Un elemento de vital importancia en la acusación que llevó adelante la Fiscalía anteayer contra diez personas –en su mayoría empresarios y profesionales– acusadas de asociación ilícita, estafa y lavado de activos, entre otros delitos, fueron las escuchas telefónicas, que echaron luz sobre la división en células de la organización y de la operatoria para concretar los fraudes con inmuebles: una vez desapoderado el legítimo propietario a través de poderes falsos se hacía una cadena de testaferros para terminar en una venta a un tercero.
Entre ellas, sobresale la intervención telefónica en uno de los hechos, el del fraude con un campo de 124 hectáreas ubicado en Monte Flores, en la localidad de Villa Amelia, la que permitió conectar al eslabón superior, descrito por el fiscal Sebastián Narvaja como el encargado del fronting, es decir el corredor de bolsa y operador inmobiliario Jorge Oneto.
Esa propiedad pertenece a la viuda del ex camarista penal Ernesto Navarro, quien detectó la venta apócrifa cuando le pidió a su hijo que revisara por la web los impuestos porque ya no le llegaban. A partir de la denuncia de la familia se empezó a desentrañar la trama de los sindicados estafadores no sólo para desligarse de la propiedad sino también para afrontar los gastos que les conllevó el frustrado golpe. Entre las pruebas están las conversaciones entre los compradores que le siguieron al sindicalista Maximiliano De Gaetano donde el empresario Leandro “Lelo” Pérez era el enlace.
En una de las conversaciones grabadas entre el también empresario Marcelo Jaef y el escribano de Oneto, Luis María Kurtzemann, sobre la suscripción de las escrituras vinculadas con la venta del campo, Jaef le comenta al notario que está con Lelo acordando para hacer algunas modificaciones al acuerdo original entre las partes que hicieron la operatoria. Para llegar a la última comunicación entre Jaef y Oneto, donde este último le reconoció que iba a firmar si estaban todos: “Lamentablemente me tengo que cubrir. Entonces la idea era que firmáramos todos un acuerdo. Que yo haga el fronting, que siga todo igual como está e inscribimos las escrituras”. Después existió otra comunicación entre Jaef y Pérez donde el primero le comentó sobre Oneto: “Se ofreció a hacer de fronting”.
Una vez que Oneto concretó la transacción, o sea estampó su firma tras muchas idas y vueltas, y con todos los involucrados enterados ya de las averiguaciones que venía haciendo la Fiscalía, Lelo le comentó aliviado a Jaef: “La paloma está en el nido; acaba de firmar. Hace unos meses que dormía tan mal…”. Esta información llevó a Jaef a decirle: “Bueno, ya estamos. Ahora la vemos de afuera”.
Los números y los pagos
En las escuchas también se puso en evidencia la falta de confianza sobre los aportes que había hecho cada integrante en las diferentes ventas. Primero fue el vendedor de autos Juan Roberto Aymo; después De Gaetano y luego se traspasó de Jaef y Pablo Abdala, el ejecutivo del diario La Capital que será imputado mañana, para Oneto con Lelo Pérez de enlace.
El que habla es Lelo: “El total de las cosas son como quinientos cincuenta mil pesos…Va a haber una parte que es peleable, hay una parte que hay que hablar. Por ejemplo, lo de la oficina, dieciocho lucas de una cesión, diecisiete de la escritura. El campo lo que le corresponde a nosotros, que nos corresponde sí o sí, son ciento setenta y ocho lucas de ingresos brutos, que eso le queda al que lo compró, y la escritura dos gambas diez, que nosotros tenemos que pagar la tercera parte. Le voy a llevar, ahora le voy a llevar doscientos mil pesos. Después nos sentaremos nosotros para ver cómo seguir, con el pelado (por Kurtzemann), con todo…”.
“Estamos en el filo, es gravísimo. O sea, yo ya más no puedo hacer. Puse los dedos en todos lados. Y después veremos. Después lo agarraremos al otro, después veremos, viste, pero no puede pasar de hoy”, reconoció Jaef.
En ese momento se presentó el primer chispazo cuando Pérez le comentó que había puesto 200 mil pesos; esto provocó el retruque de Jaef y Lelo le aclaró: “Pero vos lo ponés para vos la concha de tu madre, yo la pongo para todos”.
En un momento, Lelo también fue intermediario de un desacuerdo con De Gaetano sobre los aportes que éste debía hacer al grupo. Pérez habló con Jaef y le dijo que había hablado con De Gaetano. “Le dije al Gordo cómo es el tema: que él tiene la plata para ponerla pero quiere el Smart en garantía”. La reacción de Jaef fue clara: “Llamalo ahora. Decile que yo le voy a dar una pija mía y que voy a sacar los tres contratos que tengo de setenta y cinco mil dólares cada uno, y lo voy a ir a hacer mierda. Voy a perder todo, pero él va a quedar culo al norte. ¡Que se acuerde de lo que yo le digo! Porque yo me estoy cagando la vida por este gordo, así que, ¿yo le di un millón de dólares y el flaco quiere un Smart de garantía? Decile que yo tengo honor”.
Al final, en los allanamientos del miércoles pasado, el Smart estaba en la casaquinta de Pueblo Esther propiedad de De Gaetano.
En las escuchas se ponen a sacar cuentas asociadas con la venta del campo y de la plata que faltaba. Pérez, para reducir la tensión, le propone: “Si querés, mañana mismo plantemos la bomba y vayamos todos para atrás; no sé si no es más negocio”. Jaef le pregunta: “¿Qué querés que haga, boludo? ¿Que salga más a robar? ¿Meterme más en quilombo de los que me metió este tipo?”. Luego le indicó: “Decile que te dé la gamba que falta. Dale. Que te la dé, que después arreglamos a la vuelta. Yo se lo voy a dar. Esos ciento diez mil pesos. Después a la vuelta arreglamos con el Smart de alguna manera”.
Otro problema que se generó en el grupo fue que Abdala comenzó a tener dudas sobre la responsabilidad que le cabría si alguna vez se conocía el engaño con el campo, debido a que él y Jaef figuraban como los dueños anteriores a Oneto: “Si hay un problema, lo vamos a tener dentro de tres años. Oneto nos va a reclamar a nosotros; andá a saber todo el quilombo que pasa y le van a reclamar al dueño del campo. Yo, mitad. Vos, mitad. Pero vos recibís la mitad, yo no, ¿entendés? Entonces, de última, estoy peor que nadie, tengo que poner lo que nunca recibí”. Y ejemplificó su angustia: “Voy a tener que pagar, de mi plata, el millón setecientos cincuenta. Es una cosa súper lógica, porque como yo soy testaferro, ¿entendés? Por eso cago, porque soy testaferro”.
Guille Cantero y la gavilla vip
Según trascendió en la audiencia imputativa de anteayer, los nexos entre algunos de los acusados y la banda de los Monos no se limitan a cuestiones de parentesco o de haber estado bajo sospecha en la misma causa, sino que la operatoria de la banda que concretó la megaestafa se vinculaba directamente con uno de los líderes, del clan de la Granada Ariel “Guille” Cantero, procesado por asociación ilícita, homicidio y narcotráfico, dijeron voceros del caso.
El vendedor de autos Juan Roberto Aymo es sindicado como organizador de la primera de las tres células de la particular gavilla, la más cercana al territorio en la ejecución del fraude. Uno de los testaferros que usaba era, según la acusación, el prófugo Tránsito Portillo Retamar, tío de Andrés Fernández, alias Gitano, procesado junto con Guille por el crimen de Diego Demarre. El sindicalista Maximiliano De Gaetano era partícipe de la segunda célula y también tenía contactos con Guille, igual que Leandro “Lelo” Pérez, el también vendedor de autos que supo ser socio de Luis Medina y que para la Fiscalía era el nexo entre los estratos superiores e inferiores de la organización. En tanto, un cuñado del Gitano, Roberto Cavalli, fue quien usó el documento de la madre de este último para que figurara como propietaria de un inmueble, adujo la mujer. Cavalli fue asesinado en noviembre del año pasado mientras estaba estacionado con su mujer y su hija en el semáforo de Sorrento y Circunvalación. Había visitado a Guille Cantero en su celda del penal de Piñero unos días antes. Según una versión que trascendió tras la audiencia de anteayer, también Pérez, Aymo y De Gaetano visitaron a Guille en esa cárcel.