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Este petiso sabe lo que tiene

El Zurdo Sampaoli de las firmes convicciones y un poder de convencimiento que provoca empatía en sus dirigidos.

Apartarlo del camino siempre resultó imposible. Se pone una meta en la cabeza y lucha hasta conseguirla. Por eso el título del libro de Paván no dejaba dudas: “No escucho y sigo”.

Su amigo y administrador, Néstor Rozín, nos decía que intentó persuadirlo de que no era el momento para ponerse al frente de la selección argentina por los riesgos que asumía. Con buen criterio, le mencionó que ya se ganó un lugar en Europa y que se le abrió un abanico de posibilidades impensando. Además, le queda un año más de contrato con Sevilla. Un fracaso con la Albiceleste sería el abismo. Sin embargo, el Zurdo le respondió: “El sueño de todo deportista es estar en la selección de su país y a mi se me presenta esa chance. No pienso dejarla pasar”.

También le hicieron notar que comandará un plantel que tiene fortuna y amasó millones de dólares. Características que no coinciden con su exigencia constante y el modelo del jugador con el cual él prefiere trabajar: que tengan hambre de gloria.

Para eso también tuvo su respuesta: “Son los mejores futbolistas del mundo. La obligación es mía de llevarlos al límite y que dejen la vida en cada pelota. Eso no me ata, al contrario, me obliga a superarme y crecer”.

El camino hacia la gloria estuvo marcado siempre por un enorme sacrificio y firmes convicciones. Pensar que hace 21 años dirigía subido a un árbol en una liga de la región o que al comenzar este siglo todavía seguía en Casilda. Ahora está a un paso de calzarse el buzo de la selección.

Es como asistir a un milagro. Sus pasos por Perú, Ecuador y Chile fortificaron sus ilusiones. Durmió en un cuartel de bomberos; terroristas interceptaron el micro de un plantel que dirigía y le robaron la ropa. Renunció por mantener en firme sus principios cuando en el plano futbolístico los resultados le sonreían.

Nada lo apartó de la huella que se trazó. Es un caso inédito. Jorge Sampaoli ya hizo historia. Nunca nadie antes coronó una trayectoria desde tan abajo, venciendo los mayores obstáculos.

 Su ejemplo sirve y mucho

Cualquiera puede tomar su bandera e imitarlo. Sólo hace falta estudiar, aprender y estar convencido que se puede llegar a la meta trazada. A los 40 años, con un buen pasar económico, se alejó de su tierra, donde ya era Gardel y se despegó de su familia. Lo único que le importaba era ser alguien en el fútbol y cumplir con un sueño: dirigir la selección argentina.

No se sintió realizado con la histórica consagración lograda con Chile en la Copa América. El sabía que eso significaba subir un escalón más para llegar al objetivo trazado. Por eso cuando recaló en Sevilla hizo colocar una cláusula que le permitiría romper la relación si llegaba ese llamado tan deseando y esperado.

Aquellos que lo conocimos desde sus inicios no dejamos de sentir un enorme orgullo por este presente. Fue una apuesta positiva. Él siempre nos convencía que podía lograrlo.

Si es por lo que él transmite, no tengo dudas que estaremos en Rusia 2018. Y si no lo logra no será su culpa. Aunque sabe perfectamente que está ante el desafío más trascendente de su vida: convencer a Lionel Messi y compañía que su mensaje es el acertado.

Dicen de él

César Luis Menotti: “A Sampaoli lo sumo a los entrenadores que asumen los riesgos para crear un mejor espectáculo. Ganará y perderá como todos, pero nunca ofenderá al juego como muchos entrenadores que conocí en mi vida. Me gusta su búsqueda. Está más loco que una cabra. Pero ya se va a sentar tranquilo a ver los partidos”.

Marcos López, periodista de Marca y Canal Plus de España. “¿Cómo juegan los equipos de Sampaoli? Tocando, vigilando el juego de pies y los controles para ganar espacio y tiempo, interpretando el efecto mariposa. Cuando uno voltea una línea, todo cambia, por lo que la zona entrelíneas es desgracia o fortuna. Un ejército de futbolistas flotantes aparece desde la oscuridad, va a la posición intermedia a recibir y se sale de la zona como si quemase. El tiempo cuenta. Los estáticos no tienen futuro. Tampoco los que no sienten la emoción del fútbol”.

Monchi, ex director deportivo del Sevilla. “Jorge no te deja de sorprender nunca. Quizás cómo cree en lo que él cree. Es un defensor a ultranza de su credo. Su mayor virtud es haber convencido a un grupo campeón de que podía dar un paso más, ser más osado e igual de competitivo. Sabe transmitir su mensaje y su primer gran éxito es que los jugadores lo hicieran propio”.

Sergio Ramos, futbolista de Real Madrid y la selección de España. “Es valiente, tiene huevos. Me gusta la gente que actúa de esa manera. Lo respeto por su forma de vivir”.

Johan Fano, futbolista peruano. “Fue mi técnico en Bolognesi. Además de ser un gran técnico con el que aprendí mucho, con él hice una buena amistad. ¿Anécdotas? Muchas… tal vez la mejor fue que un día me invitó a su casa a almorzar y cuando llegué había tres pizarras con diferentes esquemas tácticos nuestros para enfrentar a Colo Colo de Chile por la Sudamericana y en vez de almorzar tranquilos solo la pasamos hablando de eso y le dije: «Mejor no me hubieras invitado a almorzar sino a hablar de fútbol»… ya que solo nos demoramos 15 minutos comiendo”.

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