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Escuela de movimiento: poner el cuerpo en el aula para facilitar el aprendizaje

El método, creado por el argentino radicado en Europa Enrique Pissani, actualmente se aplica en la Escuela Nº 86 José Manuel Estrada para facilitar la lectoescritura. Entrevistada por El Ciudadano, la docente Lucrecia Sabadotto explica cómo

Propuestas lúdicas para “volver a transitar por los movimientos que se hicieron durante el primer año de vida” es sólo una ínfima parte del proyecto que actualmente se implementa en la Escuela Nº 86 José Manuel Estrada para alumnos de entre 3 y 6 años. El objetivo, según contó a El Ciudadano la profesora de educación física Lucrecia Sabadotto, es facilitar el proceso de aprendizaje de la lectoescritura.

Se trata de “Escuela de movimiento”, del método creado por el también profesor de educación física Enrique Pissani, quien se radicó en Bélgica en la década del 80 y hace algunos años viajó a Rosario para dar cursos de formación a docentes sobre “el enfoque somático del movimiento en el ámbito educativo y deportivo”.

Según contó Sabadotto, es la primera experiencia en una escuela pública en que se aplica estrictamente el método, con el objetivo de aplicar los beneficios que surgen de los talleres con los niños al aprendizaje de leer y escribir.

—¿Cómo se traslada esta actividad lúdica a lo que es luego el aprendizaje de lectoescritura?

—Lo que plantea la Escuela de movimiento es que las bases del aprendizaje no es algo solamente cognitivo ni solamente motor, sino que está todo junto y empieza con el primer año de vida. Todas esas primeras experiencias motrices que tiene el bebé, de alguna manera volver a transitarlas cuando el chico tiene cuatro o cinco años, o en la adultez inclusive, puede facilitar y potenciar el aprendizaje en el futuro. Volver a pasar por esos primeros movimientos lo que hace es dar más sostenes para que cuando el chico va a escribir, que es una actividad mucho más compleja porque tiene que cruzar la línea media, pueda lograr cierto equilibrio, coordinar los ojos con lo que está haciendo, organizarse espacialmente. Todo eso se ve facilitado cuando se vuelve a pasar por esos primeros movimientos evolutivos.

—¿Cuáles son los cambios que nota en los alumnos?

—Son muy evidentes. Se registran cambios en chicos que empezaron a principios de año, y a mitad del año el cambio fue increíble. Incluso las maestras me relatan lo que van observando en la organización espacial. Un caso puntual de un chico de segundo grado que era muy desprolijo, se caía del renglón, escribía la letra muy grande y muy cuadrada, luego empezó a hacer más curvas, a ser más organizado, y más legible su escritura. En cuanto al dibujo, los alumnos de cuatro años, con el paso de los meses, empiezan a dibujar la figura humana mucho más completa. Empiezan a sentir su cuerpo y lo pueden trasladar al papel.

—Uno de los juegos consiste en que escriban o dibujen en papeles de grandes dimensiones. ¿Cuál es el aporte en al desarrollo cognitivo?

—Es como de alguna manera ponerle cuerpo a la escritura; como que el escribir y el leer están totalmente separados del cuerpo, cuando en realidad ningún aprendizaje lo está. Todo parte del movimiento. En este caso lo que hacíamos era buscar distintas formas de atravesar el espacio dejando un trazo y ver cómo, a través del movimiento, van relacionando lo que dibujaron o escribieron con lo que hace la mano o la muñeca cuando lo llevan al cuaderno.

—¿Cómo es la recepción de los chicos sobre esos juegos?

—Se divierten mucho. He notado en la escuela que es básicamente una necesidad, necesitan moverse. Salen de la sala y vienen al taller con una necesidad de movimiento que ya roza ciertos límites de supervivencia, porque no están preparados para estar sentados toda la mañana. Se fue trabajando para lograr un equilibrio y que no se desborden. Lo que noto en el ámbito formal es esa necesidad de moverse. De a poco se fue organizando y con los chicos hemos podido lograr, a partir de cosas que fueron pasando, que ellos mismos se fueran encontrando.

—¿Cosas que les pasaban con respecto al movimiento y ubicación de tiempo y espacio?

—Por ejemplo se empujaban, entonces parábamos el taller para hablar de lo que pasaba y empezaban a relatar lo que les iba pasando con respecto a eso, que es parte de su corporeidad. Pero muy entusiasmados siempre. También trabajamos con armar figuras con el propio cuerpo que estén vinculadas a lo que después va a ser la escritura, como armar figuras geométricas entre varios y de a uno, armar letras o frases.

—¿Se trasladan esas rupturas de no acatar las reglas, de caerse o empujarse a las dificultades a la hora de escribir?  

—Sí, porque primero el chico tiene que construir su propia relación con sí mismo, cómo él se vincula con él mismo y a partir de ahí las relaciones con el entorno. Por eso ese primer año de vida es tan importante, porque el niño o la niña van armando la relación que tiene que ver con sus propios cuerpos. En la medida que eso no esté facilitado, o no se haya podido construir de la mejor manera, por distintos motivos, hay que fortalecerlo y contribuir a que se desarrolle.

—¿La importancia que le dan los padres al movimiento durante ese ese primer año de vida tiene que ver con los tiempos que corren?

—Básicamente estamos viviendo en un momento histórico social en el que se privilegian un montón de otras cosas, y el movimiento queda como algo sobre lo que no se sabe. Hay chicos muy chiquitos que usan teléfonos, con la tecnología muy presente. Cada uno como padre o madre hace lo que puede y como puede, pero el movimiento durante el primer año de vida es clave. Si un chico está mucho tiempo en un espacio limitado y no puede explorar sus posibilidades de moverse, difícilmente después pueda construir lo que tiene que ver la relación con el afuera. Primero es la relación con sí mismo y se da a partir de la exploración.

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