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Está grave Mario Fendrich, el tesorero bancario recordado por el Robo del Siglo

En 1994 era subtesorero del Banco Nación de Santa Fe y fue el principal protagonista de uno de los mayores robos a bancos que se conocieron en la Argentina. Este fin de semana sufrió un ACV en Cuba

El ex tesorero del Banco Nación de Santa Fe Mario César Fendrich, recordado autor del llamado Robo del Siglo, está internado grave en un sanatorio de Cuba tras sufrir un accidente cerebro vascular este fin de semana. Su nombre se hizo conocido en todo el país el viernes 23 de setiembre de 1994, cuando el empleado bancario desapareció de su hogar y de los lugares que frecuentaba y se llevó 3.200.000 de pesos de la entidad donde trabajaba.

Según contaron familiares a la prensa capitalina, Fendrich, hoy de 77 años, estaba vacacionando en Cuba con un amigo cuando comenzó a sentirse mal y ante la emergencia fue atendido por profesionales de un sanatorio, donde quedó internado con un estado de salud delicadísimo.

Mario César Fendrich nació en Reconquista, Santa Fe, el 6 de octubre de 1941. Era aún un joven cuando ingresó a trabajar al Banco Nación de Santa Fe capital. Fue considerado un buen empleado, un hombre con muchos amigos y un buen padre de familia.

En 1994 Fendrich era subtesorero del Banco Nación del microcentro santafesino y fue el principal protagonista de uno de los mayores robos a bancos que se conocieron en Santa Fe y alrededores.

El viernes 23 de setiembre de ese año planeaba ir a pescar el fin de semana con sus amigos, costumbre que mantenía durante mucho tiempo.

Sin embargo su destino fue otro: ese día acudió al banco, aguardó dos camiones con caudales y cumplió el trámite de cargar las sacas hasta el tesoro. Pero el clic de la historia estuvo después de ello: al rato salió del banco con una caja rumbo a su propio auto, un Fiat Duna Weekend rojo. Se fue con 3.187.000 pesos o dólares. Para hacer el robo más sarcástico todavía, cerró la bóveda y programó el mecanismo de apertura para el martes 27, exactamente 84 horas después. Por si faltaba ironía, dejó una nota que decía: “Gallego, no contés. Me llevé 3.000.000 de pesos y 187.000 dólares de la caja del cajero”. El Gallego era Juan José Sagardía, el tesorero. Nadie, hasta hoy y al menos oficialmente, volvió a ver ese dinero.

Fue el prófugo más famoso del país durante tres meses. Numerosos mitos se tejieron alrededor del robo, nunca fue comprobado al menos uno de ellos, por lo que automáticamente se acrecienta la magnitud.

El 9 de enero de 1995, a las 8.30, Mario César Fendrich se presentó en los Tribunales Federales de Santa Fe. No eligió un mal momento: ese día estaban sepultando nada menos que a Carlos Monzón.

De inmediato, con la detención, comenzaron las preguntas. Pero la más importante, hasta el día de hoy, no tiene respuesta: ¿dónde está la plata? Él optó por relatar una historia que nadie le creyó: que había sido secuestrado por una banda de delincuentes, que lo habían mantenido cautivo y que se habían llevado todo el dinero.

Lo más llamativo fue que Fendrich había cambiado su aspecto: se había teñido el cabello y usaba una camisa sport, además de lucir un bronceado veraniego. Hubo varias versiones, aunque la más difundida fue que habría viajado a Paraguay y Brasil.

La Policía realizó decenas de allanamientos en búsqueda del dinero, pero nunca pudieron hallar un peso del millonario botín. Eso motivó comentarios, interpretaciones y hasta bromas que perduraron en el imaginario popular.

El subtesorero del Nación quedó detenido. El 12 de noviembre de 1996, la justicia federal de Santa Fe lo condenó a ocho años de prisión por el delito de peculado. La pena la cumplió en la cárcel de Las Flores, la misma en la que el femicida Carlos Monzón estuvo hasta el día de su muerte, ocurrida en un accidente automovilístico en una salida transitoria, en el último tramo de su condena.

En prisión, Fendrich realizó tareas administrativas y mantuvo una conducta ejemplar. Casi cinco años después, fue beneficiado con la libertad condicional, y nunca más volvió.

Con sus hijos, Fendrich administró una fábrica de placas de yeso en Santa Fe y regresó a vivir a la casa que siempre habitó. Lo hizo hasta que se jubiló. Nunca quiso decir dónde quedó el dinero que se llevó del Banco Nación.

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