*Romina Sarti / Especial para El Ciudadano
En la actualidad, TikTok se ha convertido en una de las aplicaciones más populares de redes sociales, especialmente entre los jóvenes. Esta plataforma se ha hecho famosa por sus cortos videos de baile, comedia y entretenimiento. Sus filtros son herramientas de edición de video que permiten a los usuarios modificar su apariencia en tiempo real. Incluyen una variedad de efectos, como el embellecimiento facial, el aumento de los labios, retoques en la nariz, entre otros. Aunque estos pueden parecer inofensivos y divertidos, tienen un impacto significativo en la forma en que los usuarios perciben su propia imagen y su relación con el ideal de belleza impuesto en la sociedad. Al utilizarlos, creamos una apariencia perfecta y sin defectos (¿según quién?), reforzando esta imagen quimérica e inalcanzable.
Bold Glamour, la nueva herramienta hiperrealista de Tik-Tok, que siquiera se nota que la estas utilizando y los filtros en general, alimentan la noción arbitraria de un patrón de belleza estandarizado e inalcanzable. Se hace tabula rasa de la variedad y se la fagocita en nombre de una belleza y corporalidad ideal, expulsiva de la diversidad; caprichosamente inalcanzable y por lo tanto hiper funcional al capitalismo actual. Blanquitud, juventud, delgadez, son la trilogía de la alienación que contribuye a la desesperación de parecer alguien que no se es. Los filtros de belleza vienen a rescatarnos de nuestra naturaleza poco agraciada (¿según quién?) con el fin de mostrar que también podemos pertenecer a esa élite privilegiada, engañando la mirada ajena, mostrando nuestra “mejor versión”.
Privilegio de la belleza monocorde
¿Por qué queremos vernos lindos/as?, ¿Qué es ser lindo/a?, ¿cuál es el espejo de la sociedad que determina el parámetro de lo bello y lo feo?, ¿tiene ventajas ser (o verse) hermoso/a?, ¿realmente la belleza es una construcción personal y subjetiva?, ¿lo bello es lo perfecto?, ¿sólo lo «perfecto» es lo que está bien (y viceversa)? ¿qué pasa con las diversidades, con las imágenes no estandarizadas, con las corporalidades disidentes?
Pareciera que ser bello es un privilegio. Lo es tanto que hay un gran negocio creado ad hoc: industrias farmacéuticas, cosméticas, médicas, tratamientos de los más variados, productos de todo tipo, etc. Pero también contribuyen a alimentar este mercado los medios de comunicación, las redes, el cine, replicando un sólo modelo de belleza. Incluso también es sabido que, desde lo vincular, las personas que se aproximan más al estereotipo socialmente aceptado de belleza, tienen más posibilidades en el amor, en los trabajos, en la vida social. En este contexto ¿Quién no querría “ser bello/a”?
Es importante recordar que la insatisfacción con la apariencia personal puede traer consecuencias en la salud física y mental, como trastornos de la conducta alimentaria (TCA), baja autoestima, ansiedad, depresión, entre otros. Los filtros de TikTok exacerban estos problemas, ya que los usuarios sienten que su apariencia natural no es lo suficientemente buena (para sí mismos, para los demás). La presión por agradar, por ser aceptado/a, estimulan inseguridades y afectan el bienestar bio-psico-social de las personas. Sin embargo, también es importante recordar que estos filtros se anclan en una sociedad llena de prejuicios y estereotipos, avasallante con la diversidad, que va en sintonía de esta mirada recortada y adulterada de la realidad.
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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), gorda, aprendiz permanente, estudiante de las diversidades en todos sus niveles, docente de Problemáticas de la Discapacidad, Sociología de la Discapacidad, y de Metodologías en la Universidad del Gran Rosario (UGR). Colaboradora en “Tu mejor golpe”, programa radial Wox 88.3 con la columna “Cuerpas mutantes”. Miembro fundacional de IG: @alicya.para.iberoamerica (Asociación por la liberación corporal y alimentaria para Iberoamérica) Siempre rockera, o como diría mi amiga Berni, laRomiPunk. IG: romina.sarti