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España vota en la peor crisis

La derecha del PP, que lleva como candidato a jefe de gobierno a Mariano Rajoy, es favorita a ganar por amplio margen las elecciones españolas. El socialismo dejará el poder con 5 millones de desempleados.

España, golpeada por la peor crisis económica de su historia reciente –con casi cinco millones de desocupados–, elegirá hoy un nuevo gobierno. La derecha del Partido Popular (PP) que conduce Mariano Rajoy es considerada como la gran favorita frente al gobernante Partido Socialista Obrero Español (Psoe) que tiene como postulante a jefe de gobierno a Alfredo Pérez Rubalcaba. Los encuestadores anticipan un triunfo derechista por paliza, que le propinará al socialismo una derrota como no sufrió jamás desde el retorno a la democracia.

Unos 36 millones de españoles están llamados a las urnas para renovar además 350 diputados y 208 senadores. Las últimas encuestas predicen la peor derrota de los socialistas, con sólo 112 escaños, mientras que el PP se haría con entre 192 y 198 escaños, muy por encima de los 176 que marcan la mayoría absoluta en Diputados.

El candidato socialista y ex número dos del gobierno de José Luis Zapatero, Rubalcaba, decidió pasarlo ayer en familia. Su objetivo en las últimas semanas pareció dirigirse a evitar la mayoría absoluta de la derecha. Los socialistas, llegados al poder en 2004, enfrentan la gran desilusión de su electorado con respecto al gobierno de Zapatero: congelación de las pensiones, retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, reducción del 5 por ciento en los salarios de los funcionarios y aumento fiscal, entre otras medidas, hundieron su popularidad.

Rubacalba compite con el lastre de haber sido una pieza clave del Ejecutivo en esta última etapa, cuando el líder socialista dio un giro hacia la derecha y aprobó un ajuste que, lejos de sacar a España de la crisis, empeoró la situación y generó un fuerte descontento social.

Rajoy, al fondo a la derecha

El líder del PP, Rajoy, de 56 años, tras sus derrotas en 2004 y 2008, aseguró en un mitin el viernes pasado que está “preparado para ser el presidente del gobierno de todos los españoles”. Sin embargo, el probable futuro jefe de gobierno, que también decidió pasar el día de ayer en familia, tendrá poca tregua ante la dura situación económica de España, presionada en los últimos días por los mercados hasta elevar su prima de riesgo por encima de los 500 puntos básicos.

“La prioridad es dar un mensaje de confianza a los mercados”, dijo Rajoy, quien prometió presentar rápidamente “un primer plan de medidas económicas” para mostrar que “España se toma en serio el asunto del déficit público”, lo que augura más austeridad y probablemente más protestas ciudadanas.

“La previsión en la situación actual y con las actuaciones futuras del PP es de un incremento de las protestas, sean de origen indignados, sindicales o corporativas”, dijo Antonio Alaminos, profesor de Sociología de la Universidad de Alicante, a la AFP.

El movimiento de los indignados se mantiene como un rumor de fondo, pero en los últimos días sólo han logrado movilizar a una pequeña parte de los miles que se manifestaron en mayo pasado.

Indignados: “No habrá tregua”

Los indignados volvieron ayer a la emblemática Puerta del Sol, donde llevaron a cabo iniciativas como la lectura de una carta abierta al próximo jefe del gobierno español. Si bien los sondeos pronostican un trasvase de votos del Psoe al PP, también apuntan a una fuga de votos hacia la izquierda. Esto permitirá la entrada al parlamento de los ecologistas de Equo, que se presenta por primera vez a las elecciones con un programa que se identifica con los indignados, y una mejora en la cantidad de escaños para Izquierda Unida (IU).

A pesar de que el panorama es hoy más negro que antes y se avecina un gobierno de derecha, los indignados no se desaniman y garantizan que después del “20-N” –como se refieren a los comicios– no habrá tregua.

Ayer, algunas decenas de indignados se repartieron en pequeñas asambleas en el epicentro madrileño del movimiento. Entre las iniciativas, se hizo una escenificación de un desalojo y la celebración del “último matrimonio entre dos lesbianas”, como forma de protesta ante la eventual próxima llegada al poder del derechista PP. Exigieron que se condene al franquismo, que los políticos estén al servicio de los ciudadanos, que se fiscalicen las cuentas del Estado, que se cambie la ley electoral, que no se criminalice a la inmigración, que se elimine la explotación laboral; y educación y sanidad de calidad, entre otras cuestiones.

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