Somos raros los argentinos. ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo conseguirla? Por qué empeñarnos en su carácter efímero, en reducirla a una expresión temporal mínima por la tozudez de ensimismarse en el análisis extremo, en el detalle nimio, como si fuera necesario el narcisismo melancólico de la tristeza.
En esa contradicción de buscar lo malo a lo bueno, el deporte saca lo mejor y lo peor, exalta y demoniza. Por eso, a pesar del 95 a 75 para España sobre Argentina en la noche de Pekín, hay que quedarse con la alegría, con la satisfacción de un par de semanas impresionantes, con el disfrute de los triunfos y el camino para lograr cada uno de ellos. Por una vez dejar de lado el detalle oscuro, la manchita en el mantel. Y agradecer. El sacrificio, el desgaste, el lugar en Tokio, las epopeyas de Serbia y Francia. Agradecer que un domingo 15 de septiembre destinado a recordar el regreso de Maradona o el clásico rosarino, se respiró básquet.
El poderío español quedó en evidencia ni bien comenzado el partido, haciendo pesar sus centímetros y kilos para dominar el rebote en ambos costados del rectángulo chino. Argentina chocó contra la defensa europea en el ataque fijo y perdió confianza en defensa, lo que permitió un 14 a 2 adverso que le puso paño frío a la ilusión de los millones de argentinos frente a la tele, pero no al grupo de locos en el estadio.
El efecto despertador llegó desde Cañada de Gómez con los triples de Nico Brussino y un par de defensas que revolucionaron el partido y permitieron correr de la mano de Campazzo. En una ráfaga, de 13 a 0 los de Hernández se pusieron sólo a un punto del elenco español.
Pero España también tiene deseo, también tiene determinación, y no se dejó avasallar, se reseteó, encontró paciencia y llevó el juego otra vez a un ritmo más pausado para aprovechar el juego interno. Por primera vez en el torneo Argentina no impuso sus condiciones al juego y caminó por obligación en el terreno que proponía el rival. Eso sí, no mezquinó ni resignó rebeldía ante la adversidad.
Entre lo que no podía Argentina y lo que desplegaba España, el primer tiempo se murió 43 a 31 para los de Scariolo con un contundente 26 (10 en ataque) a 15 en rebotes.
En el tercer cuarto los problemas se agudizaron en Argentina. Los triples fueron esquivos y nunca se pudo meter en juego a Luis Scola. España, pletórico de básquet, encontró a un Marc Gasol gigantesco en todo su abanico de recursos y que la diferencia ronde los 20 puntos (con pico de 22). Otra vez el espíritu argentino, apoyado en variantes tácticas defensivas (presión, zona, combinada), y por fin los triples acercaron la brecha, pero no alcanzaron para cambiar el trámite y las características del partido. España durmió la pelota, y al vaivén de su lenta cadencia, aplacó a Argentina y se llevó el segmento 66 a 47.
Este grupo no iba a perder sin pelear y el último cuarto tuvo argumentos basquetbolísticos pero también anímico. La bandera del coraje se unió a la del juego para achicar la brecha y soñar con el milagro.
Pero España otra vez estuvo a la altura y frenó el último embate de una Argentina que siguió peleando incluso condenado por el inexorable transcurrir de los segundos. No pudo ser. El rival fue superior. Pero vale el aplauso y el agradecimiento por creer, por sentir y por poder.
Goleadores
En España: Ricky Rubio hizo 20 puntos, Sergio Llull 15 y Marc Gasol 14. En Argentina: Gabriel Deck 24 y Nicolás Laprovittola 17.
Quinteto ideal
Tercer puesto
Francia derrotó a Australia 67 a 59 y se quedó con el tercer puesto en el Mundial tras dar vuelta una desventaja de 15 puntos. Para los oceánicos de extendió la racha negativa en sus partidos por medallas, con récord de 0-10.
Muratore
La Fiba nombró al tucumano Horacio Muratore Presidente Honorífico de la entidad.
Estrellas
Manu Ginóbili, Yao Ming, Tony Parker, Kobe Bryant, Oscar, fueron algunas de las estrellas presentes.