Por Emmanuel Dalbessio para Télam
Un homicida que mata a dos o más personas puede ser considerado un asesino múltiple, en masa o serial según determinadas características que son evaluadas en la escena del crimen y que pueden determinar el comportamiento del homicida frente a las víctimas, indicaron especialistas en criminología.
Laura Mónica Daró, abogada, periodista y criminóloga, detalló a Télam las diferentes subcategorías que analizan los especialistas en criminología cuando investigan casos de homicidios múltiples, en los cuales hay dos o más víctimas.
La especialista indicó que Robert Ressler, ex agente del FBI y criminólogo, en la década del 80 describió como homicidio múltiple a los casos en los que hay dos o más víctimas y le asignó tres categorías: en masa, relámpago (o spree killer) y serial.
«Los homicidas múltiples en masa son quienes llevan a cabo los hechos y las víctimas -que son dos o más- resultan muertas en una misma acción violenta. La tarea se lleva a cabo de una manera artesanal, es decir, que no es producto de un atentado o de un incendio», explicó Daró.
Y agregó que «la acción dentro de la escena del crimen puede darse de una manera artesanal y continuada, al utilizar distintos medios para garantizar el resultado, como un arma blanca, de fuego o impropia, como un elemento que cause la muerte a las personas».
Las armas «propias» son aquellos instrumentos que fueron diseñados para ser utilizados como armas; en cambio, las «impropias» están constituidas por algún instrumento que aumenta la fuerza del quien lo utiliza, pero que no está diseñado ni construido ni destinado específicamente para el ataque o la defensa de personas u objetos. Un ejemplo de ese tipo de objeto es el pico de botella de vidrio, roto y blandido como elemento punzo cortante con la finalidad de poner en peligro la salud o la vida de una víctima.
A diferencia de la posición de Daró, Eloy Torres, profesor de investigación criminal, sostuvo que un asesino múltiple es quien «con una bomba o un atentado mata a varias personas en un mismo hecho».
Torres dio como ejemplo la denominada «Masacre de Patagones», ocurrida en el 2004, en la cual un adolescente ingresó a un aula y comenzó a disparar, lo que ocasionó la muerte de tres de sus compañeros y heridas a otros seis.
Entre los homicidas «en masa» y «seriales», Daró incluyó una subcategoría llamada «spree killer» o «relámpago», cuya principal característica se da cuando el criminal tiene la finalidad de matar a alguien en particular, pero en la escena se encuentra con otras personas, por lo que termina asesinando a todos los presentes, que pueden ser eventuales testigos del hecho.
Por último, Daró se refirió a los asesinos seriales, a quienes subdividió en «organizados» o «desorganizados», según el análisis confeccionado tras observar la escena del crimen y el comportamiento del homicida.
«El asesino serial organizado es compatible con un coeficiente intelectual alto, tiene un prestigio y reputación social, es bien visto y generalmente tiene un buen trabajo, especializado. Posee una estructura familia estable y estabilidad laboral. Se lo ubica como el hijo único o mayor de una constelación familiar», describió.
En tanto, en relación al hecho en sí, la especialista indicó que este tipo de homicidas «tiene excesivamente controladas la ejecución de los hechos. Suele planificar de modo minucioso el hecho para actuar sin riesgos. Lleva a la escena del crimen elementos que lo puedan ayudar, como bolsas y armas para no dejar nada librado al azar».
«Es compatible con lo que sería un psicópata. A la víctima suele someterla psíquica y físicamente. En su mayoría son hombres y de una edad superior a los 32 años. Las víctimas responden a un patrón, por eso es una inteligencia previa», detalló Daró sobre la serialidad.
Por otro lado, describió al homicida serial desorganizado como una persona con un coeficiente medio o medio bajo y compatible con un psicótico.
«Hay una improvisación absoluta, es ansioso durante la preparación de los hechos, tiene una sociabilidad inmadura, carece de estabilidad laboral y buena reputación. Dentro del grupo familiar se lo ubica como el hijo del medio o menor», sostuvo.
«No planifica la agresión y suele realizar actos violentos en el homicidio -agregó-. No lleva armas, sino que utiliza lo que tiene a mano. No ejerce un control psicológico sobre la víctima. Acciona de una manera impensada, súbita, lo que va surgiendo lo emplea».
Conforme a la criminóloga, el «desorganizado» elige a sus víctimas «en un ámbito donde son personas conocidas o que están en las inmediaciones de su círculo diario, como vecinos o comercios de la zona». «No hay un patrón definido en las victimas», concluyó.
Por su parte, en relación a los asesinos seriales, Torres los describió como «personas que no siempre eligen una característica de la víctima para atacarla» y que pueden variar su modus operandi.
«Puede tener o no un patrón de su víctima. Puede ser prolijo como desprolijo. Generalmente son hombres que tienen un atractivo para atrapar a sus víctimas», señaló.
Y ejemplificó: «Robledo Puch es serial, pero mataba al sereno, al compañero; los mataba por deseo. Mercedes Bernardina «Yiya» Murano, también era una asesina serial porque mató a amigas con distintas metodologías. Era más prolija que Puch, por ejemplo. Las iba matando de a poco, no con una dosis letal».