Christian tenía 8 años cuando su vecino, albañil de profesión, le pidió que lo acompañara al club: “Vamos a ver a un señor que va a hablar”. Sin entender muy bien de qué se trataba, el niño aceptó el plan, aunque sea para cortar la monotonía que ofrecía Junín, una pequeña ciudad del interior bonaerense. La cancha cubierta de básquet del club Los Indios estaba llena a más no poder, por lo que Christian y su vecino se ubicaron donde pudieron, un poco al fondo. En eso, un enérgico orador se hizo dueño del micrófono y promediando su discurso, el niño pudo ver cómo esas palabras surtían efecto en la multitud. A su lado, dos personas mayores que superaban los 70 años lloraban “con una emoción como nunca había visto”. Era el 30 de octubre de 1982 y el que hacía emocionar a los presentes era nada menos que Raúl Alfonsín, el hombre que iba a triunfar en las presidenciales de 1983 para devolver a la Argentina a la senda democrática tras siete oscuros y largos años.
Casi cuatro décadas después de aquella imborrable marca de su niñez, Christian Rémoli es el director y productor de Raúl, la democracia desde adentro, un documental que repasa la vida del mítico referente radical, desde su niñez en Chascomús hasta su presidencia entre 1983 y 1989. En la previa de la proyección del documental en Rosario, con dos funciones (lunes 9 y miércoles 11, ambas a las 20 horas) en el cine Hoyts del shopping Portal Rosario, el comunicador social y periodista deportivo habló con El Ciudadano sobre el que considera el primer documental sobre Raúl Alfonsín.
Pero, ¿cómo fue la infancia de quién tiempo después se convertiría en el primer presidente de la democracia recuperada? “Él de chico tuvo asma, tenía una salud débil”, contó Rémoli y agregó que “como iba poco a la escuela la madre aprovechaba cuando no iba para leerle. Ahí es cuando él agarró como hábito la lectura. Es muy importante la madre, cómo le forma el carácter, una mujer de familia inglesa bastante recta, bastante dura”.
Ya recibido de abogado y con su estudio jurídico, en Alfonsín se vislumbraba su vocación de servicio y una escala de valores que no estaba dispuesto a resignar. “Era un tipo que no le daba valor a lo material, que siempre andaba seco además. Recibía a gente en el estudio jurídico que le iba a pedir plata directamente, él le daba a todo el mundo y cuando ya no tenía, mangueaba. Cuentan que un día recibe a una señora, muy pobre, se reúne con ella y al salir había tres personas a las que les pregunta «alguien tiene 500 pesos». Uno le da y le dice: «pero Raúl esta señora siempre viene a pedirle». Y él le responde: «¿Sabés qué pasa? Que si yo no la ayudo, no come»”, contó el director del documental.
Cuando toda la dirigencia política del país se subió al triunfalismo de apoyar al Proceso Militar durante la Guerra de Malvinas, incluso acompañando al dictador en una visita a las islas, Alfonsín fue a contracorriente, incluso de su propio partido, la UCR: “Él fue una excepción dentro del radicalismo porque Carlos Contín, que era el presidente de la UCR, fue a Malvinas. Y Alfonsín les dijo: «se subieron a un avión y se bajaron de un carro atmosférico».”
—En su presidencia Alfonsín tuvo decisiones muy fuertes e importantes. Sin embargo, al ser tan reciente queda opacado por su fracaso económico. ¿Creés que con el tiempo se comenzaron a revalorizar otros aspectos?
—Hoy se reivindican dos Alfonsines. Uno vendría a ser el Alfonsín “honestista”, el del presidente que no se llevó nada del erario público a su casa y murió en la austeridad; o el Alfonsín “populista”, el de la pelea con Clarín, con la Sociedad Rural, el que se le plantó a (el presidente estadounidense Ronald) Reagan. Si bien son ciertos, el primero eclipsa al segundo y además son incompletos. Cuando algún referente de la política en la actualidad revindica alguna de esas dos facetas, lo que hace es reivindicarse a sí mismo, no está revindicando a Alfonsín. Como ahora es una figura reivindicable… yo no sé si la gente entendió su presidencia, si se conocen en profundidad sus políticas de Estado, sino que es una figura simpática al recuerdo de la gente.
—¿Hay que profundizar más allá de esa superficie de honestidad?
—Por supuesto. Fue liceísta, podría haber sido milico porque de ahí salieron muchos represores. Fue rupturista en un partido que era más bien conservador. Cuando pierde las elecciones internas con Ricardo Balbín para las presidenciales, el Gringo Agustín Tosco lo va a buscar para formar un frente de izquierda en el que Alfonsín fuera presidente y Tosco vice, pero él dice que no para no romper el partido. Después lo persigue la Triple A, amenaza de muerte en Chascomús, está en las listas. En el 75, antes del golpe, es parte central de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Durante el golpe no solamente presenta hábeas corpus por los detenidos desaparecidos; en Necochea cuentan que dejaba firmados los hábeas corpus en blanco para que presenten otros abogados porque él ya era conocido y creía que estaba más cuidado. Se opone a la Guerra de Malvinas. Después, de muchas de sus políticas de Estado durante su presidencia no se habla. Se habla más del Juicio a las Juntas, que si hubiera ganado Ítalo Luder no se habría dado de baja la ley de Autoamnistía. De la ley de divorcio nadie habla, pero a Alfonsín le sacaron la Virgen de la Basílica de Luján, se la llevaron en procesión un sábado a la tarde trasmitido en vivo por canal 7. Planteó la ilegalidad de la deuda externa, que si no fuera por la resistencia de México se hubiera formado un club de deudores. Todas las luchas que tuvo contra las corporaciones. Se presenta la sindical siempre como la más fuerte, pero yo creo que la más fuerte la tuvo con las corporaciones económicas y con la militar. Fueron peleas de verdad. Si lees la ley de Medios de Alfonsín era mucho más fuerte que la de Cristina Kirchner y hubiera evitado todos los problemas de los 90, los multimedios y la precarización de todos nosotros. La paz con Chile. A veces me parece que queda como que fue un gordo honesto, un presidente bueno. Y es una lectura muy incompleta.
—En el documental decís que los episodios de Semana Santa y La Tablada son dos hechos clave para entender su presidencia.
—Semana Santa es el quiebre, es el punto de partida a partir del cual a Alfonsín se le empiezan a venir los problemas en cascada. Aldo Rico lo dice en el documental. Son como dos hitos. Uno, porque se tiene que ver con los militares cara a cara. Eso es clave para entender la figura de Alfonsín porque podría haber tomado cualquier otra determinación, meter bala por ejemplo. Y va a negociar, y mientras recibe un llamado de los generales que le decían que Rico lo iba a matar, y Alfonsín va igual. Y negocia, que en realidad vuelve a la propuesta de campaña: juzgar a los que habían dado las órdenes (en referencia a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida). Y después, La Tablada, porque es un hecho donde se contradice, convoca a las fuerzas armadas a reprimir a los integrantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), que es algo que a Alfonsín lo devastó porque consideraba a la izquierda como una fuerza política aliada. A Alfonsín La Tablada lo devastó, fue como una piña de knock out. Si lo ves caminando en La Tablada es un hombre derrotado, aparte por la violencia. En Semana Santa no hubo violencia, la sangre es complicada.