Los efectos del cambio climático en la Argentina exacerban extremos climatológicos como las olas de calor, las cuales se «duplicaron o cuadruplicaron con respecto a la cantidad que hemos tenido en años anteriores», ya que son «cada vez más recurrentes, intensas y afectan a más personas», señalaron especialistas a raíz del pico histórico de calor que en febrero batió récords de 60 años en el país.
La última ola de calor que afectó a casi la totalidad del país entre el 2 y el 14 de febrero dejó récords de temperaturas en 27 aglomerados urbanos, entre las cuales la ciudad de Buenos Aires registró el evento de máximas agobiantes más largo durante ocho días con 38,1º, según indicó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
La meteoróloga, docente e investigadora del Conicet, Matilde Rusticucci, explicó que «el cambio climático exacerba los extremos climáticos, que se producen más frecuentemente».
«En este verano en particular, venimos de una sequía importante que tuvo que ver con el fenómeno climático de La Niña, junto con la cantidad de días de olas de calor, que se duplicaron o incluso se cuadruplicaron en el norte del país», señaló la especialista.
En concordancia, Cindy Fernández, comunicadora meteoróloga del SMN, sostuvo que «este verano se está comportando de manera extremadamente cálida en Argentina, algo que no es novedad porque las temperaturas van en aumento».
Esto llevó a que las horas de calor sean «muy recurrentes», ya que en el país «desde finales de la primavera hasta ahora llevamos ocho olas de calor, que casi duplica la cantidad que hemos tenido en otros años muy cálidos», precisó.
Los efectos del cambio climático, entre los que se encuentra el aumento de las temperaturas a nivel global, «provocan que las olas de calor sean cada vez más frecuentes, recurrentes e intensas, con temperaturas más altas».
Además, estas olas de calor afectan a «zonas cada vez más amplias, y a mayor población, porque los fenómenos son más amplios», indistintamente de fenómenos climáticos como La Niña.
En ese sentido, «lo que ocurre es que en los años ‘Niña’, como el que llevamos en Argentina por tercer año consecutivo, no está tan relacionado con las temperaturas sino que lo que hace es modificar los patrones de lluvia».
De manera sencilla, explicó Fernández, «llueve menos, entonces si combinamos estos dos factores, falta de lluvias y temperaturas más altas, los efectos negativos se potencian».
En tanto, la especialista se refirió al estudio publicado por la World Weather Attribution (WWA) el 21 de diciembre pasado, que demostró que la ola de calor «con las magnitudes que tuvimos en el comienzo de la primavera, denominada ola de calor temprana, fue un 60% más probable debido al cambio climático y fue un grado y medio más alta de lo que tendría que haber sido sin cambio climático».
Por otra parte, el estudio que mencionó Fernández «no pudo determinar si el cambio climático tuvo que ver con la sequía, de hecho está dentro de los parámetros, es congruente con un episodio de La Niña como el que estamos viviendo. Lo que sí determinó es que estas sucesivas olas de calor dejaron un escenario que agrava aún más las consecuencia de la sequía».
Luego de las altas temperaturas y en relación a la ola de frío que afectó el viernes pasado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a las provincias de Buenos Aires, Santa Cruz, Río Negro y Chubut, con registros térmicos menores a 15 grados, «el enfriamiento fue debido específicamente una situación sinóptica de uno o dos días que estableció un ciclón, o sea una formación particular en el aire que circula muy fuerte», explicó Rusticucci.
«Este ciclón fue causado en el Océano Atlántico e hizo que el aire frío entrara desde el sur muy cómodamente, lo que hizo bajar la temperatura», añadió.
Por su parte, Fernández sostuvo que «no se le puede atribuir por el momento las olas de frío intenso al cambio climático, que también las genera, puede ser un episodio normal en la variabilidad climática de Argentina, siempre que sea un caso aislado».
Sin embargo, la especialista aclaró que «si empieza a ser cada menos cantidad de años, ahí sí deberíamos empezar a ver la influencia del cambio climático en estos episodios. Años atrás han habido otras irrupciones que tienen un cierto tiempo de recurrencia, dependiendo del fenómeno y de un montón de cosas».
Y remarcó que «lo que hace el cambio climático es que la recurrencia se modifique y ahí es donde tenemos que ver cómo es el impacto».
Entre los impactos directos derivados en la salud de las personas debido a las altas temperaturas, Rusticucci enumeró la «mortalidad, ataques al corazón, estrés post calor, deshidratación, y por supuesto la propagación de enfermedades infecciosas, como el dengue, que no existía en nuestras latitudes y ahora es algo para lo que tenemos que estar preparados».