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Nadie muere por amor

“Este resarcimiento viene a aliviar tanto dolor”, dijo la cuñada de Vanesa Celma, víctima de femicidio

Luego de 14 años de lucha, el Estado santafesino reconoció que la muerte de la joven de 27 años fue un femicidio y resarcirá económicamente a sus hijos


Vanesa Celma no murió por amor. Tampoco en un incendio. A la joven embarazada de 27 años la mató su pareja en 2010 después de prenderla fuego en su habitación. Pasaron 14 años para que el Estado, a partir de una declaración de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reconociera el crimen como un femicidio.

La Justicia había archivado la causa caratulada como un incendio, pero los familiares de Vanesa elevaron el reclamo al organismo internacional. En 2023 el Estado santafesino pidió perdón a la familia y tras la reciente “Acta de Compromiso de Solución Amistosa” cumplirá con la medida de compensación económica para los hijos que hoy tienen 19 y 14 años.

“No estoy contento, pero siento alivio”, dijo el hijo mayor de Vanesa cuando el año pasado el Estado provincial le pidió perdón por mal accionar en la investigación. 

Vanesa Celma estaba embarazada y el 29 de junio de 2010 salió de su casa envuelta en llamas. El ataque tuvo lugar dentro del dormitorio de la vivienda donde se encontraba con su pareja. La joven permaneció cinco meses internada, pero no pudo recuperarse de las lesiones sufridas y falleció.

La pareja de Vanesa, Omar Díaz, se desligó del hecho y aseveró que se había tratado de una autolesión. La Justicia nunca creyó que Vanesa fuera una víctima de violencia de género y no tuvo en cuenta el testimonio de una enfermera, quien relató los episodios violentos que vivió Vanesa. Para la fiscal del caso, Lucía Aráoz, “murió por amor”. La causa fue caratulada como incendio y archivada.

La familia denunció que la Polícia había perdido pruebas valiosas para la causa, que Vanesa era víctima de violencia y que la investigación no fue abordada con perspectiva de género. El reclamo llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), que analizó el caso y admitió las denuncias sobre las faltas del Estado.

La CIDH determinó que hubo violación de derechos humanos consagrados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y la Convención Iberoamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres “Convención de Belem do Pará” y dio inicio a un proceso de solución amistosa. 

El año pasado la provincia pidió perdón a la familia y avanzó en medidas de satisfacción, de no repetición y de rehabilitación. Además, los hijos de Vanesa fueron incorporados al régimen de reparación Rennya para hijos de víctimas de femicidio.

“Lo vivo con mucha emoción. Fueron 14 años de lucha por el pedido de Justicia por Vanesa que no murió en un incendio y no murió por amor. Gracias a las capacitaciones y al movimiento feminista fuimos a la Comisión Interamericana, juntamos las pruebas necesarias y lo aceptaron. Este resarcimiento viene a aliviar tanto dolor. La pérdida es para toda la vida y no hay reparación, pero al menos un poco de alivio para su familia”, dijo a El Ciudadano Eva Domínguez, cuñada de Vanesa.

“Quiero que sus hijos que viven junto a su tía vivan libres de toda violencia y sepan que su mamá murió víctima de violencia de género y no pudo escapar. Realmente ellos son quienes sufren esta pérdida irreparable”, agregó Eva sobre los chicos, que hoy tienen 19 y 14 años. 

Desde los inicios, Eva acompañó y cuidó a Vanesa, y tras su muerte lideró el reclamo por justicia. Además, es parte de la línea fundadora de la agrupación de Familiares Atravesados por el Femicidio, desde donde acompaña a familiares y víctimas de violencia. Para ella, el reconocimiento del Estado ayuda a “concientizar, sensibilizar y visibilizar ante la sociedad a las víctimas y los familiares”. 

“Desde la Asociación nos contactamos con más de 250 familiares de todo el país que están devastados, no encuentran recursos o acceso a la Justicia. Queremos que los familiares sepan que las mujeres no se empalan y no aparecemos muertas sino que nos están matando. Es importante marcar esta lucha para mantener la memoria”, señaló.

Para Eva, el femicidio de Vanesa modificó sus días por completo: “Es un antes y un después. Te cambia la vida. Fue una situación muy triste y dolorosa que me tocó la fibra más profunda. Nunca pensé que iba a tener la capacidad para verla en ese estado y sostenerla por 4 meses. Eso me hizo más fuerte para soportar que en Fiscalía me dijeran que no podían hacer nada, que la cuestionen a ella o pasar días en juicios. Te cambia la visión y todo sirve para deconstruir. La Eva que era antes nunca más, prefiero a esta Eva que sale todos los días a la calle para luchar y defender los derechos”.

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