Concluida la primera semana desde su despegue, el satélite Saocom-1B se encamina, desde el 7 de septiembre, a cumplir su segunda etapa y «calibrar el sistema de propulsión antes de moverlo a su posición orbital definitiva», dijo Raúl Kulichevsky, el director ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), antes de retornar al país desde la base de Cabo Cañaveral, en Estados Unidos.
Para Kulichevsky estos primeros siete días son «significativos porque son los más críticos en la vida de un satélite en cuanto a la comprobación de que todo funciona bien».
«Después del lanzamiento vienen temas como encender el transmisor, que comunica al satélite con la Tierra, un minuto después de que se separa el satélite del lanzador, y tres minutos más tarde se debían abrir los paneles solares, que producen su energía», explicó.
Lo cierto es que «todos los subsistemas del satélite funcionan mientras la batería tiene carga, ¿y cómo se recarga? A través de los paneles solares que tienen que estar perfectamente orientados hacia el sol, si eso no sucede el satélite se muere», sentenció Kulichevsky como para dejar en claro la precisión de cada operación.
La segunda etapa en la vida útil del Saocom-1B comienza este lunes 7 de septiembre.
Durante la entrevista que brindó a Télam, Raúl Kulichevsky adelantó detalles de los trabajos que restan para la puesta a punto del satélite Saocom-1B,
—¿Qué ocurrirá desde este lunes?
—Comenzamos a calibrar el sistema de propulsión antes de mover al satélite hacia la posición orbital definitiva junto a cuatro satélites italianos y el Saocom-1A, que completan la constelación del Siasge (creada por la Conae y la agencia espacial italiana ASI). La ubicación final se produce en tres maniobras por día, y son necesarias 30 operaciones, es decir que el proceso lleva 10 días. Luego arranca la etapa de calibración de la antena, y una vez finalizada estamos en capacidad de adquirir imágenes, aunque éstas llevan un tiempo de perfeccionamiento. El ajuste de la antena lleva, aproximadamente, unos tres meses. Sumados estos plazos, desde el momento del lanzamiento hasta los ajustes finales para que el satélite esté operativo ciento por ciento, Esa puesta a punto lleva entre cuatro y cinco meses.
Si bien la tarea con el satélite no concluyó, reconoció que se sacaron de encima «un tremendo estrés y ansiedad». «Nos tomó un día recuperarnos del lanzamiento. Estábamos tan excitados que no podíamos dormir. Recién ahora nos estamos relajando y volviendo a nuestras actividades», agregó.
Y recordó: «El día del lanzamiento fue tremendo porque no sabíamos si se realizaba debido al clima. Se terminó resolviendo tres minutos antes del despegue, fue un estrés increíble, pero una emoción y alegría indescriptible».
La jornada del lanzamiento, el presidente Alberto Fernández dijo que el Saocom-1B «permite conocer muchas cosas de nuestro suelo y prever lo que tenemos que hacer para optimizar nuestros esfuerzos», como «medir la salinidad y movimientos de la tierra, los glaciares, el agua y los ríos».
—¿Cuál es la vida útil del satélite y qué ocurre cuando ésta concluye?
—El Saocom-1B fue diseñado para 7 años, pero esperamos que dure mucho más. Y cuando termina su vida útil tenemos dos opciones: hacer un reingreso controlado a la atmósfera para que lo que no se quema del satélite caiga en el océano, o mandarlo a volar al espacio exterior.
El equipo técnico regresa este domingo desde Miami en un vuelo de Aerolíneas Argentinas, «y seguiremos trabajando cada uno desde su casa, así que va a ser una alegría inmensa», resaltó.
—¿Y a qué vuelve en términos de próximos proyectos?
—A la Misión Sabiamar, que ya está en su etapa de ingeniería de detalle del satélite.
Según información de la Conae, este emprendimiento está integrado por dos satélites que tendrán como objetivo la observación del mar y las costas, y aportará datos para la gestión y manejo de recursos pesqueros, y realizar estudios costeros regionales relacionados a la calidad y la dinámica del agua y humedales.
«También estamos pensando en la segunda generación de los Saocom, queremos tener nuestro vehículo lanzador Tronador, y gestionar la capacitación de posgrados en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT), próximo a Alta Gracia, en Córdoba», agregó Kulichevsky.
—Mientras usted detallaba los proyectos, imaginaba lo valioso de la capacidad profesional de los integrantes de la Conae.
—Sí, hay que destacar la capacidad técnica de toda nuestra gente. El equipo argentino se ha ganado el respeto de los profesionales de la empresa Spacex y de la NASA. Pero no es un hecho puntual, sino que nuestra formación profesional está a la altura de los mejores, podemos hablar de igual a igual, discutir y muchas veces imponer puntos de vista. La mayoría de los profesionales somos fruto de universidades públicas argentinas, luego, en Conae, Invap y Veng (la empresa de desarrollos tecnológicos con participación pública y privada a cargo de la operación del centro de control del Saocom) damos una formación adicional y traspasamos las experiencias.
Kulichevsky reúne una alta calificación profesional, capacidad de trabajo y el recuerdo permanente de sus raíces. Saber de dónde uno viene ayuda a organizar el camino porque los sueños se arman en ese punto de encuentro de la juventud y la vocación, que va apareciendo.
—Además de la satisfacción por la tarea cumplida, ¿en qué otra cosa piensa cuando concluye una tarea como la del lanzamiento del Saocom-1B?
—Me acordaba de mis abuelos, uno era carpintero y el otro sastre. Ambos llegaron a la Argentina antes del Holocausto, pero perseguidos por los pogroms en Rusia. Y en mis viejos, él es tucumano y mi vieja sanjuanina, fueron la primera generación que dio un salto enorme desde sus padres que llegaron de la nada, tan solo con una valijita… y ahora estamos nosotros para continuar ese legado y seguir construyendo este futuro. No sé… creo que es un recorrido extraordinario… cuando uno habla de la Argentina como tierra de oportunidades e igualdad… es grandioso, increíble, porque no pasó tanto tiempo entre mis abuelos y yo. Son tan solo dos generaciones.
Kulichevsky agregó que desde pequeño le gustaron los temas del «espacio, aunque no tenía idea si podría desarrollarme en algo así en Argentina».
Estudió Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Nacional de La Plata, «pensé que eso me acercaría al espacio de algún modo», explicó a Télam.
«Hoy siento mucha satisfacción y el privilegio de hacer lo que me apasiona. No me imaginé estar en un proyecto tan apasionante como el Saocom», reflexionó como una gran síntesis de su carrera.
«Un recorrido que no termina porque se vienen otros proyectos. Uno va renovando sus sueños», concluyó, como anclaje al punto de partida de su próximo desafío.