No hay instrumento de medición sin margen de error, que puede dar un falso positivo, y existen motivos fisiológicos que apuntan en el mismo sentido. Esos fueron dos de los argumentos que especialistas en seguridad vial esgrimieron ante los integrantes de la comisión de Obras Públicas del Concejo en rechazo al proyecto de ordenanza de alcohol cero al volante. En cambio, propusieron potenciar los controles de tránsito y las campañas de concientización citando ejemplos de otros países con buenos resultados. Los expertos insistieron en la diferencia entre una utopía o un anhelo, y el diseño de políticas públicas con realismo y eficaces en la prevención de siniestros con automotores.
La reunión para analizar el proyecto se realizó este martes en el anexo Alfredo Palacios del Palacio Vasallo con modalidad mixta (presencial y virtual). Del encuentro participaron el presidente de la comisión, Agapito Blanco (Cambiemos), los ediles Lisandro Zeno (Partido Demócrata Progresista), Jesica Pellegrini (Ciudad Futura-FSP), Marcelo Megna (UCR), Germana Figueroa Casas y Ana Laura Martínez (Juntos por el Cambio) y se sumó Susana Rueda (Rosario Progresista).
El ingeniero Fabián Pons, director del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam), inició las exposiciones a través de videoconferencia. “Una cosa es el concepto deseable de alcohol cero, que es utópico pero a lo que se aspira, y otro tema es fijar un límite legal en cero, con lo que no estoy de acuerdo”, fijó posición antes de argumentar.
El especialista recordó que hay razones técnicas y fisiológicas para objetar la propuesta de alcohol cero, que el intendente Pablo Javkin pidió tratar con urgencia en la inauguración de las sesiones ordinarias del Concejo de este año. “Cualquier chico de segundo año de un colegio técnico sabe que el cero en una medida no existe, porque cualquier medición tiene tolerancias. Todos los aparatos tienen un margen de error y se calibran para trabajar dentro del mismo”, cuestionó Pons la posibilidad de medir «nada» de alcohol en sangre con los dispositivos actuales.
El ingeniero automotriz agregó que que hay personas con cierto tipo de diabetes o que transitan ayunos prolongados cuyos organismos pueden generar alcohol en sangre.
En cambio, Pons sugirió otra línea de acción pública. “Los países más técnicamente desarrollados que aspiran al concepto de alcohol cero lo que hicieron fue trabajar en educación, concientización, legislación, controles, sanciones, prevención, pero no desconocen ni la parte técnica ni fisiológica, por lo cual estipulan un margen de tolerancia”, reseñó.
Pons mencionó las conclusiones de las reconstrucciones de siniestros viales que realizan en el Observatorio para poner en duda los considerandos del proyecto de ordenanza. “Al analizar quiénes son los conductores que ocasionan las peores tragedias y que cuentan con alcohol en sangre, no son los que registran 0,1, 0,2 o 0,3 gramos por litro, sino aquellos a los que se les detecta por encima del gramo. Por eso, numerosos países comenzaron a trabajar en leyes que apuntan a la prevención”, resumió.
Y repasó las experiencias en Europa, continente en el que la mayoría de los países –dijo– tienen como límite 0,5 gramos por litro. “A partir de un gramo lo consideran delito y a la persona se le quita la licencia, va presa y paga una multa elevada. Otro es el caso de Chile, en el país vecino se encuentra en vigencia la Ley Emilia que sanciona con cárcel a quienes presenten más de 0,8 gramos de alcohol en sangre por considerarlo en estado de ebriedad y se le quita la licencia por un año y también paga una multa”.
Controles y estadísticas en déficit
Pons enfatizó que los países nórdicos, como estrategia para minimizar el problema de la alcoholemia al volante, hicieron controles del 70 por ciento de la población al año. “En el caso concreto de Rosario, estimando la cantidad aproximada de 500 mil licencias otorgadas, deberían hacerse 350 mil controles anuales. Sin embargo, están haciendo 27 mil según se registró en 2019”, comparó el experto con una cifra que el martes 16 de marzo pasado había expuesto, también en el Concejo, el director de Tránsito municipal, Gustavo Adda.
La ausencia de precisiones sobre el efecto del alcohol en la conducción es consecuencia de la débil o inexistente información al respecto, siguió el director del Observatorio Vial: “No hay en la Argentina, en ninguna de sus jurisdicciones, provinciales o municipales, la más mínima estadística de siniestralidad con conductores alcoholizados”. Por eso, inquirió: “La pregunta es cuál es el criterio técnico, si no sabemos de qué punto de partida salimos y tampoco conocemos la tendencia”.
Qué pasa con el alcohol en el cuerpo
Las objeciones al proyecto de ordenanza, que lleva dos años sin consenso en el Palacio Vasallo, siguieron. “El alcohol se limpia en el organismo, y no todas las fisiologías son iguales. En promedio, se da a razón de 0,12 gramos de alcohol por litro de sangre por hora. Entonces, una persona que tomó dos copas de vino y que puede tener a la media hora el pico máximo en 0,3, una hora y media después da 0,1, que para la tolerancia cero es un infractor, pero no es un potencial peligro”, ejemplificó.
“Se necesitan grandes planes sostenidos en el tiempo y saturar de controles”, fue la recomendación de Pons en lugar de bajar la tolerancia.
El cero no se puede medir, y falta prevención y control
El abogado y perito especialista en siniestros viales en ruta Fernando Campanini fue otro de los expositores que cuestionaron el proyecto normativo. Integra el Instituto de Seguridad Vial del Colegio de Abogados de Rosario.
“Hace siete años, presentamos un dictamen a la Municipalidad de Rosario y ratificamos su contenido. El alcohol no es el único elemento que provoca accidentes de tránsito. Pedimos en aquella oportunidad que se nos brinden estadísticas sobre las incidencias del alcohol en siniestros, pero nunca se demostró a ciencia cierta”.
Campanini coincidió con Pons en la imposibilidad de medir con certeza el cero absoluto de alcohol en sangre. “Esto no existe en una medición de alcoholímetros, o sea que si queremos sancionar a una persona, podemos generar un grave problema jurídico a la Municipalidad”, cuestionó, y volvió a insistir en que los países desarrollados tienen una escala de tolerancias.
Campanini también acompañó la propuesta de mayores controles, educación y concientización. Dos semanas antes, el titular de Tránsito de Rosario, Adda, había informado a los concejales que el municipio cuenta con sólo seis etilómetros y dos alcoholímetros, aunque agregó que hay otros tres que se encuentran en el Inti bajo calibración.
El funcionario, que respalda la iniciativa de alcohol cero, concedió que no hay estadísticas de la incidencia del etílico en los siniestros viales, aunque lo atribuyó a competencias jurisdiccionales y diferencias normativas. Adda, entonces, minimizó el inconveniente de la determinación certera de los dosajes: «Puede haber un margen de error de 0,01% y 0,04% en los positivos», estimó, y además rechazó un argumento luego esgrimido por especialistas: «El organismo no genera alcohol, no genera etanol. No hay falso positivo si no hay presencia de alcohol», juró el director de Tránsito.
“Exigir la aplicación de alcohol cero es una medida de impacto mediático que no va a solucionar el problema de siniestralidad en Rosario”, resumió este martes su postura el abogado Campanini.