El menú era pollo al disco. El denominador común entre los asistentes: los colores rojinegros, en un sector de Bella Vista repleto de pintadas de Newell’s con la consigna LGBDR (La Gloriosa Banda del Rojinegro), entre otras. Pero el festejo de este jueves por la noche, en una vivienda de la zona de Cochabamba al 4800, quedó teñido de sangre.
En la puerta de un quiosquito de calle Carriego al 1800, Mauro Hernán Tejerizo, de 26 años, fue asesinado a tiros, y su amigo Juan Pablo Di Santos, de 27, quedó herido grave.
La cena estaba a punto de servirse y ambos habían salido a comprar bebidas cuando se cruzaron con un trío que merodeaba la juntada y –se presume– tenía intenciones de prender fuego los autos estacionados.
“Un crimen dentro de la interna de la barra leprosa”, definió un investigador. Aunque una allegada al joven que quedó internado en el Clemente Álvarez con pronóstico reservado aseveró que el muchacho es un solo un hincha que acababa de llegar al lugar y fue víctima de un conflicto ajeno.
Según comentaron allegados, Juan Pablo Di Santo cortó su jornada laboral de taxista y sin escala fue a cenar a lo de su amigo Juanchi, en Cochabamba al 4800.
El pollo al disco ya estaba listo y antes de sentarse a la mesa Juan Pablo salió con Tejerizo y otro pibe rumbo a un quiosco cercano. La idea era comprar una cerveza y una gaseosa.
Eran las 20.50 y camino al quiosco, ubicado en Carriego y Cochabamba, los tres muchachos se cruzaron con un trío que llamó la atención a primera vista: uno de ellos cargaba una botella con líquido y un trapo, a modo de bomba molotov.
Frente al local, cruzaron unas breves palabras. “¿Todo bien?, preguntó uno de los desconocidos, que llevaba barbijo. Los demás, un poco sorprendidos, respondieron con un escueto sí.
Fueron segundos que pasaron muy lento. Acaso presintiendo que algo malo iba a ocurrir, el muchacho que acompañaba a Tejerizo y a Juan Pablo decidió volver a la casa de la reunión, para alertar a sus amigos.
Lo siguiente fue un desquicio: “Cuando el pibe se va, abrieron fuego”: Tejerizo y Juan Pablo quedaron a merced del trío homicida y recibieron varios balazos. E incluso una versión oficial dice que les arrojaron la botella con combustible, que no llegó a arder.
A Tejerizo una bala que le dio en la cabeza prácticamente lo asesinó en el acto, además de recibir múltiples impactos. Juan Pablo sufrió dos tiros en el estómago y otro en la pierna derecha. Los visitantes escaparon de la escena en un auto que estaba cerca, según testigo, un Ford Fiesta blanco.
“Mi mamá estaba atendiendo y se escucharon los disparos: habrán sido entre seis y siete. A mí me sorprendió porque la ambulancia demoró bastante. Había como como cinco patrulleros. Yo me acerqué a ver porque estudio enfermería, pero ya estaba muerto”, refirió la quiosquera.
A Juan Pablo lo cargaron en un patrullero e ingresó minutos después de las 22 al Heca, con el estómago destrozado –perdió un riñón, y tiene varios órganos afectados– y un fémur quebrado. Fue operado y desde entonces se encuentra en terapia intensiva, con pronóstico reservado.
De Tejerizo, cuyo cuerpo sufrió trece orificios y quedó varias horas tendido, incluso hasta entrada la madrugada se dijo que era “un pibe laburador, chapista”.
Lo mismo dijeron de Juan Pablo: “Se dedica a laburar, y no anda en nada raro como drogas ni nada por el estilo”.
Tanto él como la víctima fatal no poseen antecedentes, dijeron desde Fiscalía. La hipótesis apunta a que el trío que merodeaba la zona tenía intenciones de prender fuego uno de los autos que estaban fuera de la juntada, pero como se cruzaron con Tejerizo y Juan Pablo les dispararon. Quizás sólo por el hecho de estar presentes en la reunión, una circunstancia a chequear por los investigadores. Ambos son de otro sector del amplio oeste rosarino, dijeron fuentes policiales.
La Policía recogió siete vainas servidas calibre nueve milímetros. “Se solicitó el relevamiento de cámaras de seguridad de la zona, se secuestró la botella arrojada hacia las víctimas y se solicitó el análisis del líquido que contenía al laboratorio forense”, enumeraron las medidas que libró el fiscal del caso, Patricio Saldutti.
El ataque motivó conjeturas. Una de ellas apunta al anfitrión de la juntada rojinegra, un tal Juanchi, que según investigadores no hace mucho recibió un ascenso dentro de la barra (hoy representada por la coalición LGBDR, que reúne distintos sectores), comandada hasta hace poco por el histórico Pipi Arriola, quien habría sido desplazado, según los corrillos del hampa, por un tal Chimea de zona sur. Luego de años de violentas disputas y fugaces jefes asesinados, la barra parecía haber alcanzado un acuerdo en la gestión de la violencia y el poder, al menos desde 2017.
Por la mecánica del ataque, un pesquisa recordó el crimen reciente de Rodolfo Germán “Bondi” Aguilera, otro habitué de peñas leprosas de zona oeste que fue acribillado en su casa de Barra al 2800 el pasado 17 de junio: los homicidas le prendieron fuego su Volkswagen Bora que estaba estacionado en la vereda y cuando salió lo cosieron a balazos.