“Habían pasado unos minutos de las 2 de la tarde del 7 de agosto de 1900 cuando Earnest Black lanzó la pelota al aire para hacer su primer saque ante Dwight Davis en el Longwood Cricket Club de Boston. Era el comienzo del match entre Estados Unidos y las Islas Británicas y también de la que sería luego la competencia de tenis por equipos más importante del mundo: la Copa Davis”. Así cuentan los periodistas Marcelo Maller y Daniel Corujo en su libro La Copa Davis, el sueño argentino (Ediciones Tenis Sport, 2006), el nacimiento de lo que con el correr de los años se convirtió también en el más ansiado título y la gran cuenta pendiente para los argentinos amantes del tenis. Ese mítico trofeo que por estas horas, tras el contundente 2-0 con el que España cerró ayer la primera jornada de la final ante Argentina, luce tan lejano en la bella Sevilla, donde los tenistas capitaneados por Modesto Tito Vázquez disputan la cuarta final de la historia protagonizada por el tenis criollo.
En la única serie disputada en aquella primera edición de la Davis, Estados Unidos venció a Gran Bretaña por 3 a 0. El equipo ganador estuvo integrado por el citado Dwight Filley Davis, quien diseñó el formato del torneo y donó de su bolsillo la copa que se popularizaría como la ensaladera de plata, como capitán y jugador, junto a Malcom Whitman y Holcombe Ward.
Pero tuvieron que pasar un poco más de dos décadas desde aquel nacimiento de la Copa Davis para que la Argentina hiciese su debut en el torneo, ya que recién jugó su primera serie el 15 de junio de 1923 ante Suiza (perdió 4 a 1). Un par de años antes, en 1921, la United States Lawn Tennis Asociation había invitado a la Liga Argentina de Lawn Tennis para participar en la Zona Europea de la Davis, donde le tocaba enfrentar a Dinamarca. Pero el equipo nacional perdió por walkover, ya que los dirigentes argentinos esgrimieron problemas económicos para realizar el viaje hacia el viejo continente y no se presentó.
Desde que ganó aquella primera final de la Davis, EE.UU. es el país que más veces obtuvo el trofeo: no sólo se dio el gusto de triunfar en 32 oportunidades –por diversos motivos la competencia fue suspendida en 12 ocasiones–, sino que además lo hizo en varias series consecutivas. Así ocurrió entre 1920 y 1926, entre 1946 y 1949, y desde 1968 a 1972 inclusive.
Australia obtuvo el título en 28 ocasiones. Más atrás se ubican Francia y Gran Bretaña con 9 títulos cada uno, Suecia con 7, y España, que si gana hoy el dobles ante Argentina abrochará su 5 título. Luego siguen Alemania con 3, Rusia con 2 y con un título cada uno: Croacia, República Checa, Italia, Sudáfrica y Serbia.
Desde aquella primera incursión nacional en la Copa Davis a esta final contra España en Sevilla, mucha agua pasó debajo del puente.
Aquel equipo con el que debutó la Argentina en la Davis de 1923 estuvo integrado por Carlos Caminos, Ronaldo Boyd, Alfredo Villegas y Guillermo Robson. Su capitán fue Juan Gibson, titular de la Asociación Argentina de Lawn Tennis. La primera victoria criolla en la Davis llegó recién en la serie que se jugó del 16 al 18 de mayo de 1926, al derrotar a Hungría 3 a 2, por la segunda ronda de la Zona Europea y en el Club de Tenis de Barcelona, en la superficie preferida por los tenistas argentinos: el polvo de ladrillo. La delegación estuvo integrada por Guillermo Robson, Enrique Obarrio (jugador y capitán), Héctor Cattaruzza y Ronaldo Boyd. Ese mismo mes, entre el 29 y el 31 de mayo de 1926, la Argentina cayó en Barcelona ante el local, España, por 3 a 1.
Pero la verdadera revolución del tenis argentino se produjo con la irrupción del hombre que marcó un antes y un después en la práctica del deporte blanco en el país: Guillermo Vilas. De su mano llegó el primer gran golpe criollo en la Davis cuando, en 1977 aprovechando el espectacular año de Vilas –acompañado en el equipo de la copa por Ricardo Cano y Elio Álvarez–, la Argentina llegó hasta las semifinales, donde perdió ante Australia por 3 a 2 en el Buenos Aires Lawn Tennis Club.
Tres años después, en 1980, se volvió a perder en semifinales y de local, 3 a 2 ante Checoslovaquia, y el equipo estuvo integrado por Vilas, Cano y José Luis Clerc. Precisamente fue Batata Clerc, un ex hincha de la popular del Buenos Aires Lawn Tennis Club, quien se convirtió en el compañero ideal de Vilas en la Davis y aunque la relación entre ambos se volvió muy turbulenta, casi logran tocar el cielo con las manos, cuando en 1981 llevaron a la Argentina por primera vez a una final de la copa. Aquel equipo capitaneado por Carlos Junquet y que se completaba con Cano y Eduardo Bengoechea, enfrentó al poderosísimo Estados Unidos sobre la rápida superficie de la carpeta indoor del Riverfront Coliseum de Cincinnati, del 11 al 13 de diciembre de 1981. Y pese a que arañaron la gloria, finalmente cayeron por 3 a 1.
En 2006, la Argentina llegó por segunda vez a la final de la Davis. Capitaneados por Alberto Luli Mancini, los tenistas David Nalbandian, Juan Ignacio Chela, Agustín Calleri, José Acasuso y Guillermo Cañas cayeron ante los rusos por 3 a 2 en el Estadio Olímpico de Moscú.
La tercera final para Argentina y la primera en condición de local se disputó en 2008 en el estadio Islas Malvinas de Mar del Plata. Los dirigidos por el Luli Mancini no pudieron contra España (pese a que no pudo jugar Rafael Nadal) y los europeos ganaron 3 a 1, llevándose la ensaladera de plata hacia a la “madre patria”.
La idea de un estudiante de Harvard
Promediaba 1899 cuando Dwight Filley Davis, un estudiante de la Universidad de Harvard de 21 años nacido en St. Louis, Missouri, quien se destacaba como tenista universitario, decidió junto a un par de compañeros de estudio, después de un viaje a California, crear un torneo anual por equipos masculinos nacionales de tenis y donar de su bolsillo la copa que se pondría en juego en dicho certamen.
Poco después, el 9 de febrero de 1900, la United States Lawn Tennis Asociation aceptó la propuesta del joven, y el equipo de las Islas Británicas también dio el sí, luego de que Davis enviara una carta al secretario de la Lawn Tennis Asociation del Reino Unido, invitándolo a competir en una copa por equipos.
Aunque circuló la leyenda de que Davis le había pedido prestada una ponchera a su abuela para utilizarla como premio en la competencia que había creado, lo cierto es que el joven encargó el trofeo a la casa Shreve, Crump Low Co. Pero como ellos no tenían la copa que Davis buscaba, le pidieron a William Durgin Company, uno de los fabricantes más exclusivos del país, que se encargara de fabricarla.
El diseño resultó ser muy clásico, en forma de ensaladera –o ponchera–, con su borde superior rodeado de flores escalonadas, motivos que se repiten en los niveles inferiores de la copa, junto a efectos de espuma de mar hacia el pie de ella. Además, en la actualidad posee tres bases de madera que se fueron agregando para colocar el nombre de los países campeones.