En la provincia de Buenos Aires existen pueblos “fantasma” que tuvieron una época de esplendor y que con el paso del tiempo se fueron quedando sin habitantes. El denominador común es que tuvieron una época de bonanza por la llegada del ferrocarril y en algún momento particular de su historia perdieron preponderancia hasta quedar en el olvido.
En el marco del fin de se semana largo de agosto que se viene el portal Noticias Argentinas seleccionó a los mejores cinco pueblos “fantasma” bonaerenses para visitar y descubrir su historia y que se pueden conocer a continuación.
Estela
Está ubicado a 665 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires en el partido de Puán. Registró su pico demográfico antes de que el tren que llegaba a su estación dejó de funcionar en los años ´90: en ese momento vivían unas 100 personas, pero el descenso de la población se apreció rápidamente: para 2001 quedaban 25 habitantes y en 2010 solamente dos, una pareja que siguió viviendo hasta allí en 2022 cuando decidió alejarse definitivamente del lugar
En sus épocas de bonanza en Estela había una comisaría, una escuela, un almacén y una fabrica de harinas, pero que con el paso de tiempo fue viendo como las callejuelas de polvo y piedra se fueron quedando sin gente.
Villa Epecuén
Fue uno de los asentamientos turísticos más importantes del oeste de la provincia de Buenos Aires y llegó a recibir 25 mil turistas en la temporada de verano, hasta que una inundación en 1985 dejó al pueblo totalmente bajo el agua y los 1.500 habitantes que vivían en ese entonces tuvieron que ser evacuados, afortunadamente sin tener que lamentar ninguna fatalidad.
La situación fue desastrosa y el agua literalmente arrasó con el pueblo: el trabajo de evacuación fuerte duró 15 días e incluso hubo que trasladar hasta los féretros del cementerio a la localidad de Carhué, que está a ocho kilómetros. Dos años más tarde llegó el pico máximo de inundación y la ciudad quedó totalmente sumergida bajo el agua. Sus habitantes jamás volvieron a su casa y este lugar quedó derruido, aunque se convirtió en un destino de culto fotográfico.
San Mauricio
Este pequeño pueblito que pertenece al partido de Rivadavia sufrió un gran impulso cuando el ferrocarril llegó a sus tierras en 1903 y las actividades económicas florecieron: la localidad llegó a tener la mencionada iglesia, una plaza principal, farmacia, comisaría e incluso un hotel.
En este momento de esplendor San Mauricio llegó a contar con 1.500 habitantes que vivían en las 40 casas que estaban dispuestas en las 45 manzanas que existían en el lugar. Con el paso del tiempo los habitantes de San Mauricio se fueron yendo y un momento duro de su historia ocurrió ene 1986 cuando la edificación en la que se celebraban las fiestas locales sufrió un incendio. El golpe de gracia llegó en 2001 cuando se produjo una inundación de gran tamaño que obligó a sus habitantes a abandonar el lugar y luego de ese suceso jamás volvieron al pueblo.
Gándara
Ubicado en el partido de Chascomús a la vera de la Ruta 2, supo ser una pequeña localidad que contó con una fábrica de lácteos e incluso un monasterio. En su momento de esplendor muchos de los empleados fabriles vivían en casitas construidas alrededor de este sitio, pero con el cese de la producción y el cierre de la fábrica Gándara en 2003 la actividad social y económica del pueblo se vio fuertemente reducida.
Casi todos los habitantes se fueron de este pueblito, salvo Oscar Sueldía, quién trabajó en la fábrica de Gándara durante 33 años y aún continua viviendo en una casita aledaña al centro productivo abandonado. Curiosamente la estaciones de trenes de este pueblito sigue activa e incluso Gándara se volvió un atractivo turístico para los turistas que visitan una localidad que “quedó en el olvido” y también para los ciclistas, que suelen hacer de manera constante la Ruta Chascomús-Gándara para entrenar.
Ernestina
Este pueblo pertenece al partido de 25 de Mayo y empezó a desarrollarse en 1852 cuando se anunciaron obras para que el tren empiece a llegar a la zona. En 1896 se realizó la fundación oficial y con la bonanza que trajo el ferrocarril comenzaron a llegar los primeros habitantes. En su época de esplendor esta pequeña localidad llegó a tener un teatro, un club deportivo local, hotel, sastrería, farmacia, correo, almacenes, bares y una peluquería.
En su mejor época Ernestina contó con 1.800 pobladores e incluso para 1925 esperó la visita del rey Eduardo VIII del Reino Unido, que jamás se terminó concretando. Con el paso de los años y la pérdida de injerencia del ferrocarril Ernestina fue quedando en el olvido, aunque en los últimos tiempos resurgió como un destino turístico que es visitado durante el año por muchos turistas interesados en su historia.