Bajo la consigna de sacar a las estadísticas del closet, la Universidad Nacional de Rosario (UNR) presentó oficialmente el programa Transaberes, una experiencia que busca producir conocimientos e información sobre la comunidad LGTBIQ+ a partir de la vinculación con organizaciones de la diversidad sexual. El espacio funciona desde el 2019 y aunque el lanzamiento fue postergado por la pandemia, en ese tiempo se pusieron en marcha distintas líneas de trabajo que incluyeron la elaboración de un primer informe sobre las condiciones de vida de travestis, trans y no binaries.
Sobre la base de 147 encuestas telefónicas, anónimas y optativas realizadas entre septiembre del 2020 y abril del 2021, el trabajo reveló que el promedio de vida de las personas travestis y trans que participaron del estudio es de 39 años, muy por debajo del promedio general para varones y mujeres en Argentina que llega a los 76 años según los últimos datos disponibles del 2019.
En relación al trabajo, la tasa de desocupación es del 45.2% mientras que las personas con al menos un empleo se ubica en el 38.8%. “Desde una visión de conjunto, las personas travestis trans presentan un cuadro socio-laboral de extrema vulnerabilidad”, señalan. También fueron evaluadas las condiciones de empleo y se llegó a la conclusión de que más del 85% no tiene descuentos jubilatorios, ni vacaciones pagas, días por enfermedad o aguinaldo, lo que da cuenta del altísimo grado de informalidad que se registra en el sector.
En el capítulo sobre el acceso a la salud, quienes viven en el centro o macrocentro de Rosario contestaron que su estado de salud es muy bueno en un 41.2%, mientras que quienes viven en los barrios aseguran que su salud es buena en un 42.1%, y mala en un 2.8%. El documento indica que el Centro de Día Trans y el Consultorio Amigable que funciona en el CEMAR se encuentran en la zona centro de la ciudad, lo que ayuda a deducir que “la accesibilidad geográfica genera mejores condiciones de llegada”.
Otro indicador da cuenta de que el 88% de las personas empleadas en algún trabajo declararon tener un estado de salud bueno o muy bueno, mientras que el 25.6% de quienes se encuentran sin actividad aseguran tener un estado de salud regular o malo. “Esta polaridad podría dar cuenta, como es de esperar, de una relación positiva entre ocupación y salud”, detallan.
Sobre el acceso a la vivienda, la mirada fue puesta en la discriminación que sufren por su identidad de género que se ve expresada en alquileres triplicados, falta de oferta habitacional y la imposibilidad de ser incluides en programas de viviendas. En este punto, subrayan que el 46.7% viven en casas que son caracterizadas como precarias ya sean propias o prestadas.
En el módulo educación, se puede advertir que el 46.3% de les consultades tiene el primario incompleto, el 9.5% logró terminarlo y apenas un 27.2% finalizó el colegio secundario. En relación al nivel superior, solo un 5.4% logró finalizar estudios terciarios. También fueron indagados los niveles de conectividad y sólo 3 de cada 10 expresaron tener una computadora, notebook o tablet. Además, el 48.3% no tiene conexión domiciliaria de internet, siendo la utilización de las tecnologías de 3G Y 4G a través de los celulares la opción más extendida.
Para el diseño metodológico, el equipo de Transaberes contó con la asistencia técnica de la Usina de Datos de la Dirección de Investigaciones Interdisciplinarias de la UNR, quienes realizaron el monitoreo de las distintas etapas del proceso de investigación, la producción del cuestionario, construcción de las variables y el análisis de los datos para la elaboración del informe final. En tanto, el contacto con las personas encuestadas fue a través de la organización Comunidad Travesti Trans, con quienes se construyó la base de datos que fue utilizada para el relevamiento.
La Universidad Pública en territorios LGTBIQ+
“Entendemos que muchas de las cuestiones en relación a la segregación o discriminación del colectivo vienen ancladas en ciertos saberes científicos e históricos”, explicó a La Cazadora Sabrina Romero Echem, coordinadora de programas de la UNR en donde se desarrolla Transaberes. La funcionaria indicó que el objetivo es que la información recabada sirva como insumo para la elaboración de políticas públicas.
Por su parte, Karla Ojeda, integrante del programa y militante travesti, dijo que “hay algo de lo testimonial de nuestros cuerpos, de todas nuestras vivencias, que son necesarias para construir nuevos conocimientos y herramientas”. También recordó que solo el 3% de la población travesti trans llega a la facultad en calidad de estudiantes. “La experiencia recogida en este tiempo nos demuestra que no faltan capacidades y propuestas innovadoras en la comunidad trans sino que siguen faltando oportunidades para nosotras”, sentenció.
El programa sostiene también un espacio de sensibilización en donde se realizan talleres sobre diversidad sexual para la comunidad, y una “Fábrica de disidencia” que busca promover la investigación científica y la producción de conocimiento sobre el colectivo LGTBIQ+ destinados a los sectores académicos y al público en general. “Multiplicar los muelles no disminuye el mar”, apuntó Fabi Fernández, otra de las integrantes del programa, en una cita de la poetisa estadounidense Emily Dickinson para sintetizar el espíritu del programa.