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Evo Morales: «Cuando el imperio muerde, no suelta»

Una semana después de llegar a la Argentina en carácter de refugiado, el presidente depuesto de Bolivia visitó la redacción de Tiempo Argentino y realizó un racconto pormenorizado de su gobierno, del golpe y de las posibilidades de un regreso

Por López Girondo / Gotta / Boyanovsky / Diario Tiempo Argentino

Evo Morales no pierde la calma ni el ánimo. A pesar de enfrentar una dura persecución del gobierno de facto de Jeanine Áñez en Bolivia, de estar en carácter de refugiado en la Argentina y de tener que comandar una campaña electoral clave en la historia de su país desde el exilio forzoso, el presidente se permite una humorada sobre su situación, que tiene mucho de definición política: «En mi carrera como antiimperialista, sólo me faltaba ser asilado y refugiado».

En la visita que realizó el viernes por la mañana a la redacción de Tiempo Argentino, en una extensa y generosa charla, repasó detalles de su salida de Bolivia, las maniobras golpistas, una mirada de la región y sus expectativas sobre el escenario electoral que se avecina. «Ahora sí que puede haber fraude», afirmó preocupado.

–Evo, le vamos a llamar presidente porque entendemos que si bien presentó su renuncia todavía no le fue aceptada.

–Este miércoles nos informaron que tengo una orden de aprehensión como parte de un juicio ordinario. Por Constitución y por ley corresponde a presidentes y ex vicepresidentes, juicios por responsabilidad. Esta orden de aprehensión es inconstitucional e ilegal, al margen de ser injusta, arbitraria, persecutoria. Se explica por tres razones importantes. Por razones políticas: policía amotinada, fuerzas armadas pidiendo mi renuncia, la OEA que se suma al golpe de Estado con semejante informe, que incendió y dejó tantos muertos. Seguían quemando casas de los familiares nuestros, de diputados, de ministros, de gobernadores, de asambleístas. Del racismo pasan al fascismo, atentando contra instituciones públicas como los tribunales electorales departamentales. Para que no sigan quemando y que no provoquen una masacre al día siguiente, presento mi renuncia. Para mí el derecho a la vida está por encima de cualquier derecho. Y en mi gestión no ha habido ni un muerto a bala. Hemos evitado eso. Tal vez eso me costó el golpe. Por Constitución,  mi renuncia debe ser tratada en la plenaria asamblea plurinacional, que debe ser convocada por reglamento y hasta ahora no han aceptado ni rechazado mi renuncia y por tanto los juristas me dicen que sigo siendo presidente. Estoy esperando que mi renuncia sea tratada de una vez. Me rechazan o me aprueban. Si hubieran aprobado mi renuncia, tiene que haber una sucesión constitucional, que tampoco hubo. No se respetó el reglamento. Convocó la derecha pero no hubo quórum y se autonombra una presidenta bajo una interpretación comunicada al Tribunal Constitucional. Eso no es legalidad. En tercer lugar, hay una ley nacional, la 651, del 20 de diciembre de 2015, que me proclama presidente del 22 de enero de 2016 al 22 de enero del 2020. Esa ley sigue vigente, no fue abrogada. Por eso no me corresponde juicio ordinario sino juicio de responsabilidades. Cualquiera puede iniciar proceso penal al presidente o expresidente vía la fiscalía, pero para eso se necesitan dos tercios de los votos de la asamblea. No me corresponde un juicio ordinario y menos una orden de aprehensión, que fue una decisión política que tomaron por una instrucción desde EE UU a la presidente autonombrada y a los ministros. No hay independencia de poderes. Por todas esas razones sigo siendo presidente y no corresponde un juicio ordinario.

–Aun con toda esta situación jurídica usted apostó a la política, está en campaña, dispuesto a buscar un candidato y ganar las elecciones. ¿Cómo imagina esa campaña teniendo en cuenta el grado de virulencia que ejerce permanentemente la derecha y la amenaza de que use recursos no transparentes para evitar un triunfo del MAS?

–Es el temor que tenemos. Ahora sí de verdad puede haber fraude. En el informe final de la OEA habla de irregularidades en 226 actas. Hemos hecho números y aunque todos los votos de esas actas fueran para la oposición, aun así ganábamos en primera vuelta. Ahí no se habla de fraude sino de irregularidades. Si hay irregularidades corresponde volver a votar en esas mesas, pero no nuevas elecciones generales. Al fraude le tengo miedo porque dos veces me robaron el triunfo. Cuando por primera vez fui candidato en 2002, hubo fraude, no hemos reclamado porque recién estábamos empezando. Quiero ser sincero, la primera vez que me ofrecieron ser candidato nos ha sorprendido la votación. Obtuvimos más del 20% entre cuatro partidos. A mí me ha sorprendido porque no estaba convencido de que podíamos ganar, pero a partir de ese momento dije: «En cualquier momento voy a ser presidente». Ahora hemos ganado por 648 mil votos, esa vez hemos perdido por 43 mil. Tengo mucho miedo del fraude. Yo estoy convencido: cuando el imperio muerde, no suelta. Ese es nuestro temor. Siento que están en campaña para eliminar al MAS. Yo dos veces pedí la legalidad de nuestro instrumento político como movimiento indígena: ASP, Asamblea Soberana del Pueblo, en el ’95. Hemos cumplido con todas las normas y nos rechazaron. En 2001 creamos el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) y también nos rechazaron. Exmiembros de la Corte Nacional Electoral nos dijeron que lo habían rechazado por instrucciones de la embajada de EE UU. El MAS lo hemos como comprado. Era una legalidad que no tenía militantes, por eso es MAS-IPSP. Quieren anularnos, proscribirnos. No quieren que el 50% de la población participe en las elecciones. Públicamente dicen que no van a participar votantes de Argentina y de trópico de Cochabamba. En el trópico ganamos por 95%, en Argentina por más del 70%. Y donde no ganamos es donde quieren que haya elecciones. ¿Qué clase de democracia en esa? Si quieren elecciones libres y soberanas entonces hay que acabar con la persecución política y la represión.

–¿Cómo se contrapondrán al eventual?

–Yo tengo mucha esperanza en la comunidad internacional. Por eso pido una misión electoral formada por instituciones creíbles del mundo, formada por notables. De izquierda o derecha, porque hay notables internacionales que son institucionalistas, es decir que hacen respetar la norma. En estos días tengo reunión con el premio Nobel de la Paz, el hermano Adolfo Pérez Esquivel, quiero que con otros premios Nobel puedan garantizar y acompañar a nuestros técnicos. Tengo mucha confianza en la ONU, el Centro Carter, que son expertos en estas cuestiones de procesos electorales. Comparto la preocupación de ustedes, porque es la preocupación del pueblo boliviano.

–Cuando habla del gobierno de facto, siempre habla de (Jeanine) Áñez, (Luis) Camacho y (Carlos) Mesa.

–¿Por qué (hablamos de) Áñez, Camacho y Mesa? Al día siguiente de las elecciones del 20 de octubre, Carlos Mesa convoca movilizaciones. Queman dos tribunales electorales en Sucre y Potosí. Al día siguiente, el de Cobija, Pando. Ahí empieza el golpe. Aunque ahora me informan qué había: al que comandaba una región le daban dinero. Que hermanos bolivianos fueran a cortar caminos, calles, destrozar casas… Camacho era unos de los líderes y dijo en una de sus intervenciones que hay que hacer igual que Pablo Escobar y levantar nóminas de los traidores de Santa Cruz. No hubo sucesión constitucional. Y entonces aparece la Áñez. Los tres son responsables. Hay corresponsables como Marco Pumari, algunos movimientos sociales, algunos sectores…

–¿Cree que se van a unir para las elecciones? ¿Es bueno para el MAS o no?

–Sería lindo que se juntaran… Pero dudo de que puedan juntarse porque el Departamento de Estado de EE UU pidió que el candidato fuera de Carlos Mesa. La derecha tiene derecho a unirse. Ahora se presenta otro candidato: cuando se fraccionan es más fácil para nosotros. No estamos bien, debo reconocer. Pero hay un voto duro, duro, duro y vamos a ganar. Al ver la parte económica de este gobierno, siento que la gente va sumándose. Una cosita del tema económico: desde que llegamos al gobierno, nunca hemos usado un dólar del Banco Central de Bolivia para pagar sueldos y aguinaldos. En diciembre se pidieron 2800 millones de bolivianos del Banco Central para pagar sueldos y aguinaldos. Casi con un mes de paro, se han perdido exportaciones por casi 4 millones de dólares al día. Pero además, la derecha violenta tomó los impuestos. La gente siente que estamos peor. Por eso somos optimistas…

–¿A qué obedece la traición de la cúpula de las FF AA. Eso fue esencial para producir el golpe.

–El aniversario de las FF AA es el 7 de agosto. El comandante en jefe seguía hablando de antiimperialismo, apoyando el proceso de cambio. Cuestionaban los programas de la derecha, que hablaban de cerrar escuelas de sargentos, entre otras cosas… ¿Sabe qué estimo? Dos cosas: una, la plata, se comenta, se rumorea, aunque no hay pruebas, o es una cuestión de clase. ¿Por qué digo esto? En mi gestión, cuando fui a las promociones, casi la mitad de subtenientes egresados eran de apellido aymara-quechua: Condori, Mamani, Quispe. Cuando había ido por primera vez, había unito, dositos. Se hacían cambiar el apellido. En vez de Mamani, Majmonis, en lugar de Condori, Condorcet, para entrar al colegio militar, pero ahora, orgullosamente, Quispe, Mamani, Vilca. Yo he visto eso de cerca. ¿Y qué me informan algunos pilotos quechuas aymaras que estaban en la represión? Que no querían disparar. «Al frente está mi mamá, mi papá, no voy a disparar». A esos oficiales los han encuartelado, no los han dejado salir, especialmente a oficiales del trópico de Cochabamba. Alguna subteniente me llamó llorosa, que estaban como fichados. Esto demuestra que esa traición de las FF AA es una cuestión de clase.

–¿Y por qué no se dio esa traición antes?

–Varios golpes de Estado hemos derrotado, recuerden en 2008, recuerdo que (Michelle) Bachelet y Cristina (Kirchner) convocaron a una reunión. Fue derrotado. Otro en 2012, una marcha que llegó a La Paz y no reprimimos. La policía había hecho dos semanas de paro. Estuvieron marchando dos semanas y los derrotamos. No sé cuántos golpes derrotamos. Pero ahora con las mentiras, estos fascistas, racistas, confundieron con mentiras. Creo que tienen que ver algunos medios de comunicación y especialmente las redes sociales. Yo diría que junto a algunos medios de comunicación le están haciendo mucho daño a la humanidad. Pero también hay unos factores que creo que son parte de la lucha de clases. Yo tuve reunión en Santa Cruz, como siempre tantas reuniones, porque para mí la democracia no termina el día de los votos, es cada día. Y tuve una reunión con un grupo de jóvenes, hijos de empresarios, clase alta y clase media. Uno de ellos qué me dijo: «Presidente Evo, ¿los politólogos qué tenemos que hacer?». Nosotros tenemos una politóloga, la joven senadora Adriana Salvatierra. Dije que tienen que hacer lo que hace la senadora: hagan política. «Ah, entonces –me dijo– haga una ley que solamente los politólogos debemos hacer política». Claro, yo no soy politólogo. Todos hacemos política, obreros campesinos, indígenas. Mi interpretación es que se sienten desplazados los politólogos por indios, campesinos. Segundo, con las nacionalizaciones ha habido movimiento económico, por eso el crecimiento. Cuando llegamos al gobierno nos han dejado con 9000 millones de dólares del PBI. Año pasado, diciembre, hemos terminado con 40.800 millones dólares del PBI, para un país que tiene 10 millones de habitantes. Durante tiempos de privatización y neoliberalismo, 3000 millones de dólares de renta petrolera. El 1 de mayo de 2006 nacionalizamos y en diciembre del año pasado hubo un balance con 38 mil millones de dólares de renta petrolera. Cuando había movimiento económico, algunos compañeros que estaban en la pobreza pudieron salir. Ustedes saben, cuando hay movimiento económico se organizan, hay empresas familiares, negocios. Abandonaron su identidad, no saben de dónde vienen. Dejaron la pobreza: y hay otra mentalidad. Quieren más, y no porque son del MAS (ríe).

–¿Perdieron la mentalidad indígena?

–Algunos, digo, que este año se juntaron, ahí viene la mentalidad racista fascista. Hubo agresión a la gente humilde, quemaron la wiphala, que es un símbolo no solamente de identidad nacional, sino hasta continental. El movimiento indígena estuvo en la resistencia al golpe. Los muertos en La Paz, en Senkata, en Sacaba, Cochabamba, hay aymaras y hay quechuas. Si la COB hubiera acompañado en una huelga general indefinida con bloqueo de caminos se derrotaba a los golpistas.

–¿Y por qué no acompañaron?

–Hay que preguntarles. Hay un debate interno.

–¿Hay algo de lo que se arrepienta?

–Tal vez haber aceptado de la Central Obrera Boliviana y otros sectores sociales esta cuarta candidatura. Que es constitucional bajo una sentencia constitucional aplicada en algunos países de América Latina como Honduras, Costa Rica y Nicaragua y en base al Pacto de San José…

–¿Esa postulación generó rechazo en la sociedad?

–Dijeron que era una dictadura. Desde la década del ’60 por primera vez un partido ganaba por más del 50%, el 60%. Antes había lo que se llama democracia pactada. Como ninguno sumaba la mayoría pactaban entre cuatro partidos. Cada uno mandaba un ministro, un viceministro, cada uno respondía a su jefe de partido y no al presidente. Nunca había gobernabilidad así y eso ha perjudicado bastante. El miedo, la solidaridad, las traiciones

–¿Tiene miedo de que comentan un atentado en Buenos Aires?

–Eso veremos. Tengo mucha confianza en el pueblo argentino. En todo el mundo hay gente que no comparte la lucha de los humildes, con la gente pobre. Pero sí, se tiene miedo. Sería largo comentarles cómo nos salvamos ese día en que dejé Bolivia.

–¿Se siente cobijado en la Argentina?.

–Me siento bien. Muchas gracias por tanto cariño del pueblo argentino. Le agradezco al presidente Fernández por hacer gestiones no sólo por mi refugio sino ese mismo día: por lo menos cuatro presidentes estuvieron haciendo gestiones para que salga. El presidente de México, de Paraguay, de Venezuela y por entonces el presidente electo hermano Alberto Fernández. Si no, qué hubiera pasado. El 11 llegó mensaje de nuestro embajador en la OEA de que ellos estaban dispuestos a poner un avión para sacarnos. Yo decía que eso era directamente para llevarme a Guantánamo. Quién les puede creer. Lo peor es que hicieron seguimiento al avión mexicano preguntando quiénes eran los pilotos del avión.

–¿Se puede decir que la intervención de Alberto Fernández y los otros presidentes le salvaron la vida?

–Nosotros estábamos el día 11 monte adentro, selva adentro, esperando que llegara el avión. Con más de 10 mil compañeros concentrados por tema de seguridad en el aeropuerto de Chimoré, esperando, si hay permiso, si no hay permiso, si hay aval, si no hay aval. Lamentablemente el comandante de la Fuerza Aérea Boliviana nos jugó muy sucio. Yo hablé con él, porque nos decía que faltaba un permiso, que una carta de la embajada de México… Hasta que nos dijo: «Presidente, no puede entrar un avión militar a Chimoré». Me enojé. Le dije: «Cómo es que antes llegaban aviones militares de EE UU cuando era base de ellos y semanas atrás, Turquía ofreció aviones a la Fuerza Aérea y han traído un avión militar y lo han llevado a mostrar en La Paz como parte de los negocios de Estado a Estado. Y ahora me dice que no puede entrar un avión militar, comandante». Se quedó calladito. Me dice: ¿por qué no te viene a recoger un avión privado? El motivo es que tal vez lo tumbaran. Algunos militares ya no dependían del gobierno sino de la DEA y de EE UU.

“Demostramos que es posible otro mundo sin el FMI”

–¿Qué le quedó por hacer?

–Primero hemos recuperado la democracia. El segundo proceso de cambio fue que millones y millones volvieran al gobierno. Ahora, debemos volver y continuar, para demostrar que otro mundo es posible sin el FMI, que otro mundo es posible sin el Banco Mundial. No estar sometidos a las políticas de privatizaciones, porque el FMI y el BM, si dan créditos, luego chantajean. Las privatizaciones son políticas para concentrar el  capital en pocas manos. Cuando llegamos en 2006, Bolivia era el último país de Sudamérica y en los primeros seis años fue primero en crecimiento económico. En el Banco Central de Bolivia estaban las oficinas del FMI. En el estado Mayor del Ejército, estaba el grupo militar de los EE UU, las oficinas de la CIA estaban en el Palacio Quemado. Nos hemos liberado de todo eso.

–¿Todos ellos se unieron para el golpe?

–Desde afuera y desde adentro se unieron para el golpe. ¿Qué faltaba? Hemos garantizado la liberación política, ideológica. Hemos garantizado la liberación económica. Lo que faltaba es la liberación tecnológica. Varias naciones de América Latina lo planteaban y hay que trabajar unidos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir importando tecnología de Europa o de Asia? Los más avanzados son Argentina y Brasil, pero no es suficiente. Nos faltó esa liberación tecnológica. Hay que pensarlo seriamente, tenemos semejante materia prima: ¿hasta cuándo vamos a depender de ellos? Y aquí, compañeros, quiero que sepan: al margen de ser un golpe al indio, al proceso de cambio, demostramos dos cosas. Hemos demostrado que otro mundo es posible sin el FMI. El plan de industrialización de 41 plantas, laboratorios, plantas piloto, hemos inaugurado la planta de industrialización del litio. Hemos inaugurado la planta de cloruro de potasio; hasta diciembre hemos exportado 16 toneladas a Brasil y un poco a Chile. Para el próximo año está previsto inaugurar la gran industria de carbonato de litio y para este año está previsto producir 400 toneladas de la planta piloto. Y teníamos el plan de tener una planta de baterías de litio. Convocamos a una licitación pública internacional para tener socios en el mercado mundial. Socios de China, de Alemania, de EE UU, de Rusia, pero con el Estado a la cabeza. Todos saben la importancia que tiene el litio en la industria y la energía. Por eso estoy convencido de que también fue un golpe al litio.

Tanto nos hacen falta Néstor, Chávez, Lula…”

–¿Cómo ve este momento de la región?

–Lo mejor fue en tiempos de Kirchner, Lula, Chávez. Acá en la Argentina acabamos con el Alca, Área de Libre Comercio de las Américas. Yo decía que debía cambiarse por ALGA Area de Libre Ganancia de las Américas, que era parte del Consenso de Washington. Derrotamos acá. Fui en tren con Maradona, estaba Fidel. Esa generación de Néstor, todos, la integración sudamericana, Unasur. Ahora, que tanto hacen falta Chávez, Kirchner, Lula. Hemos retrocedido. La derecha está destrozando a la Unasur. Ahora no se llama Consenso de Washington ni Alca, se llama Grupo de Lima. Gobierna la derecha, están con las privatizaciones, sometidos a las políticas que vienen del norte. Para ellos los servicios básicos son negocio privado. Para nosotros, los progresistas, los izquierdistas, los antiimperialistas, son un derecho humano. Como salud y educación. Excepto Bolivia, no hay golpes de dictaduras militares como en los ’60/’70 con Plan Cóndor. Ahora son golpes judiciales o congresales. O como este de Bolivia, cívicos con violencia. Otra vez, el imperio norteamericano tiene otros mecanismos para descabezar. Usa la Justicia. En el caso boliviano, usar la policía y la fiscalía, las FF AA y de yapa, la OEA. Pero también tengo mucha confianza en los movimientos sociales. En Bolivia hay golpe de la derecha, pero en Ecuador, Colombia, Chile, sorprenden los movimientos sociales, las juventudes. Están convencidos de que la forma de no buscar cierta igualdad entre seres humanos no es ninguna solución. Yo he participado de tantas reuniones en las cumbres de jefes de Estado, en la ONU y todos los presidentes de países capitalistas proclaman paz, paz. Pero no va a haber paz sin justicia social. No va a haber paz con intervenciones y con bases militares. No va a haber paz cuando las políticas están orientadas a concentrar el capital en pocas manos. No va a haber paz ni vamos a garantizar la vida en su conjunto si no se respeta la madre tierra. La Pachamama, la madre tierra, planeta tierra, puede existir mejor sin el ser humano. Pero el ser humano no puede vivir sin la madre tierra. Es otra de las diferencias con el sistema capitalista. Las juventudes se dan cuenta y se organizan por encima de sus dirigentes. Me ha sorprendido El Alto. Sus dirigentes neutralizaban y no se han ido con todo, porque saben que se está jugando su futuro, su vida, la vida de las nuevas generaciones.

–Mencionó su cuarta gestión trunca, es como un karma en la región, por golpes o elecciones. Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia…

–No, son movimientos que vienen del falangismo, del banzerismo y 20 años de neoliberalismo. Esa gente que estaba acostumbrada a vivir de la política se sintió desplazada. Hemos tenido grupos que se levantaron. Pero también hay arrepentidos. Que votaron por Mesa. También algunos jóvenes que dijeron ni Mesa ni Evo, por jugar votaron por Chi, y ahora dicen: el chiste nos va a salir caro. A mí más me duele la muerte de seres humanos que de la economía. Las nuevas generaciones nunca han vivido lo que nosotros. Le hicieron creer que Evo era dictadura por los medios de comunicación. ¿Y después de 13 días de este golpe qué han dicho? Era mejor vivir 13 años de dictadura de Evo que con la democracia de la derecha con más de 30 muertos.

Lo viejo y lo nuevo

«Tenemos excelentes compañeros, nuevas generaciones de jóvenes del campo y de la ciudad. Grandes profesionales. No es problema de liderazgo.  Yo vengo desde 1988 como dirigente sindical. Lo más difícil es unir, unir, unir… Primero unimos a mi región, pasando el Trópico de Cochabamba. En cinco generaciones, cada uno andaba por su lado. Con mucha paciencia hemos unido a todos los campesinos indígenas originarios y luego a la Central Obrera Boliviana… Los movimientos obreros siempre proclaman independencia sindical y pluralismo ideológico, pero es una doctrina norteamericana. Obreros e indígenas eligen sus sindicatos pero no puede hacer política. ¿Por qué? Tenemos derecho a hacer política. Le hemos preguntado a los dirigentes en los ’80, en los ’90: ¿Hasta cuándo nos van a gobernar desde arriba y afuera? ¿Cuándo nosotros mismos nos vamos a gobernar? Durante el tiempo del neoliberalismo hasta el 2005, nos gobernaron Sánchez de Lozada y Quiroga, egresados de la Harvard de EE UU, hablaban más inglés que castellano; Banzer que estudió en el comando Sur de los EE UU; Jaime Paz Zamora, en Lovaina, Bélgica. Por eso nos preguntamos hasta cuándo. Pasamos de la lucha comunal y social, a la lucha electoral. Tenemos derecho. Como el sector obrero minero: conseguimos su independencia sindical; no podían hacer política y cuando había una elección, votar por la derecha… Y cuando la COB se levantaba, el paro acababa en estado de sitio, o confinados, detenidos, procesados. Nosotros dijimos: la lucha social y sindical debemos convertirla en una lucha electoral. Nace del movimiento campesino y unimos y llegamos… Para estas elecciones del 20 de octubre la COB dijo en su congreso ordinario: ‘el único candidato es Evo Morales’. Primera vez en la historia. La derecha tiene el miedo de que nos organicemos».

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