también la búsqueda de un mensaje, ¿cuál es?
—Que el agua es un bien de todos, de toda la humanidad, porque pareciera que la lucha es por el petróleo, pero al petróleo no te lo podés tomar. Incluso, podés vivir sin comer pero no sin tomar agua. Y esas ideas fueron disparadores para contar la historia de este personaje que inicialmente, en el montaje hecho para España (ver aparte), se llamaba El Aguador, un tipo que viajaba a través del tiempo siguiendo una gota de agua y veía lo que le había sucedido a la humanidad en el pasado, en medio de sus luchas por el agua que finalmente era desperdiciada.
—¿Cuanta incidencia tiene la música en este espectáculo y cómo ingresa en el relato?
—La música funda un poco el relato a partir de lo que le cuento a Gaby (Kerpel) respecto del tono que va a tener una escena determinada. En este caso, hay mucha música que acompaña ese tono, porque acá no es todo el tiempo festivo, ni es todo el tiempo música electrónica o dance; por el contrario, hay muchos momentos dramáticos y otros muy poéticos, y esta vez le pedí a Gaby una canción, que él compuso junto a su banda, La Yegros, y con Dani Martin, uno de los integrantes de Terraplén, banda que también integra Gaby. Esa combinación dio como resultado un viaje que marca climas, y que cierran todo aquello que en algún momento yo imaginé.
El origen
Hay un origen de Hombre vertiente en la Expo Zaragoza 2008, la primera dedicada al agua, que planteaba la escasez de ese elemento vital, para tomar conciencia de que el planeta tiene poca cantidad de agua dulce, mientras que nosotros, al menos en nuestro país, la tenemos en abundancia”, relató Baldinú acerca del origen de este trabajo, quien agregó: “Cuando empezás a entender esos valores, como pasa con la basura, te asustás mucho”.
En relación con aquel pedido inicial y luego de una exitosa temporada en Buenos Aires, el director completó: “Desde un principio, sentí que el agua tenía que estar y pretendí que la idea fuerza no estuviera en la pocaagua que hay en el planeta sino en enmarcar el modo en que la utilizamos, porque el agua siempre fue, es y será un elemento de lucha y poder»
30.000 son los litros de agua utilizados durante cada función del espectáculo, que son cuidadosamente reciclados. “Sería una paradoja que hablemos del uso del agua y dilapidemos esa cantidad cada vez que hacemos Hombre vertiente», sostuvo Baldinu.