Cabrera señala que las fotografías periodísticas tomadas a diario contribuyen a cincelar el «sentido» de lo cotidiano y de lo que está llamado a trascender, y sostiene que medios públicos como Télam, donde trabaja desde hace cuatro años, tienen una responsabilidad singular e ineludible en dar cuenta, «respetando y promoviendo derechos», según acota, de aquellos sectores y aquellas tramas sociales que suelen caer en la estigmatización de los medios comerciales.
En la nueva conducción de Argra, además de Cabrera, Sebastián Vricella ocupará la vicepresidencia, Lucía Merle la secretaría y Nicolás Borojovich la tesorería.
«Mamelucos blancos, antiparras y multiplicidad de barbijos, cuando no la falta de ellos. La dificultad propia que tienen los aislamientos en las barriadas. Un albergue de estudiantes universitarios convertido en hospital de campaña. Rostros cansados. El descuido en los bares frente a aquellos que desde hace meses están guarecidos en sus casas», responde Cabrera al ser consultada sobre cuáles son las imágenes que definen este tramo de la era pandémica.
«Aún hoy sigo aprendiendo a mirar», revela quien «batalla» el oficio de fotorreportera desde hace 28 años, cuando ingresó al diario Hoy de La Plata, tras presentar, impulsada por una amiga, un portfolio «muy básico», dice, munido de un puñado de imágenes familiares y campestres, algunas de ellas tomadas en su adolescencia.
Cabrera entiende al fotoperiodismo «como un oficio de búsqueda permanente», en el cual «la exploración siempre parte de una mirada interior que nutre al registro fotográfico» que es realizada en cada cobertura.
Sin proponérselo, al menos a sabiendas, esa búsqueda comenzó a sus 14 años, cuando con la Kodak Fiesta de su madre registraba escenas familiares, primero, y amaneceres, atardeceres, patas de caballos y talas, después. «Todavía tengo guardadas muchas de esas imágenes», dice con emoción.
Siete años pasaron desde entonces hasta que compró su primera cámara réflex, mientras que solía interesarse por las fotografías que publicaban los medios gráficos de aquellos años y, en particular, las que poblaban Página/12, «un medio que a poco de nacer cambió la estética fotográfica del periodismo».
«Mi gran escuela –dice Cabrera– fue aprender fotoperiodismo al mismo tiempo que iba haciéndolo, en mi caso en el marco de la tarea cotidiana de Hoy. A eso fui sumando mi interés por conocer la obra de determinados reporteros gráficos, de los «grandes», como suelo decir».
Tras su paso de 14 años por Hoy, la flamante presidenta de Argra se desempeñó, entre 2008 y 2014, como reportera gráfica primero y editora después del diario platense Diagonales. También trabajó en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata. Desde 2017, integra el plantel de Télam, con base en la corresponsalía que esta agencia tiene en la capital bonaerense.
Cabrera cuenta que fue y es en esas y otras tareas, así como a través de compañeros, entre los que menciona a Daniel Forneri, que le enseñaron a fotografiar «el fútbol y el turf», como fue aprendiendo el oficio.
Cabrera habló también acerca de cómo fue transformándose su mirada en estos años y qué permanece y qué mutó: «Yo miro algunas de mis imágenes antiguas, esas que me parecían interesantes, y hoy las encuentro espantosas. Lo que quiero señalar es que el registro y sus lecturas posteriores van cambiando con el tiempo. Sigo aprendiendo a mirar aún hoy y veo cómo mi registro evolucionó desde algunas primeras imágenes básicas hasta las actuales que tienen cierta complejidad. A veces regreso enojada de una tarea porque siento que no encontré la imagen que me hubiese encantado tener; otras veces tomo una muy buena foto y recién me doy cuenta de eso al momento de bajarla de la cámara a otro dispositivo. La mirada del fotorreportero, al momento del registro y al momento de edición, es política».
En alguna ocasión, Cabrera reflexionó que en la construcción de la imagen periodística hubo antes un trabajo de mirada interna, que la mirada pública se nutre en una mirada interior. Al respecto, se explayó: «La introspección es parte de la reflexión de la mirada fotográfica porque nosotras y nosotros somos comunicadores que producimos sentido. Una construye imágenes con todo lo que es, con todo lo que ha leído, con toda la música que ha escuchado, a partir de las imágenes de otros, con todo lo que siente y piensa. Todo el bagaje que una lleva forma parte de las imágenes que produce».
También analizó qué reflexiones, al interior del colectivo de fotorreporteros, provocó el trabajo de todo este tiempo en pandemia: «Somos cada vez más los compañeros y compañeras que reflexionamos en torno a las imágenes que producimos y las prácticas a través de las cuales las hacemos. Nosotras y nosotros construimos sentido. Por eso es importante detenernos a pensar qué hacemos cuando hacemos fotos, qué registro del otro tenemos, cuán cuidadosos somos del otro, y también de nosotros mismos. La mayoría de nosotras y nosotros seguimos saliendo a la calle, en plena pandemia, para dar cuenta de lo que acontecía. Hemos puesto nuestro cuerpo».
Y sumó qué siente que aporta un medio público como Télam a esa construcción de sentido: «En su condición de agencia de bandera, Télam tiene una responsabilidad particular en informar fotográficamente lo que está aconteciendo, poner foco en aquellos hechos, aquellas tramas y aquellos colectivos sobre los cuales no se posa la mirada de otro tipo de medios».
Finalmente, Cabrera evaluó qué proceso y aspiración sintetiza su elección al frente de Argra: «Mi nombramiento es producto de una construcción colectiva que lleva años en Argra. Tiene mucho que ver con la decisión que tomamos en la actual comisión directiva, que finaliza su mandato el 1° de junio, de haber conformado una comisión de género. Una de sus primeras decisiones fue profundizar el conocimiento de las compañeras y compañeres de todo el país. Las mujeres y las identidades LGBTIQ+ somos minorías en este campo porque las empresas, a la hora de contratar, priorizan a los varones. Argra es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. De un colectivo de entre 700 y 800 asociados, las mujeres y otras identidades representamos entre el 12 y el 13 por ciento. La desigualdad es una cuestión cultural. No obstante, venimos haciendo un trabajo para promover la igualdad de género. El laburo fundamental para nosotros es construir políticas de género dentro de Argra y que esto sea transversal».
Y en el terreno de sumar otros objetivos, cerró: «Queremos promover una mayor capacitación al interior de nuestro colectivo, avanzar en la muestra anual en el marco de la pandemia, el anuario. Iremos paso a paso. Vamos a gestionar con fuerza porque estamos en un momento de muchos compañeros y compañeras sin trabajo».