“El balance de la Fiesta de las Colectividades se resume en una palabra: éxito, no sólo de gestión, sino de la Fiesta en sí misma, que cada año se supera”, dijo orgulloso Héctor Pichi de Benedictis, responsable del Ente Turístico Rosario (Etur).
El funcionario aseguró que los cálculos de gente y expendio de comida y bebida superaron las expectativas a pesar de las noches frescas. “Entre ingresos directos, indirectos y ahorros, estuvimos un 250 por ciento por arriba del año anterior; estoy satisfecho, no porque entró más dinero, sino porque se demostró que Colectividades se puede vender. La maldición gitana esta vez no funcionó: sólo tuvimos el lunes con lluvia, que es el día que menos se vende”, agregó De Benedictis, quien destacó además el comportamiento de los más de un millón de personas que pasaron por el predio del Parque a la Bandera, “donde no hubo problemas de inseguridad; esto hizo que volviera la familia a Colectividades”.
A la hora del balance resalta que la figura gastronómica fue el shawarma, plato originario de Medio Oriente, que consiste en finas láminas de carne de cordero, pollo o ternera asada en un asador vertical, consumidas en el interior de un pan de pita junto con vegetales y otros acompañamientos. “Es una comida que se hizo popular en Europa como comida rápida gracias a la influencia de emigrantes norafricanos y turcos. En las carpas de El Líbano, Siria y Palestina había cola por comer el shawarma, también conocido como sulake”, señaló el titular del Etur, quien agregó que se vendieron casi 50 mil litros de cerveza y 45 mil litros de gaseosas.
En tanto, para el presidente de la colectividad andaluza, Gustavo de Torres, “este año fue mejor que el año pasado porque funcionó el tema de los combos, en nuestro caso paellas, rabas y tortillas, que vendimos muy bien porque esta vez hizo algo de frío”. Para Alejandro Mahon, de los irlandeses, su balance fue excelente. “Armamos una barra a manera de pub y, además de cerveza, anduvieron muy bien los postres, como una torta típica tipo budín y un cheese cake borracho que también gustó”, dijo.
Susana Pais, de Perú, admitió: “Por el frío vendimos menos pero no fuimos para atrás”, por lo que cumplieron las expectativas. “Por ejemplo, vendimos mil porciones más de anticucho que el año pasado”, señaló.
Uno de los más convocantes, como cada año, fue el stand de Brasil, para cuyo responsable, Elsa Rosito, el balance “es muy bueno”. Destacó que invirtieron en trajes típicos 15 mil dólares, y gracias a los espectáculos que montaron en su escenario, “nos salieron otros trabajos, porque ahora nos vamos a Córdoba con la comparsa”. La caipirinha y las ensaladas de frutas “anduvieron como siempre, no así la feijoada”, sostuvo Rosito. Y agregó: “Lo que hay que destacar es que todo transcurrió sin problemas: para ello contratamos seguridad adicional que pagamos nosotros, además de la que había en el predio”.
De Benedictis coincidió en que “la seguridad, el precio de las comidas y el combo de menúes funcionó; y también los contenidos culturales, donde cada colectividad contaba con su propio escenario para mostrar su danza, su música y su artesanía, además de lo gastronómico, que también es cultura”. Respecto de la propuesta del Galpón 15 y las clases de cocina, el funcionario admitió: “N o hubo la gente que esperábamos, aunque se generó entre las colectividades y los cocineros rosarinos un vínculo importante que no existía”.
El director del Etur dijo que “la gente debe entender que ésta es una fiesta amateur, la gente disfruta de los músicos o artistas que durante el año, en su colectividad, se mata ensayando, haciendo trajes y todo eso gusta y es valorado”.
De Benedictis, por último, dejó sentado un principio básico para el Encuentro: “No queremos que por el escenario mayor pasen artistas profesionales, porque así deberíamos cobrar entrada. Hay que pensar en la alegría que es para esos muchachos que dicen «toqué en Colectividades», como para un folclorista es Cosquín o para un roquero, La Falda”.