Europa dio ayer un plazo de dos semanas a Grecia para aprobar su polémico plan de austeridad y poder recibir a cambio una ayuda financiera, en una jornada en la que los mercados se mostraron inquietos por lo que interpretaron como una nueva demora para salvar al país heleno.
“He decidido convocar al Eurogrupo a una reunión extraordinaria el domingo 3 de julio” para tratar de finalizar el programa de ayuda a Grecia, anunció su jefe de fila, Jean Claude Juncker, tras una cita de ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE) en Luxemburgo.
Para entonces, Juncker confió en que el Parlamento griego habrá adoptado el polémico plan de austeridad del gobierno, indispensable para que Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acepten seguir aportando ayuda.
En concreto, la reunión del 3 de julio estará llamada a desbloquear la próxima partida del rescate de 110.000 millones de euros adoptado el año pasado y a definir las líneas generales de un segundo plan de ayuda a largo plazo.
Pese al primer paquete, Grecia no ha logrado levantar cabeza y su deuda pública equivalente al 150 por ciento del PBI amenaza con llevar al país a la bancarrota, lo que pondría en peligro el conjunto de la zona euro. Una nueva ayuda inmediata internacional es necesaria, pero Europa y el FMI decidieron retrasar anteayer su desbloqueo y aguardar a que el Parlamento griego vote el 28 de junio el plan de austeridad y de privatizaciones que juzgan imperativo para que Atenas logre salir de su crisis. Pero los mercados reaccionaron ayer con inquietud a la decisión de esperar un poco más. De hecho, el euro retrocedió frente al billete verde y las principales bolsas europeas registraron pérdidas, señal de la decepción de los mercados.
Ahora, todas las miradas y toda la presión están puestas en Atenas.
“Esperamos una decisión del Parlamento griego, por eso llamamos no sólo al gobierno sino también a la oposición a apoyar el plan” de austeridad, pese a que no gusta ni a los ciudadanos griegos ni a buena parte de la clase política, indicó el ministro belga de Finanzas, Didier Reynders.
Por su parte, el gobierno griego trató de infundir confianza. El Ejecutivo no espera que haya “problemas” para recibir la próxima partida de préstamos de 12.000 millones de euros de la Eurozona y el FMI, ya que confía en la adopción del plan por el Parlamento. El primer ministro, Giorgios Papandreu, remodeló el viernes último su gabinete y pidió la confianza del hemiciclo, cuyo voto tendrá lugar hoy.