La explosión de una caldera de la Tintorería Oroño, en Dorrego 867, provocó una onda expansiva que dejó como saldo a dos empleados con heridas leves y el estallido de vidrios de locales linderos. Minutos antes de las 10 un fuerte estallido interrumpió el movimiento habitual de ese sector del centro. “Se movió la casa, estaba mostrando ropa a una clienta cuando escuchamos la explosión. Fue un susto tremendo porque los vidrios cayeron al lado nuestro”, relató Georgina, dueña de Anémona, una tienda contigua a la lavandería. De inmediato se presentaron personal de la Guardia Urbana Municipal y una dotación de bomberos voluntarios. Ambos empleados, Franco y Leo, fueron atendidos en el lugar por personal del Sies, ya que presentaban algunos cortes.
Mientras, personal de la Dirección de Obras Particulares evaluaba los daños provocados en el patio trasero de la tintorería, donde se encontraba la caldera y ahí mismo se descartó la posibilidad de derrumbe pese a que desalojaron el local y la tienda Anémona por precaución. “La explosión provocó daños en una viga, pero luego de verificar las estructuras, no hay que temer desplome alguno”, aseguró uno de los bomberos que trabajó en el lugar.
Los enormes ventanales de la peluquería Burgués Difusión, que está frente a la tintorería, también se hicieron añicos producto de la onda expansiva. “Nos pegamos un susto tremendo, no entendíamos nada, hacía un rato que habíamos abierto y nos sorprendimos. Vimos que salieron los chicos de la tintorería por sus propios medios, un poco aturdidos como lo estábamos todos en la cuadra”, señaló un colaborador de la peluquería.
No se conocieron las causas del accidente. El dueño del local siniestrado, Nicolás, no quiso atender a la prensa y los empleados esperaban ser interrogados por personal de Obras Particulares de la Municipalidad, que intervino en el tema. “Aparentemente, el muchacho que se lesionó la clavícula es quien manipulaba la caldera al momento de la explosión. Lo que se deberá determinar es si la misma funcionaba correctamente o hubo una falla humana. Fue una desgracia con suerte”, agregó el bombero voluntario.
En tanto, Juan Carlos Cardinalli, jefe de calderas de la Empresa Provincial de la Energía (EPE), responsable del control de las más de 250 calderas que funcionan en la ciudad, explicó que “son equipos a presión y mal manipulados pueden ser una verdadera bomba de tiempo. En este caso, pudo haber ocurrido una mala manipulación del artefacto de parte del personal o bien pudo haber sido una falla mecánica, o que haya algún tipo de corrosión que debilite el sistema de este tipo de calderas sometidas a presión”.