Cuatro personas se colaron por los techos de un local de la librería Tío Tom de la zona sur, recorrieron las instalaciones, abrieron cajas registradoras, forzaron una caja fuerte y, en principio, se llevaron un magro botín durante las primeras horas del lunes. Según informaron voceros de la investigación, los asaltantes desarmaron la estructura del tinglado del comercio, tomaron las oficinas y revisaron todos los rincones; sin embargo, según la denuncia de la víctima, sólo se llevaron dinero de la caja chica. “Tenían un mal dato, porque se arriesgaron mucho para llevarse poco”, señaló a El Ciudadano un vocero de la investigación, quien aseguró que durante el robo falló el protocolo de seguridad estipulado entre la empresa de seguridad y los titulares del comercio.
La sucursal zona sur de Tío Tom funciona en un enorme galpón que está ubicado en Buenos Aires al 3300; allí se realizan ventas por mayor y los volúmenes de dinero que se manejan son elevados. Tal vez por ello cuatro hombres realizaron un operativo minucioso en el lugar, en busca de hacerse con un gran botín, que no fue.
Según contaron fuentes de la investigación, el cuarteto de escruchantes tomó los techos de una de las casa de la manzana, que está delimitada por Deán Funes, Maipú, Uruguay y Buenos Aires, y llegó hasta una terraza que linda con el galpón de la librería. Desde allí sacaron una de las láminas de chapa del tinglado y descendieron varios metros hasta las oficinas administrativas, que están instaladas sobre un entrepiso.
Forzaron las cerraduras de los armarios y escritorios; revolvieron papeles, revisaron cajones, y lograron abrir una caja fuerte. Luego tomaron la planta baja del lugar y se alzaron el dinero de las cajas registradoras que están montadas sobre el sector delantero de la librería.
Los investigadores especulan que los ladrones pasaron aproximadamente dos horas en el interior de la librería. Sin embargo, tras un trabajo minucioso, el cuarteto de escruchantes se llevó muy poco de Tío Tom: siempre de acuerdo con lo expuesto por allegados a la investigación, se hicieron de unos pocos miles de pesos, en cambio chico, 50 cheques y documentación del comercio.
Cámaras de seguridad
Voceros del caso aseguraron que los movimientos de la madrugada de anteayer quedaron registrados en las cámaras de seguridad del negocio, pero que, por las condiciones técnicas del sistema –no tienen visión infrarroja– en el registro no se puede individualizar a los ladrones. “Se ven cuatro bultos que se mueven por el lugar iluminando con linternas, pero no mucho más”, explicaron.
A su vez, los pesquisas explicaron que cuando el cuarteto entró a Tío Tom se activó la alarma del lugar, pero falló el protocolo de seguridad. La empresa que monitorea la librería avisó a la Policía sobre los movimientos sospechosos e intentó comunicarse con el responsable del comercio para que corroborara lo que estaba ocurriendo, pero este último nunca atendió el teléfono. “Dos policías de Comando fueron al lugar, pero sólo pudieron mirar el frente, porque nadie de la empresa se acercó. Así que suponemos que luego de eso siguieron trabajando tranquilos, como si nada”, cerró una fuente .