En una reunión repleta de emoción, Matías Irace, ex jugador de fútbol de Central, presentó su libro: “El fútbol es para pobres”. El escrito se encuentra a la venta en la librería Homo Sapiens (Sarmiento 459).
El ex futbolista, hoy radicado en Barcelona, regresó a la ciudad que lo vio nacer para presentar su primer libro, rodeado de familiares, amigos y ex compañeros del deporte, autodenominados “actores de reparto dentro la obra”.
Con la escritura como una herramienta de desahogo, el ex mediocampista Canalla, comenzó a trasladar los pensamientos y los sentires al papel una vez que emigró, en 2005.
El desarraigo fue dificil. Dejar los amigos, la familia, el club del que era hincha, para jugar en el fútbol español marcó un antes y un después: “Me ayudó el cine, la música y la soledad”.
En esa soledad de la que habla Irace, es que comenzó a aparecer la escritura. “Estar fuera hace que pase mucho tiempo conmigo”, afirmó. Y continuó: “Hay una parte que utilizo que es escribir para descartar”. En ese sentido, trasladar al papel lo que sentía, era una manera para aliviar y dejar atrás determinadas situaciones.
El libro cuenta su historia, desde pequeño y hasta los 30 años. Lo que le tocó vivir como jugador de fútbol en Argentina y en el exterior. “El problema del futbolista no es con la pelota en los pies”, sentenció.
“Se vuelve una valija de herramientas para el chico que aspira a ser futbolista, para el familiar, para el amigo. Te hace ver el lado B”, describieron los amigos que lo acompañaron en la presentación sobre el libro. “Ojalá lo hubiéramos leído algo así para poder desatar los nudos que tuvimos y por ahí nos frenaron en el camino”, continuaron.
“Dejar el fútbol fue un gran alivio”
El día que Irace decidió que iba a dejar de jugar a la pelota, fue el día que más aliviado pudo recorrer el campo de juego. Independientemente de las cosas buenas que pudo haber vivido por ser jugador de fútbol, no lo volvería a hacer.
“Lo que sí haría, es trabajar de joven”, dijo en referencia a la importancia de contar con apoyo en relación a la salud mental. “Muchas veces se necesita gente que tenga herramientas”, sentenció.
Y continuó: “Se piensa que hablar cuando está mal es atentar contra uno mismo. Lo más sensible es hablar, pero nos educaron para aguantar y soportar. Se necesita un espacio de confianza. Pedir ayuda a veces es difícil”.
El recuerdo de Central
El mediocampista llegó a Central en edad de cuarta división y tras jugar al futsal en Banco Nación. Se presentó a unas pruebas que realizaban en la Ciudad Deportiva y quedó entre los cuatro elegidos para fichar en Rosarina. Sin embargo, lo hizo en AFA. “Yo no soñé con ser futbolista profesional, todo fue encontrándome en el camino”, confesó.
El recuerdo más feliz que tiene con la camiseta de Central, club del que es hincha, es un partido de Reserva. En aquel entonces, la categoría jugaba el partido preliminar en el Gigante de Arroyito y le tocaba medirse con Lanús. Hugo Galloni era el DT y faltando 15 minutos para que termine, a Irace le tocó entrar. Desbordó por la izquierda, tiró el centro y “creo que correa la pone abajo de un palo”.
El más difícil fue tal vez el del penal en la Copa Libertadores, cuando el Canalla cayó ante San Pablo por 5-4 en la definición por tiros desde el punto penal: “No me lo esperaba, no había sexto pateador, nos miramos y fui, hasta el arco había 2 kilómetros y era chiquito. Ese fue un momento muy difícil”. Recordando esa anécdota, Irace acotó: “En el avión Gustavo (Barros Schelotto) me dijo ´dientón quédate tranquilo, no pasa nada´”.