El estreno de Paolo Montero como DT estuvo lejos del deseado. Y el concepto no sólo tiene que ver con el resultado. Es que el equipo mostró defectos que ya había evidenciado en algunos ensayos de la pretemporada. ¿El más claro? Los problemas a la hora de generar juego en el sector ofensivo.
Central se paró 4-4-2. De todos modos, el dibujo fue bastante flexible. Y muchas veces se vio en el terreno un 4-1-4-1. La defensa, con sus cuatro componentes, se ubicó cerca de la línea divisoria de los campos, bien adelantada. En el medio, Musto fue el volante retrasado, mientras que Martínez jugó suelto por delante del casildense. Además, Ferrari y Carrizo se movieron por las bandas, abriendo la cancha. En ataque, Ruben fue referencia. Y Teo se retrasó permanentemente para asociarse.
Desde lo estratégico, a la hora de la recuperación, el equipo apostó, aunque sin éxito, por presionar en la salida. En cuanto a la idea ofensiva, a los Auriazules les costó salir por abajo desde el fondo. Godoy Cruz no lo dejó y obligó al Canalla a emplear el pelotazo. En esas situaciones, prevalecieron los defensores rivales por sobre los hombres de ataque del local.
Así, en la primera parte, Central no tuvo volumen en campo rival, generó pocas situaciones y dejó la sensación de ser un equipo “liviano” en ofensiva.
Para afrontar el complemento, Montero no intentó cambios nominales, ni esquemáticos, ni tampoco estratégicos.
La primera modificación fue a los 20, cuando Lovera reemplazó a Ferrari. La variante, con intenciones ofensivas, se produjo casi al mismo tiempo que el gol mendocino. Tres minutos después, el DT puso a Camacho por Martínez.
Los cambios no trajeron aparejados cambios posicionales, ni estratégicos. Obviamente que Central se adelantó más en el terreno, pero lo hizo obligado por el resultado adverso. A los 30, Bordagaray sustituyó a Carrizo. Camacho pasó a la izquierda y el Canalla a jugar casi con tres delanteros por el medio. Pero el tercer cambio tampoco dio réditos en ataque.
El penal, un momento clave
Fue una jugada clave, en la que Central tuvo la chance de abrir el partido. Y generó duelo de egos entre Teo, que provocó el penal; y Marco Ruben, el habitual ejecutante en este tipo de situaciones.
El colombiano y el goleador discutieron a la vista de todos. La incómoda situación tomó mayor magnitud por el resultado final: Rey le desvió el remate al capitán.
Iban 38 minutos del primer tiempo cuando Teo hizo la individual, ingresando al área por derecha e intentó un centro. La pelota rebotó en Ortiz y le pegó accidentalmente en la mano. Abal entendió que era penal y lo sancionó.
Hasta allí, sólo la polémica por la decisión del juez. Pero de inmediato surgió la discusión. El ex River se apoderó de la pelota y se empezó a preparar para ejecutarlo. Ruben se acercó a Teo y le pidió el balón para hacerse cargo de la ejecución, como de costumbre.
Sorpresivamente, Gutiérrez se negó y discutió con el capitán que, inclusive, intentó quitarle la pelota de las manos. Al no conseguirlo y dejando a la vista su disgusto, Ruben dio media vuelta y salió del área. Cuando parecía que el encargado de rematar el penal sería el colombiano, Teo cambió de parecer. Buscó con la vista a Ruben y le dio la ejecución.
Montero, el octavo extranjero
Paolo Montero se convirtió ayer en el octavo entrenador extranjero de la primera división, y cuarto uruguayo, desde que Central empezó a participar de los torneos de AFA, en 1939. Hasta ayer, sólo 7 de los 68 técnicos que tuvo la entidad de Arroyito en la historia, nacieron en otras latitudes. El último antecedente al de Montero era el de otro uruguayo, Víctor Púa, en 2004, quien apenas estuvo dos partidos en su cargo.
El primer técnico extranjero del Canalla fue el paraguayo Gerardo Rivas, quien debutó el 18 de junio de 1939 y tuvo cuatro ciclos, siempre de forma interina, con 29 partidos (13 victorias, 5 empates y 11 derrotas).
El segundo fue el húngaro Emérico Hirschl, debutó el 2 de julio de 1939 hasta fines de 1940, dirigió 53 veces con 20 victorias, 7 empates y 26 caídas.
El tercero también fue húngaro, Gyorgy Orth, quien debutó el 17 de junio de 1945 y permaneció hasta octubre de ese año. En ese lapso de tiempo dirigió 17 partidos, con 4 triunfos, 3 empates y 10 caídas.
El cuarto fue el vasco Fermín Lecea, con dos ciclos en Central, El español debutó el 9 de mayo de 1948 y estuvo en funciones hasta fines de 1950. Su segundo ciclo fue entre 1952 y 1954. En total, Lecea dirigió 186 partidos (ganó 61, empató 37 y perdió en 87 ocasiones).
El quinto fue el uruguayo Víctor Bagnulo, con sólo 6 partidos desde el 27 de junio de 1965. Empató tres y perdió tres.
El sexto fue otro uruguayo, José Ricardo De León, que dirigió durante 1975. El oriental tuvo a su cargo el equipo en 27 encuentros, con 13 triunfos, 8 empates y 6 derrotas.
El séptimo y último hasta ayer era Víctor Púa, quien debutó el 14 de agosto de 2004 con una derrota ante Arsenal en Sarandí (3 a 1); y dejó el cargo una semana después al perder el Clásico (1-0) en el Gigante.