Una importante cantidad de jóvenes de los 4º años de diversos colegios de Rosario y sus alrededores colmó ayer las instalaciones del Monumento Nacional a la Bandera para celebrar el ingreso al último año de cursado y prepararse para el esperado viaje a Bariloche. Se calcula que unos 9 mil jóvenes llegaron a concentrarse en el histórico edificio, cuyas escalinatas e inmediaciones quedaron prácticamente cubiertas de pequeños fragmentos de papel, latas de espuma y serpentina, purpurina y restos de envases de bebidas.
Las risas, cánticos y demás expresiones de alegría establecían un perfecto contraste con los rostros de las personas mayores que, desde lejos, parecían todos llevar una misma máscara: ceño fruncido, labio inferior mordido en todo un gesto de incredulidad. Durante toda la jornada, desde bien temprano, los alumnos dieron vueltas por el centro de la ciudad. Incluso algunos arrancaron la noche anterior con una “previa” en la que no faltó alcohol. Por eso, no resultó difícil para agentes de Guardia Urbana, Gendarmería y la Policía provincial hallar bebidas alcohólicas en las mochilas. Y también pirotecnia en buena cantidad (ver aparte).
La incrédula expresión de los barrenderos municipales, que inútilmente intentaban juntar la mayor cantidad de papeles de una misma vez, ayudaba a dar cuenta de lo que era la zona de la nave del Monumento a la Bandera, donde los adolescentes estaban concentrados. Daba la impresión de que las bolsas de residuos estuvieran desfondadas: el trabajo de recolección no alcanzaba para mitigar el continuo desecho de residuos que dejaba la marea humana a su paso.
A puro bombo, baile y cánticos completamente desafinados, muchos improvisados y algunos pocos bien pensados y elaborados con anterioridad, los jóvenes transpiraban color y euforia en un frenético raid de derroche hormonal por la finalización del ciclo lectivo. Es que sus cabezas ya estaban puestas en el próximo viaje de estudios a la ciudad de Bariloche. Las únicas batallas libradas dentro del histórico escenario del Monumento se dieron por ver qué grupo producía más ruido. No música, ruido.
Los festejos de cada grupo se veían interrumpidos con intermitencia por los agentes de seguridad de diversas fuerzas que, con puestos de control estratégicamente situados sobre las alas y en el ingreso por pasaje Juramento, mantenían el orden.
Desde la vereda de enfrente, vecinos de los edificios situados por calle Córdoba se asomaban a los balcones para asistir al insólito festejo. Es que es nuevo esto de que alumnos de 4º celebren su pase a 5º. La tradición siempre marcó que eran los del último año del secundario los que salían a las calles a festejar por el fin del cursado.
Los vecinos, en su mayoría, no vieron con buenos ojos este despliegue colorido y ruidoso que sin avisar ganó las calles del centro y encontró su punto cúlmine en la zona del Monumento. Algunos transeúntes se detenían a tomar fotografías con los celulares, divertidos por las ocurrencias.
El impensado festejo que se apoderó ayer de Rosario dio lugar para todo: fue una constante la guerra de espuma que se desató entre los propios estudiantes. Hubo quienes no dejaron pasar la ocasión y se instalaron con improvisados puestos de venta ambulatoria para ofrecer latas de es puma y serpentina, a un valor de 30 “pesitos” cada producto. De todas maneras, había lugar para negociar alguna rebaja en caso de comprar en cantidad. “¿Cómo anduvo las venta? Una fiesta”, resumió el vendedor, que encontró una gran ocasión en la alegría de los pibes.
Botellas y petardos, pero en relativa calma
La Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana secuestró ayer más de 200 botellas y cajas de alcohol y cerca de 300 elementos pirotécnicos durante los festejos de los estudiantes de cuarto año de las instituciones educativas de la ciudad y sus alrededores.
Fuentes oficiales estimaron que de la movida participaron unos 9 mil jóvenes, al tiempo que resaltaron la nulidad de incidentes.
“Debemos destacar que no tuvimos que lamentar incidentes. Los jóvenes se divirtieron en su gran mayoría sin realizar disturbios y respetando el mobiliario urbano. Para aquellas minorías que tenían otras intenciones, allí estuvieron las áreas de control municipal para prevenir y decomisar alcohol y pirotecnia”, narró el subsecretario de Control y Convivencia Ciudadana, Fernando Leva.
En ese sentido, el funcionario destacó que la presencia de los agentes en la plaza Pringles, peatonal Córdoba y el Monumento requisando mochilas y heladeras “dejó un saldo positivo ya que se secuestraron más de dos móviles completos de botellas alcohólicas, cajas de vino y pirotecnia”.
El operativo comenzó hace dos días, notificando a los comercios sobre la prohibición de la venta de alcohol a menores, y continuó durante la madrugada y mediodía de ayer. “Es un evento que ya tiene una magnitud importante, que nos demanda planificación y presencia en el espacio público, pero por sobre todas las cosas concientización de los padres, los docentes y el Estado para que sea en paz como ocurrió hoy”, cerró Leva.